La cultura abierta va ganando protagonismo en la gestión del talento humano en las empresas. Y, para Mariela Arce, esta desempeña un papel fundamental para fomentar un ambiente colaborativo y ameno.
Quienes gestionamos equipos diversos, pasamos mucho tiempo pensando y repensando nuevos enfoques que contemplen a todos los perfiles, en especial a las nuevas generaciones que nos impulsan a innovar todo el tiempo. ¿Qué demandan?
Los jóvenes quieren sentir que su trabajo contribuye a una causa más grande y que su esfuerzo marca una diferencia positiva en el mundo. Buscan flexibilidad y equilibrio entre trabajo y vida personal. Quieren tener oportunidades para aprender y desarrollarse profesionalmente, esto incluye capacitación continua, programas de mentoría y posibilidades de progreso en su carrera.
Están acostumbrados a utilizar tecnología en su vida diaria y esperan contar con herramientas modernas y eficientes en su lugar de trabajo. Para ellos es muy importante contar con un ambiente laboral inclusivo, diverso y que les proporcione autonomía. Agradecen las oportunidades de capacitación, pero esperan que se den al ritmo que surgen los cambios y las innovaciones en el mercado.
Definitivamente, este contexto establece ciertas condiciones que las organizaciones deben considerar para seguir atrayendo talentos. Es allí donde entra en juego un factor fundamental que habilita una gran parte del ambiente laboral que los jóvenes esperan: la cultura abierta.
¿De qué hablamos cuando decimos “adoptar una cultura abierta”? Se trata de crear un espacio que promueve la innovación sin miedo al error, que invita a sus colaboradores a descubrir nuevas versiones de ellos mismos, a interactuar con otros roles más allá de un organigrama. Es compartir los conocimientos, mejorar juntos lo realizado, identificar problemas y construir soluciones colaborativas. Para los líderes, se trata también de crecer a través de la formación de las nuevas generaciones y así extender esta práctica en el tiempo.
También le puede interesar: ¿Cuánto gana un freelancer en Latinoamérica y en el mundo? Este estudio lo responde
Crecer de la mano es una búsqueda diaria frente a un contexto de mercado absolutamente desafiante en todos los niveles, no solo por la aceleración de los cambios sino también por la exigencia de nuevas formaciones académicas para estos jóvenes que aún se están estableciendo. Por eso, es crucial que el proceso de re-skilling y adaptación a las necesidades cambiantes del mundo laboral comience desde la universidad. Brindar una educación que se centre en el desarrollo de habilidades apalancadas en el uso de la tecnología a la vez que promueva una mentalidad abierta hacia el aprendizaje continuo, ayudará a los jóvenes a estar mejor preparados para enfrentar los desafíos del futuro.
La cultura abierta desempeña un papel fundamental en este proceso. Al fomentar un ambiente de aprendizaje colaborativo y ameno, en donde se ve el acceso a la información como un bien común y se valoran la diversidad y la inclusión como conductores de la innovación, los perfiles logran crecer. De esta manera se impulsa la eliminación de una brecha que, muchas veces, desalienta a los jóvenes a innovar.
Al adoptar una cultura abierta, las organizaciones tienen el privilegio y la obligación de apoyar el desarrollo de habilidades y conocimientos que tendrán un impacto en el futuro de la sociedad. Los grandes avances tecnológicos que han marcado la historia de la humanidad han sido el resultado del trabajo compartido y colaborativo de los individuos que se atrevieron a pensar en el más allá. Este enfoque interpela a las nuevas generaciones y las compromete aún más con sus proyectos laborales, ayudando a construir un futuro mucho más diverso, inclusivo y promisor.
*La autora es Directora Regional de Marketing y Comunicaciones, Red Hat
