La industria aerocomercial todavía tiene importantes retos que abordar en su camino hacia un modelo más sostenible.

En un mundo cada vez más consciente de la crisis climática, quienes nos vinculamos con  la industria aeronáutica tenemos una responsabilidad que cumplir para lograr la ansiada meta de tener cero emisiones netas para 2050, lo que implica buscar, proponer e implementar diversas acciones concretas que ayuden a minimizar el impacto ambiental. En esta línea, la aviación ha avanzado en hacer más eficientes sus operaciones, enfrentando los evidentes desafíos que supone la dependencia de combustibles fósiles y el crecimiento constante del tráfico aéreo en el mundo, y orientado a cumplir con los compromisos adquiridos para reducir el impacto en el cambio climático.

Aviones diseñados para hacer un uso más eficiente del combustible, el uso de tecnología y la exploración de nuevos combustibles (SAF), son algunas de las acciones que la industria está llevando a cabo y que han permitido reducir el consumo de combustible por pasajero-kilómetro. Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), la eficiencia de uso de combustible de los aviones ha mejorado en un 50% desde la década de 1990, marcando uno de los inicios hacia el cumplimiento del compromiso de llegar a la carbono neutralidad para el 2050.

Las aerolíneas hemos adoptado un enfoque diverso para avanzar en la reducción de nuestra huella ambiental. Desde hace algunos años, se han implementado modelos de inteligencia artificial que optimizan la operación de las rutas, logrando mayor eficiencia en el uso de combustible durante despegues, que son los momentos de mayor consumo.

Pese a los esfuerzos realizados y a los avances logrados, es preciso señalar que como industria tenemos importantes retos que abordar. Uno, en particular, se relaciona a la utilización de SAF, señalado como el Combustible Sostenible de Aviación, los cuales son vistos como una de las opciones que tiene el sector aeronáutico para alcanzar la carbono neutralidad. La Unión Europea y Estados Unidos han tomado la delantera, no solo promoviendo su uso a través de normas e incentivos económicos, sino que también han avanzado en el desarrollo de una industria que pueda atender la demanda de las aerolíneas.

En América Latina, lamentablemente, aún nos enfrentamos a un escenario de escasez, ya que este tipo de combustible prácticamente no se produce en ningún país de la región a escala comercial. Además, su alto costo hace inviable su masificación en el corto plazo.

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El panorama es desafiante, eso parece ser claro, pero es importante resaltar los esfuerzos que se están haciendo para avanzar en la dirección de la carbono neutralidad. En Chile, por ejemplo, se mantienen instancias como Vuelo Limpio, un programa de la Junta Aeronáutica Civil (JAC) y del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones que busca promover la sostenibilidad energética en la aviación y que a la fecha ya publicó la hoja de ruta para la transición energética de la industria aérea en Chile.

La huella ambiental es un tema en el que cada vez vemos más involucramiento e interés por parte  de los consumidores o -en nuestro caso- los pasajeros. Desde la aviación, es nuestra responsabilidad seguir promoviendo y adoptando buenas prácticas para minimizar el impacto ambiental que pueda tener el servicio esencial que brindamos, así como trabajar conjuntamente con proveedores de la industria aeronáutica, gobiernos,  reguladores, y otros agentes, para adoptar prácticas alineadas con la reducción de la huella de carbono. La aviación puede ser parte de la solución y liderar el camino hacia un futuro más sostenible.

Sobre la autora:

Mayra Kohler es gerenta de asuntos corporativos y sostenibilidad de SKY Airline.

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