Francisco Muñoz, investigador y director de Estudios de Generadoras de Chile, desarrolló una metodología para perfeccionar los procesos de planificación de las redes eléctricas y habla con Forbes sobre las tendencias y desafíos del futuro.

El dilema de si primero es el huevo o la gallina es una constante a la hora de hablar sobre dónde, cómo y cuándo construir las redes de trasmisión eléctrica a lo largo de Chile para alcanzar las metas de descarbonización a 2050. Y una de las preguntas que Francisco Muñoz, investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCL) y director de Generadoras de Chile —uno de los principales gremios que agrupa a las empresas de generación eléctrica—, se ha hecho durante estos últimos años es precisamente cómo disminuir las incertidumbres en la planificación de las redes de transmisión eléctrica para integrar la generación renovable.

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La evolución de la simulación en industria eléctrica

Dentro de la industria eléctrica existían diversas limitantes. Primero es que las herramientas de simulación eran mucho más simples porque aún no existía gran necesidad de barajar varias alternativas sobre la mesa. Y segundo es que se hacían de forma manual. El problema surge cuando las cosas se complejizan y crece la escala. “La cantidad de proyectos que se comenzaron a conectar a los sistemas no daban abasto. Y a la fecha, están ingresando proyectos a los servicios de evaluación ambiental sin precedentes. Hay cuellos de botella ligados a la permisología. Y no es necesariamente porque estén haciendo mal el trabajo, sino que no tenían personal para atender este número de proyectos”, explica Muñoz.

Otro desafío, según el académico, es dónde construir las redes, ya que las personas tampoco quieren tener una turbina eólica en el patio de su casa. “Se está produciendo el fenómeno de lo que los norteamericanos dicen ‘not in my backyard’, es decir, quiero esto, pero lo quiero lejos. Y también de que la gente no quiere que se construya nada en ninguna parte. Es complejo porque hay impulsos de agrupaciones sociales que se empezaron a oponer a ciertos proyectos, incluyendo a los renovables. Por eso es importante el trabajo que tanto los gobiernos como las empresas hacen con las comunidades”.

Uno de los primeros trabajos de investigación de Muñoz fue desarrollado entre 2009 y 2015 —junto a los académicos Enzo Sauma y Rodrigo Moreno— para mostrar que con la ayuda de inteligencia artificial de optimización es posible analizar los costos y beneficios de millones de portafolios de inversiones en nuevas líneas de transmisión de manera automática, en vez de hacerlo proyecto a proyecto, como se hace normalmente en la industria. Su metodología basada bajo el concepto de planificación proactiva se aplicó en una de las interconexiones eléctricas más grandes del mundo: el Western Electricity Coordinating Council —que cuenta con más de 200.000 kilómetros de líneas de transmisión entre 14 estados de EE.UU. y algunas regiones de México y Canadá— y el Eastern Interconnection Planning Council.

El concepto describe que, así como no tiene sentido económico desarrollar proyectos de transmisión a lugares donde no hay generación, tampoco es factible desarrollar proyectos de generación si no hay garantías de que habrá suficiente transmisión para evacuar la energía hasta los centros de consumo. “Si pensamos tener un tren de desarrollo masivo de renovables en Chile, indudablemente vas a tener que desarrollar más infraestructura de transmisión para poder mover esos electrones de un lugar a otro. Y ese problema no es sólo un desafío para Chile, sino para todos los países”.

En Chile, los tres investigadores contribuyeron en el diseño de la metodología de la Planificación Energética de Largo Plazo (PELP) del Ministerio de Energía, financiado por el Banco Interamericano para el Desarrollo. “La transmisión y almacenamiento son parte de las condiciones habilitantes. Sin eso, es muy difícil que podamos cumplir con metas de reducción de emisiones, porque se tiene que transportar la energía desde los grandes centros de producción a los centros de consumo, que tienden a estar lejos de las ciudades”, dice.

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¿Y cómo se están dando esas conversaciones en nuestro país?

“Chile es el primer país emergente que ha trazado como objetivo alcanzar la carbono neutralidad a más tardar a 2050 y que lo ha ratificado en una ley. Muchos otros países lo han dicho, pero como promesa al aire. Después viene el rol de la electricidad dentro del cumplimiento de objetivos y qué tendencias vemos como las más probables. Según datos de 2019 del Balance Nacional de Energía, como consumo final de energía a lo largo de Chile, la electricidad representaba un 22%. A la fecha debe estar un poco más alto, pero no más allá de 1/4. Es un desafío, porque estamos hablando de reducir las emisiones del sector eléctrico”.

Entre las tendencias, la inversión renovable es un excelente negocio. “Te importe o no el cambio climático, hoy se invierte en generación renovable porque los intereses económicos están alineados con los intereses de reducir emisiones. No es sólo un tema del impulso de que es un buen negocio o de las políticas de gobierno, sino que los consumidores están prefiriendo y exigiendo otras cosas. Los compradores de energía ya no están adquiriendo la que es producida en base a carbón”.

En base a ello, Muñoz dice que los costos masivos para los cambios tecnológicos van a ir disminuyendo, sobre todo en el área de transporte. Otra tendencia es la de electrificar la calefacción, ya sea por costo y eficiencia energética como por la actual disponibilidad de combustible. “Los europeos tienen problemas de acceso al gas debido a la guerra de Ucrania y Rusia, pero electricidad tienen. En el caso chileno, electrificar consumos para calefacción, particularmente en el sur, se pagaría solo por la reducción de gases y material particulado. Al hacer el análisis de costo/beneficio y ver cuánto cuesta tratar todas las enfermedades respiratorias que se producen por usar leña húmeda, es un tremendo potencial. A diferencia de otros lugares del mundo, en los casos chilenos hay muchos beneficios locales que no tienen nada que ver con el cambio climático, sino, por ejemplo, en la mejora de salud de las personas”.

Muñoz agrega que “todo proyecto tiene algún impacto. Y el desafío es buscar cuáles son los que generan el menor. De pensar en conjunto con toda la sociedad de cuál modelo de desarrollo queremos tener. Todos queremos estar conectados, pero en algo vamos a tener que ceder. Y para tener proyectos renovables tenemos que desarrollar la infraestructura, y vamos a tener conversaciones difíciles sobre dónde se van a desarrollar. Para eso, el trabajo con las comunidades es clave. A veces no es tan estético tener un parque solar cerca de la casa, pero el tener ese parque solar permite que se cierre una central a carbón, que son las que emiten CO2 a la atmósfera, sino que emiten material particulado y afecta a algunas comunidades. Entonces hay que hacer balances”.

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