Se trata de la recuperación de sistemas de anclajes, que han registrado datos oceanográficos durante un año en las profundidades de la Fosa de Atacama. Se hizo en la expedición IDOOS II.

A bordo del buque oceanográfico de Chile AGS-61 Cabo de Hornos, un equipo de científicos liderado por el Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) ha concluido un ambicioso crucero de investigación en la Fosa de Atacama, alcanzando importantes avances en el estudio del océano profundo.

Se trata de las primeras medidas directas de corrientes dentro de la fosa, lo que permitirá conocer la magnitud, la dirección y la variabilidad de estas y entender los mecanismos que las producen. También, se obtuvieron las primeras mediciones directas del flujo de partículas hacia el interior y fondo de la fosa, lo que dará luces sobre el origen de la materia que está llegando a las grandes profundidades y que ayudará a los científicos a descifrar por qué la Fosa de Atacama es la más rica en materia orgánica y aparentemente en biodiversidad a nivel mundial. 

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Durante la expedición, liderada por Igor Fernández, se recuperaron dos líneas de equipos oceanográficos, o “anclajes”, que habían sido instalados en octubre de 2023, logrando por primera vez obtener registros de mediciones continuas en esta zona ultra profunda.

 “Ya son varios años que estamos en esto. Comenzamos el 2014 inicialmente con la idea de estudiar la Fosa de Atacama, pero había que prepararse. Necesitábamos mucha tecnología, recursos, barcos, etc. Y de a poco con mucho esfuerzo y con la colaboración también internacional, hemos ido alcanzando hitos muy importantes en la exploración del océano que tenemos frente a Chile, que es el océano más grande del planeta y que tiene mucho interés para la ciencia y para el país también”, señala Rubén Escribano, subdirector del Instituto Milenio de Oceanografía.

¿POR QUÉ ESTUDIAR LA FOSA DE ATACAMA?

Estas líneas ancladas en el lecho oceánico, equipadas con sensores de corrientes marinas, oxígeno disuelto, salinidad y temperatura; han capturado datos a lo largo de un año, permitiendo estudiar las condiciones y dinámicas en la Fosa de Atacama, a profundidades superiores a los 7.500 metros frente a la región de Antofagasta (25°S).

Las líneas contaban con tres trampas de sedimentos diseñadas para recolectar el material particulado que cae hacia el fondo marino, aportando información única sobre los procesos biogeoquímicos en esta región remota y poco explorada. Estos anclajes oceanográficos forman parte de un Observatorio Integrado del Océano Profundo (IDOOS, por sus siglas en inglés), que cuenta además con sensores geofísicos instalados en el fondo del mar en la misma zona, observatorio financiado por el programa FODEQUIP Mayor de la Agencia Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, ANID.

La Fosa de Atacama es una quebrada que está bajo el mar frente a Chile. Puede llegar hasta los 8 kilómetros en la zona más profunda frente a Antofagasta. “Esta trinchera representa la zona donde se hunde la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana, produciendo los grandes terremotos y tsunamis que ocurren de vez en cuando, pero además es una zona donde se almacena gran parte del carbono orgánico que se produce en las capas superficiales del mar y que se absorbe como CO2 desde la atmósfera”, explican los expertos.

“Este almacenamiento de carbono es sumamente importante porque está relacionado con el control del clima de todo el planeta. Siendo un ecosistema tan importante aquí frente a Chile, aún no hemos aprendido nada de él. Nosotros, como científicos, tenemos esa misión de explorarlo, conocerlo y entender cómo funciona. Sabemos que tiene un impacto en la productividad biológica del océano frente a Chile, pero también en el control del clima. Además, representa también un tema importante desde el punto de vista de los riesgos naturales. Debemos entender cómo funciona, y está muy cerca, justo frente a nuestro país”, detalla Escribano.

El crucero actual también incluyó el uso de un vehículo autónomo de caída libre denominado “lander” capaz de descender al fondo marino para realizar filmaciones y recolectar muestras de agua. En IDOOS II, se recolectaron con el lander cinco posibles nuevas especies y muestras de agua para ADN, gases y otros compuestos químicos. Estas imágenes y muestras proporcionarán datos clave para conocer mejor los ecosistemas y procesos biogeoquímicos en las grandes profundidades y en un entorno caracterizado por la Zona de Mínimo de Oxígeno (ZMO), presente entre los 100 y 400 metros de profundidad frente a la costa norte y centro de Chile.

La instalación, mantenimiento y recuperación de los anclajes y el desarrollo del lander fueron posibles con la colaboración entre el IMO y el Centro de Instrumentación Oceanográfica (CIO) de la Universidad de Concepción. La tecnología y experiencia aportada por estos equipos representan un avance crucial en la capacidad de Chile para estudiar su océano profundo, contribuyendo con datos valiosos y pioneros en la región del Pacífico Sur.