La empresaria Dominique Rosenberg llevó su obsesión por los productos de belleza a un conglomerado de cinco empresas que se expandieron por todo Chile. Hoy está interesada en llegar a más países de la región.

Dominique Rosenberg fue campeona nacional de tenis y hoy es una empresaria exitosa en la industria de la belleza. Actualmente, lidera DBS, un holding que factura más de 100 millones de dólares al año y que engloba a DBS Beauty Store, Tiendas Makeup, Prismology, la importadora DJ y Kiko Milano.

En su niñez, su vida giraba en torno al tenis. Vivía para el tenis. Pero tenía una obsesión por los cosméticos, las cremas y el maquillaje. “Cada vez que podía me escapaba y entraba a una tienda de belleza y compraba productos; como viajaba mucho, tuve la oportunidad de conocer muchos productos de belleza de distintas partes del mundo y me fascinaba. Era mi vía de escape del deporte. Mi obsesión”, cuenta Rosenberg en entrevista con Forbes Chile.

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Por el deporte se mudó a Estados Unidos, donde estudió e hizo su práctica para terminar ganando un contrato de trabajo en un hotel prestigioso de Miami. Pero el destino la terminó llevando a que desarrollara su obsesión por la belleza. En unas vacaciones en Chile, conoció al que sería su esposo y renunció a su vida en el exterior. Posteriormente, daría vida a su primer sueño: un salón de belleza con el concepto ‘day spa’.

El negocio fue fundado en 2006 y, casi que a la par, comenzó a generar utilidades que reinvirtió para importar productos de belleza (para uñas, skincare, cuidado capilar) que usó en el mismo salón. Sin embargo, la pareja notó interés de otros salones cercanos los productos y los empezaron a vender en Santiago, luego en todo Chile. La distribuidora se hizo grande y, en 2011, la empresaria decidió lanzar sus dos primeras tiendas DBS en Parque Arauco y Mall Plaza Oeste. Actualmente, su conglomerado tiene 70 tiendas en Chile.

DBS, cuyas ventas han crecido a doble dígito en los últimos tres años, comercializa alrededor de 200 marcas que importa de Estados Unidos y Europa, principalmente, pero también desarrolló su propia marca de maquillaje, accesorios de belleza y estuchería de belleza regalable que fabrican en Corea, Turquía, Alemania y Polonia.

Tienda DBS
FOTO: Rodolfo Jara / Forbes Chile

EL SALTO A PERÚ

Antes de la pandemia, Rosenberg tenía el interés de abrir DBS al mercado peruano. Pero llegaron las restricciones y el caos de la covid-19. Así que esperó pacientemente cinco años y, justamente, entre mayo y junio, tiene planeado abrir cinco tiendas en el país vecino.

“Veníamos mirando muy de cerca Perú. El mercado está más subdesarrollado que en Chile, por lo tanto, hay una oportunidad e irse a Perú es el paso natural de las empresas chilenas”, dice.

Pero no sólo Perú le llama la atención para expandir su marca. Así como lo hizo en Chile, abarcando con variedad de marcas y comercios, también ve atractivos los mercados de Colombia, México, Paraguay y Argentina.

“Creo que todavía estamos muy lejos de la meta que tenemos con DBS. Aún hay un camino muy largo por recorrer y espero que siempre estemos muy lejos, porque el día que uno siente que está cerca es el principio del fin. Si bien estamos muy contentos y orgullosos de lo que hemos logrado, tenemos infinidad de cosas por alcanzar y [varias] oportunidades. Queremos ser el destino de belleza favorito de todas las mujeres en Latinoamérica, por lo tanto, estamos trabajando fuertemente en el journey, el marketing, la estrategia de fidelidad. Tenemos diferentes formatos [y estamos] incorporando nuevas marcas”, puntualiza.

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Para la empresaria, el mundo de la belleza ha evolucionado tras la pandemia, pues la gente tomó mucha conciencia de lo que es el bienestar. “La gente se cuida más la piel y el maquillaje ayuda a resaltar, pero lo importante es la piel sana, hacer deporte, alimentarse sano, tomar agua. Hoy es una belleza mucho más integral y vinculada al mundo del wellness, que se ha incorporado cada vez más en la vida de las mujeres”.

MUJER EMPRENDEDORA

Cuando Rosenberg partió con su negocio, recuerda que no existía -o no veía- a otras mujeres emprendiendo. “Y hoy la palabra está de moda y es lo máximo. Todo el mundo quiere emprender, pero más que el concepto de emprender, debería pesar es que la gente luche y persiga sus sueños. Las mujeres tienen mucho miedo de hacerlo. Hasta el día de hoy es una dificultad. Hay mucho que evolucionar en ese sentido. Es nuestro deber que esa brecha se siga acortando para que las próximas generaciones, mis hijas y nietas, no tengan que vivirlo“, resalta.

Señala que las mujeres aún sienten mucha culpa, porque el emprendimiento necesita mucho tiempo y mucho foco. “Creo que no hay mejor ejemplo para hijas e hijos que ver a sus papás trabajando y luchando por sus sueños”.

Como sucede con cualquier emprendimiento, la empresaria cuenta que pasó por momentos difíciles, sobre todo cuando estaba empezando. “El mundo del emprendimiento tiene momentos tan buenos que hace que a uno se le olviden los malos. Es un camino largo y complejo”.

El desafío es seguir creciendo, seguir abarcando más mercados y poder llevar belleza a la vida de las personas para generar un cambio positivo.