La nadadora de aguas gélidas, que fue la primera sudamericana en completar el desafío de nadar los siete mares, se prepara para nuevas gestas en el mar y trabaja fuera de este en la creación de una fundación para promover el deporte, con un foco especial en la brecha de género.
Hace diez años, por una invitación, Bárbara Hernández empezó a nadar en hielo. La deportista, que estudió Psicología y que nadaba en piscina y mar abierto, desde niña sintió la motivación de lanzarse a hacer algo que no sabía si era capaz de hacer y apostó por llevarse al límite. Hernández conocía las gestas realizadas por deportistas de Estados Unidos y Europa que habían sido las primeras en completar retadoras hazañas como nadar el canal de la Mancha y, habiendo nadado en aguas abiertas y heladas, sintió la inquietud de retarse.
“La primera mujer que nadó el canal de la Mancha lo hizo en 1926. Esos nados ya existían pero en mujeres norteamericanas, inglesas… Me pregunté si viniendo de dónde vengo —explica que su familia tenía pocos recursos— podría lograrlo, si podría ser la primera chilena en hacerlo y desde ahí agarré el desafío y ya no lo solté”, cuenta a Forbes Chile la deportista, quien recientemente se convirtió en la primera sudamericana en completar el desafío de nadar los siete mares.
Para Hernández, sus gestas van mucho más allá de la foto o la medalla. Y es que desde que asumió los retos de dedicar su trabajo al nado en aguas heladas y particularmente de nadar los siete mares, se ha esforzado en que detrás de cada nado cale un mensaje y se ha convertido en una abanderada de la promoción de la mujer en deporte —impulsando el cierre de brechas de género—, de la protección de los océanos y de la importancia de la gestión de riesgos. “El deportista para mí es un ser social, que puede hablar de temas de género, de equidad… Tenemos voz y voto y podemos acercarnos a la gente”, confiesa la deportista, quien combina su trabajo en el agua con la participación en eventos, charlas motivacionales a empresas y la realización de documentales.
Cuando Hernández habla de su trabajo, a menudo emplea el plural y menciona de forma recurrente a su “Ice Tea”. Y es que el costo logístico de cada nado es muy alto y detrás de estos hay un equipo de personas que está dispuesto a darlo todo para ayudarla. “Siempre hablamos en plural porque al final sí soy yo la que nado y salto al agua, pero necesito el apoyo de un equipo completo. Ese equipo se queda en Chile para que pueda financiar el nado y una persona me acompaña. Hay personas alrededor del mundo que están dispuestos a ayudarnos en cada destino, está la Armada de Chile…”, cuenta la nadadora, quien resalta el apoyo que suponen su pareja y sus padres, quienes siempre la animaron a “soñar en grande”.
Conseguir auspicios ha sido un gran desafío y el apoyo del Banco de Chile supuso un antes y un después en su carrera. “Tengo un apoyo también del Ministerio de Deportes pero alcanza para financiar una carrera al año y tenemos seis. El grueso de mis ingresos está relacionado con ser speaker, con poder hablar con empresas y marcas”, desvela la deportista, quien maneja ella misma sus redes sociales, desde las que motiva a otras mujeres.
Sus próximos proyectos en el agua son la participación en una competencia en el glaciar Perito Moreno, en Argentina; el nado ida y vuelta a la Isla de Santa Catalina, en California —que implica recorrer más de 100 km—; y el Mundial en Italia, en enero de 2025. Fuera del agua, el desafío es incluso mayor: la deportista trabaja en la creación de su propia fundación. “Mi objetivo es poder promover el deporte, pero con una patita muy bien puesta en todo lo que es equidad de género. Me mueve poder tener un rol [social] más activo”, cuenta la conocida como ‘Sirena del Hielo’, quien también está evaluando regresar a Antártica para hacer investigación.
En la Antártida, la deportista estableció en el 2023 el récord Guinness del mayor nado en aguas gélidas sin traje de neopreno. Y, pese a su experiencia, cuando iba a lanzarse al mar sintió miradas que parecían decirle que no podía. Sin dudarlo, se puso de nuevo al límite y respondió con su nado a quienes creían que una mujer chilena de 38 años no podía lograrlo.
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