La inteligencia artificial puede hacer tareas antes reservadas solo para humanos. ¿Hasta dónde llegará?
La polémica canción de Shakira y Bizarrap sigue generando discusión a cinco días de su lanzamiento y tras lograr cifras record en Spotify, plataforma en la que llegó a liderar el Top 50 en el día de su debut. No solo las marcas o los líderes de opinión han tenido algo que decir, pues a esta discusión ya se sumó la inteligencia artificial, con un ejercicio que nos muestra el potencial de ChatGPT, una nueva herramienta que está revolucionando el mundo.
El director de la Cámara de Emprendimiento y Aceleración de la ANDI (ANDI del Futuro), Andrés Raigosa, se dio a la tarea de consultar a ChatGPT, el prototipo de chatbot de inteligencia artificial desarrollado por OpenAI, sobre cuántas posibilidades de éxito tendría una canción como la que dedicó la colombiana al exfutbolista Gerard Piqué, entregándole la letra completa como insumo. Su respuesta fue sorprendente.
“El contenido de esta letra es claro y directo, y trata temas relacionados con el amor, la relación, la desconfianza y el empoderamiento femenino. Es una letra que podría tener un gran impacto en las personas y motivarles a seguir adelante con sus sueños y metas, por lo que le daría un 8 o 9 de 10 en términos de éxito”, respondió la IA.

A primera vista, esta herramienta puede parecer un juguete inteligente, pero a nivel técnico no funciona de manera diferente a los sistemas de IA anteriores, simplemente es mejor en lo que hace. Incluso, se podría decir que es como Google con esteroides, según explicó a FORBES el profesor titular de Innovación Tecnológica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Charles Kane, al dar luces sobre el potencial de ChatGPT.
Sin embargo, el nivel de efectividad de dichos “esteroides” dependerá del grado de información que se le suministre a la IA, creada el pasado 30 de noviembre. Con apenas mes y medio de vida, se le puede describir como un algoritmo inmerso en modelos de aprendizaje, enfocados principalmente en la relación entre los humanos y las máquinas, donde incluso los primeros pueden guiarla y corregir sus errores.
“Cosas que hacen ellos y nosotros no es que la IA premia el error. A ella la programan para equivocarse constantemente y aprende del error, por lo que no se deprime cuando pierde, sino que se vuelve mas poderosa. Ese es uno de los matices que nos lleva a pensar cómo estamos aprendiendo y cómo eso nos convierte en humanos que aprenden de la experimentación”, dijo Raigosa.
Si se tiene en cuenta que el gigante tecnológico Microsoft está considerando una inversión de US$10.000 millones en el equipo de investigación de OpenAI, su impacto en el mundo podría ser todavía más profundo. Para el profesor asociado en la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania, Ethan Mollick, esto significa que los expertos podrán llenar los vacíos de la capacidad de la IA, incluso cuando esta se vuelve más útil para el experto.
¿Hacia donde va esto? Indudablemente, ChatGPT y la inteligencia artificial en general va a seguir aprendiendo, ya que tiene el potencial de convertirse en un sistema de reto a la creatividad humana si logra mimetizar acciones más allá de la digitación. La forma más certera de saberlo es mediante la prueba de Turing, a través de la que se evalúa una máquina para determinar si puede exhibir un comportamiento equivalente o indistinguible del humano. El truco en este test es que no se sabe cuál de los dos conversadores es realmente una máquina.
¿De Shakira a todo lo demás?
“Lo que hace la IA es crear información más precisa, como hizo Google hace 15 años. El hecho de que esa información esté disponible implica que necesita ser usada para un propósito, y el debate está en cómo los humanos usan esa información. Puede haber mejores doctores y abogados porque la información es poder, y entre más rápido la consiguen, más precisos se vuelven”, explicó Kane.
Esto no deja de lado que los humanos puedan ser reemplazados cuando la búsqueda que viene con ellos puede ser eliminada por la capacidad de respuesta de la IA, pero también abre la puerta a la creación de otros trabajos que hagan el proceso mucho mejor, práctica que empezó en la década de los sesenta y ha mejorado cada vez más. Incluso puede alcanzar un nivel superior si se tiene en cuenta que la IA no se deteriora como el cerebro humano.
Sin embargo, todo ejercicio de futuro que se asigne a la IA se basa en datos que tenga disponibles en el presente, lo que puede o no estar sesgado. El buen o mal uso de la herramienta dependerá de la intención de quien la use, pues independientemente de que el futuro sea utópico, distópico o imaginario, se está mostrando realmente que es una herramienta útil para muchas cosas y que es grande el potencial de chatGPT.
“La respuesta está condicionada por el tipo de pregunta, y es como la lampara de Aladdin: si no tienes cuidado puede haber resultados contraproducentes”, resaltó Raigosa, quien complementó su apreciación al detallar que la IA “está lejos de tener consciencia propia”.
“Literalmente, la IA no sabe lo que no sabe y tampoco puede explicar qué hace o cómo lo hace, porque no es una entidad en absoluto, sino un algoritmo complejo que genera oraciones significativas (…) Eso quiere decir que los sistemas pueden tener sesgos y que la acción poco ética es posible, difícil de detectar y difícil de detener”, explicó Mollick.
Por el momento, lo único que la vuelve más peligrosa es que puede interactuar con otros computadores, teniendo en cuenta que su poder se asemeja a las reacciones del cerebro. Según Kane, esto puede llegar a un nivel mucho más avanzado gracias a las computadoras cuánticas, y es que un modelo sencillo con esta tecnología es mucho más poderoso que los equipos más avanzados del momento.
“Las computadoras cuánticas actúan más rápido que un equipo binario y ahora están siendo ajustadas para que esa velocidad y precisión sea mejorada con IA y proveer respuestas más rápido cuando haces investigaciones. A veces toma tiempo para seguir algunas características, pero con la tecnología cuántica se acorta, entonces hablamos de IA con motores muy poderosos que alcanzarían un nivel que no vemos en la tecnología actual”, añadió el profesor del MIT.
Es claro que no podemos dejar de ver a inteligencia artificial como una herramienta, pero tampoco se puede olvidar que también son extensiones de las acciones de ser humano, lo que nos hace directamente responsable por lo que haga la herramienta, así como de los sesgos que pueda tener al dar alguna respuesta. Si bien el asunto está lejos de tener una respuesta clara, lo único seguro es que el potencial es ilimitado, pues los recursos están a la mano. Está abierto el debate sobre el potencial de ChatGPT.