Red Forbes
¿Qué podemos esperar de la economía chilena en el 2023?
El 2022 fue un año complejo para la economía chilena y el 2023 podría ser peor

Con el cierre del año, toca hacer balance del intenso año que acaba de concluir, así como analizar las previsiones que se han ido publicando sobre un escenario futuro para el que debemos empezar a prepararnos.
Y en esta línea, si tenemos en cuenta todos los retos a los que deben enfrentarse las economías, las perturbaciones que sufren estas tras la pandemia, la desaceleración económica de la que avisa el FMI como consecuencia de combatir la inflación, entre otras cuestiones de gran relevancia que afectan diariamente a la economía, hablamos de un balance que se vuelve mucho más necesario que en otros momentos.
Pues, en un escenario tan incierto y desafiante como el actual, apartar la vista del entorno significa perderse sucesos que, como podemos observar a cierre de año, son determinantes para proyectar la evolución futura de las economías.
En esta línea, y tras haber registrado una tasa de crecimiento que rozaba el 12% en el año anterior, hemos de señalar que el año 2022 ha sido un año bastante menos alentador que el 2021. El crecimiento del PIB chileno durante el pasado ejercicio, pese al rebote vivido durante su antecesor, no llegó a superar el 2%.
Las actuaciones que han tenido que llevar a cabo las autoridades monetarias para controlar la inflación, además de otros sucesos que han impedido al país aprovechar todo el potencial con el que cuenta, han acabado lastrando el crecimiento de una economía que, pese a situarse por encima de muchas economías de América Latina tras contrastar numerosos indicadores, se encuentra prácticamente estancada.
Con unas tasas de interés que hoy se sitúan por encima del 11%, Chile es, junto a Brasil y Argentina, la economía del mundo que más ha subido los tipos de interés para combatir la inflación. Como ya explicamos, combatir la inflación es algo necesario, pero erosiona un crecimiento que se encuentra cada vez más debilitado.
Y ello, en última instancia, acaba afectando a todos los indicadores económicos que utilizamos los economistas para medir la situación económica; pudiendo destacar, entre ellos, una tasa de desempleo que, en la misma línea que la actividad económica, también ha empeorado respecto al pasado ejercicio.
En resumen, el año 2022 ha sido un año complejo para la economía chilena. A finales de 2021 se proyectaba una situación muy distinta a la que vemos a día de hoy. Como decía, la elevada inflación, la inestabilidad institucional, la falta de gasto público, entre otras cuestiones, han impedido a la economía chilena expandirse como lo ha hecho en otros momentos de la historia. Y lo peor de todo esto que comento es que, atendiendo a las previsiones que se tienen para el presente ejercicio, es decir, para el 2023, parece que la situación podría empeorar.
Si en 2022 Chile ha mostrado un desempeño bastante agridulce, las previsiones que se tienen para 2023 muestran que la proporción de sensación agria seguirá ensanchándose respecto a la proporción que contempla esa sensación dulce. La economía chilena, atendiendo a su crecimiento, ha registrado una tasa de crecimiento que se ha situado en el 1,7%. No obstante, la previsión del PIB para el año 2023, atendiendo a las previsiones que publica la OCDE, la CEPAL, entre otros organismos, advierten de una contracción de la economía chilena que podría situarse en un rango entre -0,75% y -1,75%.
En otras palabras, lo que dicen estas previsiones es que la economía chilena se encuentra al borde de la recesión económica, y esto es algo que debería preocuparnos, teniendo en cuenta que hablamos de una economía en desarrollo que todavía precisa aplicar numerosas reformas para las que necesita recursos, apoyos, así como todo aquello que proporciona el crecimiento económico.
Y hemos de señalar, además, que en este escenario, es decir, en un escenario en el que Chile registre la contracción que todos los analistas predicen, el país se situaría como la única economía de América Latina que entraría en crisis en el presente ejercicio; pues todas las economías analizadas en América Latina, en mayor o menor medida, prevén crecer durante este año.
Dicho lo anterior, hemos de señalar que, en nuestro caso, también apoyamos la versión que ofrecen los organismos. Como decía, el país sufre una inflación desmedida que no termina de remitir. En este escenario, hemos de seguir subiendo los tipos para contenerla, y ello, como decía anteriormente, nos obliga a renunciar al crecimiento.
Además, la confianza en las instituciones, que siguen pendientes de aplicar la reforma constitucional, entre otras cuestiones que vemos cuando analizamos la situación, suscitan la dificultad de revertir una situación en la que, como vemos, queda mucho trabajo por hacer y mucho camino por recorrer.
En resumen, y a modo de conclusión, el año 2022 no ha sido un año malo para la economía chilena, pero sí ha sido una especie de punto de inflexión que ha llevado a la economía chilena de liderar el crecimiento en la región a liderar el desastre.
Las previsiones para el nuevo año, como hemos podido observar, no son buenas; y el escenario, como también hemos visto, no ayuda a revertir la situación. Por ello, es hora de ponernos a trabajar, pues se vienen muchos retos, y en el caso de la economía chilena, como hemos visto, se vienen muchos más.