Expertos coinciden en que 2023 será un año difícil, pero son cautos al evocar una recesión

El diagnóstico es claro: se va una era de moderación económica y política, dando entrada a un régimen sin nombre, con mayor incertidumbre y volatilidad. Hará falta contar con un manual de estrategia de inversión, por lo que el mundo se enfrentará a variables diferentes.

Ante este panorama, 2023 va a requerir tres cosas: la primera apunta a advertir las consecuencias de aplicar medidas para atajar la inflación, lo que se traduce en daños económicos y recesión; la segunda se relaciona con observar los activos que han sufrido variaciones en renta fija, que si bien tienen un rol clave para generar ingresos, han quedado en entredicho al reflejar una volatilidad similar a la de renta variable; y finalmente, la tercera implica saber convivir con la inflación, pues ha demostrado ser difícil de bajar pese a los intentos para controlarla.

“Es necesario que los países apliquen un plan de inversión diferente al que usaron en el pasado, sobre todo por el daño económico de las políticas restrictivas de los bancos centrales. A este punto de la recesión, el tema central es el riesgo global. En detalle, si se analiza regiones con más opciones, Europa puede estar ya en recesión, con cifras que no se han visto en cuatro décadas”, explicó a Forbes el director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock, Axel Christensen.

Para que nos hagamos una idea, primero de la visión global y luego de nuestra propia región, en EE.UU. se espera una contracción del PIB del 0,1% en 2023 e incluso un segundo año de cifras negativas en 2024. Europa es una historia un poco diferente por las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania, por lo que las proyecciones apuntan a -0,5% del PIB en 2023 y una recuperación en 2024.

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Para explicar el impacto de estas cifras, el gestor de cartera de Janus Henderson, Jason England, detalló que los mercados siempre están buscando señales con 12 o 18 meses de anticipación. “Tienes que preguntarte dónde estará la economía en 18 meses, cuál es la forma del mercado y dónde está el crecimiento. El mercado es siempre un mecanismo de descuento, y los mercados europeos te lo dijeron probablemente hace nueve meses: aquí viene la recesión. El momento de preocuparse por la recesión y la crisis energética en Europa fue hace seis o nueve meses”, afirmó.

En el caso de América Latina, la historia no es tan diferente, pues es difícil ver a la región superando esta perspectiva de grupo negativo o muy pobre frente al crecimiento a nivel mundial. De hecho, las perspectivas de BNP Paribas para Argentina señalan una proyección de 0% para 2023, para Brasil llega a 0,5%, para Colombia se ubica en 0% y para México está posicionada en 0,3%.

No obstante, el jefe de investigación de BNP Paribas para la región, Gustavo Arruda, destacó que todavía se pueden dar algunos debates sobre 2023, pues al entrar en tecnicismos sobre lo que es la recesión, es clave “simplificar el punto de vista”.

“Va a ser una situación muy difícil para los países de la región, con la economía siguiendo esta tendencia. Decidimos que el próximo año se siente como una recesión, aunque nuestra visión apunta a que no será súper profunda, sino algo suave. Pese a ello, tomará más tiempo recuperarse de allí, por lo que defendemos el plan de bajar la inflación”, aseguró el experto.

Christensen también se mostró de acuerdo en que todas las naciones estarán “muy atareadas” en traer la inflación hacia abajo, y si algunas creían que habían llegado a tope en tasas de interés, lo más probable es que se mantendrán vigilantes frente al daño económico. Por ello, habrá que tolerar más inflación de la habitual.

“Por intentar subir las tasas y fracasar, el mercado está buscando pivotar, pero está haciendo una suposición muy simplista de que, cuando pivotamos o no sobre las tasas de interés en 2023, el pensamiento se basará en lo que han sido los últimos 10 años, pero la próxima década será muy diferente de la última“, sostuvo England.

