Thomas Kimber, un emprendedor del sur de Chile, creó Karün pensando en el impacto de la moda para comercializar anteojos que además generaran el propósito del bienestar social y medioambiental.

Thomas Kimber tenía 10 años cuando le dijo a sus padres -una fotógrafa de la naturaleza y un ejecutivo de empresas- que sería el próximo Bill Gates y que en vez de “windows”, crearía “doors”. Entró a la universidad a estudiar ingeniería comercial y tras darle varias oportunidades, renunció a la carrera al año. Decepcionado de la modalidad tradicional de hacer empresas, quiso adentrarse en la naturaleza y acampaba solo en distintos parques nacionales de Chile. Llegó a la conclusión de que demostraría que las empresas pueden hacer el bien a los ecosistemas naturales y a la sociedad, haciendo productos de calidad y encontrando financiamiento. Así nació Karün. Y en vez de puertas, creó anteojos.

“Me sorprendió cómo en la universidad me enseñaban que en la economía lo más importante es el egoísmo del ser humano y que el objetivo de todas las empresas es la maximización de utilidades, por lo que todos teníamos que contestar en los exámenes que para hacer eso había que bajar los costos y darle retorno a los inversionistas y hacer cosas, por lo general, negativas para la sociedad”, cuenta el emprendedor chileno en entrevista con Forbes.

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Sin un título, pero con un objetivo muy claro, creó varios emprendimientos; como “el primer portal online de sustentabilidad en Chile”, de venta de productos sustentables y la fundación Reforestemos Patagonia, que tras los incendios registrados en el parque nacional Torres del Paine el 2011, creó una plataforma con un bosque virtual donde la gente podía hacer clic en cada árbol quemado y donar 4 dólares para que de gris el árbol pasara a verde (pues se plantaría uno nuevo y se entregaría información del lugar exacto donde estaría). “No teníamos ni un peso y logramos recaudar más de un millón de dólares en donaciones en el primer año con 50.000 personas que donaron desde distintas partes del mundo”, detalla Kimber.

Pero en 2012 renunció a esos emprendimientos para dedicarse al 100% a Karün. ¿Y cómo nació? ¿Por qué decidió crear anteojos?

El joven de 34 años, en ese entonces de 22, estaba mirando una foto donde aparecía con unos anteojos de plástico fosforescentes que estaban de moda en ese entonces. “Dije: wow ‘cómo puedo usar eso tan horrible?”, y entendió la influencia de la moda. Pensó en el poder de la moda y lo impresionante que sería usarlo no solo para para vender, sino también para generar impacto positivo en el medioambiente y en la sociedad. “Dije ‘bueno, voy a hacer anteojos porque son icónicos. Es lo primero que uno ve en otra persona cuando los tiene, uno ve el mundo a través de ellos y voy a demostrar que podemos hacer anteojos de la mejor calidad en el mundo bajo una lógica diferente, en la que podamos trabajar junto a comunidades rurales, restaurar ecosistemas naturales y competir con las grandes marcas del mundo en los mercados más desarrollados'”, explica.

Así, desde Puerto Varas, al sur de Chile, creó la oficina principal de la compañía que ahora tiene presencia comercial en 50.000 puntos de venta, localizados en 17 países, incluyendo Chile, Argentina, Uruguay, México, Colombia, Estados Unidos, España, Italia y Portugal, entre otros.

Empezó solo, “sin un peso”, buscando artesanos en Chile que pudieran hacer anteojos de madera -el primer material con el que eran fabricados- y se hizo socio con un amigo que duró poco tiempo en el proyecto. Los primeros anteojos de madera de Sudamérica, como asegura, fueron hechos a mano en un taller en el estacionamiento de la casa de su mamá, en Puerto Varas. Al año logró levantar su primera ronda de financiamiento por 120.000 dólares y empezó a meter inversionistas en la compañía. Ahora, el material implementado es plástico reciclado que extraen del mar e, incluso, a partir de colillas de cigarro. Los anteojos son trazados por medio de blockchain a través del Karün Traceability System, que permite detallar a los clientes quiénes recolectaron el material, dónde y el viaje que hizo hasta poder usarlos.

Kimber asegura que en los últimos cuatro años las ventas de anteojos han crecido sostenidamente en un 40%.

CADENA DE VALOR

El 80% de la materia prima la recolectan en la Patagonia, y también en distintas partes del mundo como China, Ghana, Tailandia, India y en el Mediterráneo, para luego fabricar los anteojos en China, Taiwán e Italia.

Trabajan junto a comunidades rurales de Chile, de la región de Los Lagos, Aysén, O’Higgins, entre otras, y los ayudan en dos cosas, exlica Kimber: “Que los emprendedores rurales puedan limpiar sus ecosistemas naturales, donde puedan recolectar redes de pesca, metales, distintos tipos de residuos y luego estos líderes de impacto nos venden ese material y el ingreso que reciben por vendernos el material, lo convierten en capital semilla para poder acompañarlos a desarrollar sus propios microemprendimientos”.

DEL SUR DE CHILE A HOLLYWOOD Y A MESSI

Kimber siempre pensó a Karün como una empresa global, y más allá de los anteojos, el propósito era el impacto ambiental. Es por ello que ha luchado por generar alianzas con National Geographic, la actriz de Hollywood, Shailene Woodley como rostro de la marca, y nada más y nada menos que Leo Messi.

¿Y cómo lo hizo?

Con Woodley tuvo que pasar el filtro de su manager y lograr un acuerdo con Grand Vision, el retailer óptico más grande del mundo, para finalmente conseguir que visitara el sur de Chile y lograr ser rostro de la marca.

Y con el futbolista Leo Messi fue a través de la fundación Join The Planet, iniciativa que tiene a Messi como embajador princial, entre muchas otras personalidades, y de la que Karün fue encargada de rescatar la materia prima, diseñar y producir la réplica exacta del botín de Leo Messi.

“Es un símbolo y una escultura coleccionable hecha con residuos recolectados en todo el mundo, con trazabilidad blockchain y la venta de ésta ayuda a financiar organizaciones ambientales alrededor del mundo que estén enfocasas en conservación y restauración de ecosistemas naturales. Karü es el partner oficial de Join The Planet. Desarrollamos estrategia de impacto, materiales, producto, trazabilidad”, explica Kimber.

EL CAMINO DE KIMBER COMO EMPRENDEDOR

“Nunca pense que iba a ser tan difícil”, dice Kimber desde Puerto Varas, tras llegar de New York, de un viaje de negocios. Lo que más le ha costado es financiar el crecimiento internacional, pero subraya que eso lo ha obligado a él y su equipo a ser creativos, resilientes, y con una cultura organizacional muy innovadora y empática.

Interrumpe la entrevista y dice: “¿Me puedes dar unos minutos? Me está llamando un inversionista muy importante” y al retomar, comenta: “Llevo levantando capital todos los meses de mi vida por muchos años. Mi camino de emprenedor ha sido muy cansador, difícil, vivir con la incertidumbre absoluta todos los días. Es una batalla ser capaz de pagar los sueldos, los gastos todos los meses y ha sido asi por 12 años. Pero al mismo tiempo es muy gratificante porque uno ve las personas cómo se van desarrollando, estamos inspirando a personas, avanzando y la conclusion es que realmente se puede. Creo que tenemos un equipo y una empresa que de verdad es como una joya”, finaliza.

Además de su oficina en Puerto Varas, también tienen en Santiago, Madrid y Miami y son casi 80 personas las que conforman la empresa que quiere seguir demostrando que pueden ser rentables sin contaminar el ambiente y sin centrarse sólo en hacer dinero.

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