Ricardo Baetigg, enólogo jefe de la Viña Morandé desde hace 14 años, esperó diez años para obtener la calidad idónea de Casatinta.

Un vino tinto de clima frío y carácter floral, hecho en el Valle de Casablanca -situado en la zona vitícola de Aconcagua, en la Región de Valparaíso-, que tuvo que esperar diez años para tener la calidad idónea y que además se basa en la tradición y el conocimiento de la gente que vive en la zona. Se trata de Casatinta, de la Viña Morandé, un exponente que promete llevar las variedades tintas de Casablanca a un siguiente nivel y que fue lanzado oficialmente este 19 de junio.

“Normalmente los vinos fríos se asocian a vinos blancos que te dan mejor acidez, fruta más viva: sauvignon blac, chardonnay, pinot noir, un tinto un poco más delicado, pero no es común un tinto de más estructura en estos climas. Entonces, estamos explorando y posicionando a Chile en la vanguardia”, dice a Forbes Ricardo Baettig, enólogo jefe de la Viña Morandé desde hace 14 años.

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La Viña Morandé fue fundada en el año 1996, por Pablo Morandé, enólogo chileno que buscó esta zona de denominación de origen cercana a la cosa del Océano Pacífico, el Valle Casablanca, para hacer sus primeras plantaciones.

Este viñedo se destaca por sus suelos de granito rojo y una ubicación estratégica en la ladera noroeste, que permite una exposición solar ideal, para un proceso eficiente de maduración de los racimos. Y es allí de donde viene Casatinta, elaborado en el campo Belén del valle, con una composición de 72% Malbec, 24% Syrah y 4% Cabernet Franc.

ACERCAMIENTO A LAS NUEVAS GENERACIONES

“Las nuevas generaciones, como la generación Z, ven el vino de otra forma y ha bajado el consumo de los que son más económicos y masivos. Sin embargo, ha crecido el consumo del vino premium, con denominación de origen, ligado a un territorio”, resalta Baettig.

Y justamente esto ha provocado algo importante para la industria. Está posicionando a Chile como un país no sólo productor de vino “bueno, bonito y barato”, como dice el enólogo, sino como un país productor de vino de mayor valor. “Casatinta se enmarca en eso. Es una versión moderna del vino, más fresca, atractiva a un público más joven. No se necesita un pedazo de carne, o mucha grasa, o estar sentados en una mesa grande para consumirlo, sino que es más directo y con personalidad”, añade.

RESCATA TRADICIÓN

Esta producción de Casatinta -cosecha 2020- es limitada, con aproximadamente unas 3.000 cajas y rescata la tradición del conocimiento de expertos y locales.

“La Inteligencia Artificial es una herramienta que usamos en el área de marketing, en entender al consumidor, tendencias; sin embargo, en el mundo de este tipo de vinos de origen, rescatamos lo antiguo. Estos son vinos que tienen una especificidad que no tiene nada que ver con la tecnología, todo lo contrario, tiene que ver con la experiencia, la gente que vive ahí y su conocimiento”, finaliza.

Valle Casablanca.
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