Sin embargo, hay casos especiales como Japón, donde la inflación no es tan alta con apenas 3,8% con corte a noviembre de 2022, mientras que China no tiene problemas en este indicador, sino en la actividad económica y bajo crecimiento por la política de cero Covid. Por ello, el directivo señaló que es clave analizar el panorama geopolítico debido a dichas restricciones, teniendo en cuenta que hay muchos servicios suspendidos a raíz de las mismas.

Pese a ello, Arruda se mostró optimista con respecto a China, que experimentaría cierta recuperación con la reapertura, pero todavía con algunos riesgos derivados con el repunte de contagios de Covid-19 y la nueva variante XBB.1.5, que se perfila como un actor problemático a nivel mundial, aunque con una escala ligeramente menor en comparación con Ómicron el año pasado.

Dicha reapertura traería consecuencias problemáticas para el dólar, de acuerdo con English. Y es que el experto reconoce que hay más gente ahora que hace seis meses asegurando que la divisa estadounidense se va a desvanecer. Si se tiene en cuenta que, en el caso de Colombia, la moneda cayó $77 y cerró por debajo de $4.700 en la jornada de ayer, no le falta razón.

“El dólar sigue siendo una operación popular y un préstamo de consenso. Aunque se habla más del desvanecimiento del dólar, no creo que la cartera de los inversores esté posicionada para ello. Si se desvanece, creo que lo hará a la vista de la reapertura de China, que es fantástica para Europa, pero además, la caída de la moneda estadounidense sería fantástica para los mercados emergentes“, añadió.

Hablar de los emergentes demanda volver a América Latina, y es que hay países que entraron más debilitados. En este grupo, Christensen detalló la presencia de Chile, cuyo banco central pronostica recesión, y en el caso de Colombia, por la necesidad del Banco de la República de subir aun más las tasas de interés, puede que la nación enfrente riesgos de contracción, aunque no tan profundos. Por su parte, México y Brasil tendrán una actividad económica menor, aunque no será suficiente para llegar a una recesión.

En este punto hay que hacer una diferenciación con la gestión política de los países. Algunos tienen reformas necesarias, así que hay que estar atentos a los cambios estructurales que puedan producir, pero este escenario también depende mucho de a qué reformas nos estemos refieriendo.

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“Soy consciente de que Colombia está debatiendo varios tipos de reformas y Chile está reescribiendo la Constitución. Pero, por otro lado, Brasil ha llevado a cabo recientemente una serie de reformas que se perciben como más favorables al mercado, por ejemplo, una reforma pensional que fija los 65 años como edad de jubilación. Así que depende mucho de qué tipo de actuación estemos hablando”, aseveró Arruda.

Para el experto, si intentamos relacionar esto con el debate sobre tener un gobierno más de izquierdas, como ha sucedido en la mayoría de naciones latinoamericanas, estas reformas y la elección de un gobierno de dicha ideología política están muy relacionadas con las peticiones de protección social de la población.

Sin embargo, este tipo de medidas tiene consecuencias. Por ejemplo, si se necesita ampliar el balance del gobierno para gastar más en protección social, se debe ser consciente de que esto puede crear alguna consecuencia de crecimiento potencial. Asimismo, el reto de hacer varias reformas a la vez es que el impacto de las mismas no suele estar muy claro, aunque los responsables políticos intenten observarlo desde distintos ángulos. Lo anterior acabaría generando alguna consecuencia que no imaginan y, por consiguiente, deben corregir.

“Lo importante es garantizar la sostenibilidad fiscal y asegurarse de que cualquier política que planeen hacer sea equilibrada. Si planean gastar más necesitan aumentar impuestos, o si planean gastar más en lo social sin aumentar los impuestos, deben recortar en algún otro lugar del presupuesto. Al fin y al cabo, todo esto tiene que ir acompañado de un equilibrio presupuestario”, concluyó el directivo.

No cabe duda que los nuevos gobiernos tienen el enorme reto de equilibrar estas grandes expectativas de protección social con la visión del mercado e incluso con el futuro del país. Todo para que las políticas tengan este equilibrio entre el gasto y los ingresos o la recaudación de impuestos, y a final de cuentas, estemos hablando de un escenario que se siente como una recesión sin serlo del todo.