Según un estudio de McKinsey & Company, las startups están atravesando un período desafiante a medida que disminuye el financiamiento de capital de riesgo y aumentan las rondas descendentes.

El ecosistema de startups de América Latina ha estado experimentando altibajos en los últimos años, ratifica un estudio realizado por la firma McKinsey & Company.

La región fue testigo de un notable auge de capital de riesgo, con el número de unicornios aumentando de 9 en 2018 a 34 en 2021. Sin embargo, las mareas ahora han cambiado ya que el 33% de las startups se ha enfrentado a rondas descendentes -en las que sus valoraciones bajan. Asimismo, ha habido una disminución significativa del 51% en volumen de financiación de capital de riesgo entre 2021 y 2022.

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El reporte de McKinsey, que encuestó a alrededor de 200 startups latinoamericanas, más de 300 empleados de estas organizaciones y estudiantes de STEM, arroja luz sobre cuatro hallazgos cruciales que pintan el panorama actual.

“Este paseo en montaña rusa requiere de las startups un camino mucho más temprano hacia la rentabilidad. Si antes todo se trataba de crecimiento, el dilema actual es cómo equilibrar crecimiento y rentabilidad”, se lee en el informe.

DESAFÍOS PARA LAS STARTUPS DE AMÉRICA LATINA

En primer lugar, a pesar de la caída de las inversiones, todavía hay esperanza para las startups de la región, ya que el incremento potencial de la participación en el volumen de la inversión de capital de riesgoasciende a un 88%, equivalente a US$2.500 millones.

La disponibilidad de capital beneficia principalmente a las empresas emergentes en etapa inicial y las fuentes de financiamiento se están diversificando. Los 10 principales inversores activos en América Latina representaron el 40% de las operaciones en 2021, pero descendieron al 24% en 2022, lo que indica la madurez y experiencia de los fondos de capital de riesgo locales.

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En segundo lugar, el crecimiento y el desarrollo de productos siguen siendo las principales prioridades para las nuevas empresas. A pesar de la incertidumbre económica, las empresas emergentes de la región, excluyendo Brasil, continúan creciendo a una tasa del 44%, con un enfoque particular en la adquisición de clientes. Las estrategias de crecimiento orgánico, como SEO, crecimiento impulsado por productos y referencias, representan el 71% de la adquisición de nuevos clientes. Además, McKinsey destaca que las empresas emergentes que invierten en nuevos productos experimentan tasas de crecimiento más altas, lo que enfatiza la importancia de estos dos aspectos.

En tercer lugar, equilibrar el crecimiento y la rentabilidad plantea un desafío para las nuevas empresas. McKinsey identifica cuatro grupos de empresas emergentes en función de su enfoque de este equilibrio. Curiosamente, el 19% de ellos logran crecer rápidamente mientras monitorean de cerca las aspiraciones de rentabilidad. El viaje desde el lanzamiento hasta la monetización suele tardar menos de un año, pero alcanzar el punto de equilibrio puede requerir mucho más tiempo. Las empresas emergentes enfocadas en la rentabilidad emplean varias estrategias, incluida la optimización de CAC y el gasto en ventas (52%), las palancas de eficiencia de costos de TI (49%) y la reducción de costos a través de redundancias (40%).

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Por último, retener el talento se convierte en un tema apremiante, ya que el 25% de los empleados de las startups contempla dejar sus puestos en los próximos 3 a 6 meses. Mejores perspectivas salariales impulsan al 56% de estos empleados, mientras que el 40% busca mejores beneficios.

A pesar de los desafíos, los inversores de capital riesgo expresan optimismo sobre el futuro. Anticipan una ola de personas talentosas y nuevas empresas prometedoras que surgirán durante esta etapa de crisis.

Como resultado, McKinsey sugiere que es momento de revisar el valor de las startups y fortalecer su cultura, recalibrar el crecimiento y la rentabilidad sin perder el enfoque y reconfigurar la relación entre fundadores e inversionistas, definiendo una estrategia de financiación oportuna.

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