La falta de información es un obstáculo que debemos superar si queremos construir una ciudadanía comprometida con la protección del planeta, según la eco periodista Cata Droguett.

El 26 de enero se celebró el “Día Mundial de la Educación Ambiental” y supuso una oportunidad para reflexionar sobre el papel clave de la educación en la transformación de un mundo que enfrenta una triple crisis: climática, de pérdida de biodiversidad y de contaminación. En mis más de 14 años como eco-periodista y activista, he sido testigo de cómo la educación puede empoderar comunidades, inspirar a todas las generaciones y convertirse en el motor de un cambio sistémico que trascienda fronteras.

A nivel internacional, los datos son alarmantes. La Organización Meteorológica Mundial reporta que los últimos cinco años han sido los más calurosos registrados, mientras que la UNESCO señala que solo el 40% de los países han integrado la educación para el desarrollo sostenible en sus sistemas educativos. Esta brecha es preocupante porque el conocimiento es una de las herramientas más poderosas para enfrentar el cambio climático. Además, la pérdida de biodiversidad, con una disminución del 69% en las poblaciones de vertebrados desde 1970, según el Informe Planeta Vivo del WWF, es un recordatorio urgente de que debemos educar para proteger los ecosistemas. Estos problemas, combinados con la producción global de 400 millones de toneladas de plástico al año —de las cuales menos del 10% se recicla—, evidencian que estamos fallando en generar la conciencia necesaria para un cambio significativo.

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Chile no está exento de estos desafíos. Somos uno de los países más vulnerables al cambio climático, con mega sequías que afectan al 76% del territorio y que amenazan tanto la biodiversidad como la seguridad alimentaria. A pesar de esto, según Ipsos, el 50% de los chilenos desconoce qué es la sostenibilidad. Esta falta de información es un obstáculo que debemos superar si queremos construir una ciudadanía comprometida con la protección del planeta. La Ley REP y la Hoja de Ruta de Economía Circular son avances significativos, pero no serán efectivos sin un componente educativo que fomente la participación activa de la sociedad.

Los docentes juegan un rol fundamental en este proceso. Un estudio de la OCDE revela que los profesores capacitados en educación ambiental son un 35% más efectivos en motivar a los estudiantes a adoptar prácticas sostenibles. En Chile, programas como “Escuelas Sustentables” han demostrado que es posible integrar la sostenibilidad en el día a día de las aulas, con resultados tangibles en la participación comunitaria. Sin embargo, necesitamos escalar estas iniciativas y garantizar que lleguen a todos los rincones del país.

El Día Mundial de la Educación Ambiental es un llamado a la acción. No basta con reflexionar; debemos actuar. La educación puede transformar el miedo, la incertidumbre y la inconsciencia en acción y la indiferencia en compromiso. Es hora de que gobiernos, instituciones y ciudadanos inviertan en programas educativos que aborden las tres crisis de manera integral. Porque al final, regenerar el planeta también significa regenerarnos a nosotros mismos y construir un país y un mundo mejor para todos y para todas. La educación no es solo un pilar para la sostenibilidad; es la raíz de un futuro más justo, equitativo y resiliente.

*La autora es eco periodista, conferencista y speaker internacional