Chile puede consolidarse como un referente regional en inteligencia artificial. Sin embargo, el país tiene algunos retos para lograrlo, entre ellos, la transformación del sistema educativo, según Komal Dadlani.

Uno de los aspectos que llamó la atención en la última cuenta pública del gobierno chileno fueron los anuncios relacionados con ciencia, tecnología, conocimiento e innovación, y cómo se reconoce el rol fundamental que tienen en lograr el desarrollo sustentable. También se habló de que Chile lidera la regulación sobre inteligencia artificial en América Latina, y que recientemente el Ministerio de Ciencia propuso la certificación de nuevos perfiles laborales, entre ellos, especialistas en interacción con la inteligencia artificial, auditores de ética, programadores y especialistas en datos.

Este interés en el área tecnológica va en línea con lo que está sucediendo en Europa, donde en marzo pasado el Parlamento Europeo aprobó con amplia mayoría una Ley de Inteligencia Artificial que garantiza la seguridad y el cumplimiento de los derechos fundamentales y al mismo tiempo impulsa la innovación, convirtiéndose en la primera en el mundo en regular y normar el diseño, desarrollo y difusión social de la IA.

Este avanzado proceso sirve como ejemplo para que nuestro país pueda consolidarse como líder dentro de la región y ser un referente en la materia. Pero antes, para lograrlo y trabajar unidos, es fundamental que entendamos la real influencia que tiene la IA no sólo a nivel de políticas gubernamentales, sino también en todos los ámbitos de nuestras vidas, con especial foco en la educación.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que, tal como lo plantea el Gobierno, las capacidades del mercado laboral no son suficientes para lo que se requiere hoy en día. Según el Foro Económico Mundial, 65% de los niños y niñas que entran a estudiar tendrán trabajos que aún no existen, pero seguimos anclados en un currículum que no considera estas nuevas profesiones. Por eso, tenemos por delante la gran misión de transformar los sistemas educativos y preparar desde pequeños a los futuros profesionales para que manejen conocimientos de ciencias, biología, química, inteligencia artificial, robótica, biotecnología, energía limpia o computación cuántica. 

Lea también: El FMI alerta que la IA generativa también afectará los trabajos cualificados

Otro aspecto a trabajar en el corto plazo, es que como sociedad dejemos de ver a la inteligencia artificial como una amenaza y en cambio, nos acerquemos a conocerla como una oportunidad y una herramienta capaz de entregar una mejor propuesta de valor en todo tipo de labores. 

Hoy es el momento de concientizar a los adultos y preparar a los niños pensando en el mañana. Si no lo hacemos, todos los avances normativos que se produzcan en materia de IA no tendrán una aplicación concreta, porque no habrá talento humano capaz de ejecutarlos dentro de las empresas que los requieran. Además, si miramos hacia el pasado, podemos comprobar en la práctica que todas las grandes revoluciones tecnológicas necesitaron contar en paralelo con un cambio cultural para poder ser implementadas con mayor rapidez y eficacia. 

Muchas de las capacidades que necesitamos para realmente apropiarnos de las ventajas de la inteligencia artificial y tomar la delantera aún no están del todo desarrolladas en Chile. Es bueno que se trabaje a nivel legislativo para regular su buen uso, pero falta aún profundizar en varios aspectos, en especial los éticos. No podemos descuidar ni por un minuto lo que estamos haciendo en el ámbito educativo -tanto desde el punto de vista técnico como valórico-, para utilizar la IA con conocimiento y respetando los derechos de las personas. Es el talento humano combinado con el potencial tecnológico lo que nos permitirá estar a la vanguardia de las metas que queremos alcanzar en las próximas décadas.  

*La autora es bioquímica y cofundadora de Lab4U 

https://news.google.com/publications/CAAqBwgKMOLPsQsw7-rIAw?hl=en-US&gl=US&ceid=US%3Aen