Las organizaciones no solo necesitan mejores herramientas tecnológicas para hacer frente a esta creciente amenaza, sino también, desarrollar ciberinteligencia y capacidad de análisis y anticipación.

El ransomware se ha consolidado como la mayor amenaza para las organizaciones a nivel global. A pesar de las mejoras en las defensas y la adopción de medidas de ciberseguridad, los actores del cibercrimen han logrado perfeccionar sus técnicas gracias al uso de inteligencia artificial (IA), maximizando, además, el impacto de sus ataques. Esto se ha traducido en un incremento significativo del cibercrimen organizado, que aumentó un 30% el 2024 en comparación al año anterior. Y es que, gracias al uso de plataformas como Ransomware-as-a-Service (RaaS), se realizaron ataques a gran escala, incluso por parte de actores menos experimentados.

El impacto financiero de los ciberataques sigue en ascenso. De acuerdo con el Reporte de Ciberseguridad 2025 de Entel Digital, en 2024, el costo promedio de una violación de datos alcanzó los 4,88 millones de dólares, un 9,7% más que el año anterior. Entre los métodos más utilizados, destaca el uso de IA para automatizar ataques, evadir defensas y generar campañas altamente dirigidas. A su vez, la explotación de vulnerabilidades sigue siendo la causa principal de estas amenazas, lo que evidencia la importancia de mantener los sistemas actualizados y con los últimos parches de seguridad.

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Sin embargo, las organizaciones no solo necesitan mejores herramientas tecnológicas para hacer frente a esta creciente amenaza, sino también, desarrollar ciberinteligencia y capacidad de análisis y anticipación. Para esto, es fundamental que las empresas y organizaciones se enfoquen en cinco acciones clave.

Primero, en educar a los usuarios, sobre todo en la sensibilización sobre ataques de ingeniería social y ciberamenazas. Segundo, es fundamental proteger los activos críticos. Para esto es necesario realizar evaluaciones constantes de vulnerabilidades y refuerzo de sistemas. Tercero, integrar soluciones de inteligencia artificial, bajo herramientas que detecten ciberataques y respondan en tiempo real. Cuarto, implementar dispositivos de seguridad: uso de firewalls, sistemas de detección y monitoreo de redes. Y, finalmente, es crucial mantener actualizados software y hardware: aplicando parches de seguridad de forma continua.

La acelerada adopción de modelos de IA, tanto en organizaciones como en la vida cotidiana, también incrementa los riesgos. Los atacantes pueden utilizar estas tecnologías para analizar masivamente datos, detectar patrones y lanzar ataques altamente personalizados. Frente a este panorama, es imperativo que empresas y gobiernos prioricen la inversión en tecnologías avanzadas, fortalezcan la colaboración global y promuevan una cultura de ciberseguridad resiliente.

Las organizaciones que adopten una estrategia proactiva no solo reducirán sus riesgos, sino que se posicionarán como líderes en un mercado cada vez más competitivo. La ciberseguridad no es solo una opción; es una necesidad crítica para la supervivencia en la era digital.

*El autor es Gerente de Ciberseguridad de Entel Digital