Marcelo Arriagada, considerado el Mejor Sommelier del país por la Asociación de Sommeliers de Chile, afianza su estatus de embajador internacional del vino chileno mientras persigue nuevos sueños.
Eran finales de mayo del 2024 cuando, tras dos días de intensas jornadas y distintas pruebas, individuales y simultáneas, Marcelo Arriagada tuvo que demostrar una inusitada destreza en cata, servicio, maridaje y conocimiento para, así, obtener por segunda ocasión consecutiva el título de Mejor Sommelier del país, que otorga la Asociación de Sommeliers de Chile (ASCL).
Hoy, desde una habitación en Nueva York, ciudad en donde lleva casi tres años viviendo, él afirma que aquella competencia le ha dado la oportunidad de comunicar las bondades del vino desde una vereda que ha sido importante. “La primera vez que gané [en 2021] fue en pandemia, por lo que no hubo tanta visibilidad y, aun así, logré sacarle provecho; un restaurante de aquí se interesó en ser mi sponsor”.
Su llegada a esa ciudad cosmopolita se dio a través de una visa de talento extraordinario, para la cual debió comprobar que había ganado premios, nominaciones y tener publicaciones nacionales e internacionales en torno a su labor profesional.
Tras una primera estancia en Frevo, restaurante con estrella Michelin, se integró a Kapo Massa, que se especializa en comida japonesa en Manhattan y de donde actualmente es head sommelier. Eso le da la oportunidad de explorar distintos matices y perfiles para la carta de bebidas, destacando el sake y clásicos como la champaña, además de permitirle también hacer un recorrido por tierras como España, Italia, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Australia. “Desde mi llegada he tratado de encontrar un espacio para poder agregar vinos chilenos”, asegura con la convicción de saber que su posición le permite animar a los comensales a probar etiquetas nacionales.
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“Los sommeliers somos contadores de historias, pero a la vez somos vendedores y establecemos un nexo entre productores y consumidores. Nosotros solamente guiamos la experiencia y creo que ahí está la clave, porque una vez que los clientes prueban los vinos chilenos no hay vuelta atrás. Me ha pasado muchas veces”, dice con determinación.
A pesar de ello, Arraigada reconoce que, si bien el vino chileno ha alcanzado un reconocimiento internacional, se tiene la percepción de que es bueno, bonito y barato. Lo cual, desde su visión, debe cambiar para que en la mesa lo elijan no solamente por su precio, pues existen algunas etiquetas y productores que realizan muy buen trabajo —asegura— y pueden competir con la calidad de un chardonnay de la Borgoña; sí, con un precio más asequible, pero no en demasía, como muchas veces se esperaría.
Para encontrar las mejores propuestas, él lleva a cabo una intensa exploración. Incluso, recientemente volvió al país para asistir al Premium Tasting, evento referente de Sudamérica en la materia. Ahí no solamente se catan muchos vinos, también participan diversos productores, convirtiendo a la cita en una instancia relevante para conocer lo que está sucediendo en la escena nacional.

MOMENTO DE INSPIRACIÓN
Mientras continúa impulsando el vino chileno desde Kapo Massa, su trinchera neoyorquina, Marcelo Arriagada se da tiempo para forjar nuevas metas personales. En esta ruta, revela que ganar el reconocimiento al Mejor Sommelier de Chile le otorgó un pase directo para representar al país en el Concurso Panamericano de Estados Unidos, en el cual ya obtuvo un décimo lugar en ediciones anteriores y al que espera regresar con mayor ímpetu en el 2025.
A esta competencia internacional asiste lo mejor del mundo en la materia, y él aguarda impasible el momento de hacerse presente nuevamente. “La primera vez no tenía mucha idea de que me esperaba y esto me permitió entender, por lo menos, el nivel que deben tener los competidores”.
Los participantes no solamente deben saber de vinos, también de destilados, habanos, café, aceite de oliva, té, geografía, clima e, incluso, idiomas; por esta razón Marcelo se toma muy en serio su participación.
Y a pesar de que a veces extraña caminar por las calles de Santiago, así como ver a su familia y amigos, reconoce: “Tengo este sueño. Soy terco y comprometido conmigo mismo. La verdad, me enfoco en lo que debo hacer”. Él no solo quiere ganar la competencia: su mayor proyecto profesional es convertirse en Maestro Sommelier. Para ello es necesario tomar un examen que, comparte, desde los años 60 han aprobado menos de 300 personas en el mundo. Para lograrlo se necesitan superar cuatro etapas y él, en 2022, concretó la tercera, que le da el título de Advanced Sommelier.
Por ello salió del país hace años, para ganar experiencia que le permita lograr su meta; una que está cerca de materializar, pues Chile —resalta—, al ser productor de vinos, se focaliza en el mercado interno y en productos nacionales. “Eso no es malo, pero para un sommelier limita no tener acceso a productos extranjeros para estar en constante entrenamiento y poder mejorar”, sentencia.
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