La IA ha irrumpido también en la esfera política. Su uso, sin embargo, implica oportunidades y desafíos. Verónica Poblete da a conocer cómo puede aprovecharse.

A menos de un mes de las elecciones regionales y municipales en Chile, el ambiente político está marcado por la desconfianza y la falta de propuestas claras. Las disputas internas, las acusaciones de corrupción y una agenda centrada en desacreditar al rival siguen alejando a los ciudadanos de los partidos. En este escenario, surge una pregunta crucial: ¿puede la inteligencia artificial (IA) ayudar a reconstruir la confianza en los líderes políticos o, por el contrario, profundizará la brecha entre palabras y acciones?

La IA ha irrumpido en la comunicación política con una dualidad. Por un lado, ofrece una capacidad sin precedentes para analizar, segmentar y personalizar mensajes; por otro, presenta desafíos éticos que pueden afectar la confianza en el sistema democrático. Los políticos que se adapten a esta realidad no sólo serán aquellos que dominen la tecnología, sino quienes mantengan la autenticidad de su comunicación.

La IA permite conocer a la audiencia en un nivel nunca antes visto, abriendo la puerta a la microsegmentación: mensajes diseñados para resonar con grupos específicos. Sin embargo, esta práctica puede fragmentar el debate público y socavar la posibilidad de consensos. Al depender de algoritmos para decidir qué decir y a quién, los líderes corren el riesgo de perder autenticidad. El desafío está en equilibrar la eficiencia de la IA con la responsabilidad de mantener un discurso honesto y coherente.

Con la proliferación de noticias falsas, deepfakes y bots que manipulan la información, la IA también amenaza la percepción de la verdad en la política. La autenticidad se convierte en un valor indispensable en un entorno donde la veracidad puede ser cuestionada en cualquier momento y la reputación, destruida en minutos por narrativas falsas. No basta con comunicar bien; es necesario mostrar una coherencia constante entre lo que se dice y se hace. La verdad no puede ser solo una estrategia de campaña, sino un pilar central del liderazgo político.

La IA permite a los políticos estar en todas partes, generando contenido y participando en conversaciones virtuales. Sin embargo, esta omnipresencia digital puede llevar a la deshumanización. Los políticos deben recordar que la conexión emocional con sus electores no se basa en la cantidad de interacciones, sino en la calidad de estas. El reto es usar la tecnología para amplificar la voz del político, no para diluir su humanidad. La IA puede procesar datos, pero no reemplaza la capacidad de un líder para conectar y emocionar genuinamente.

Lea también: Meta lanza ‘Movie Gen’, su nuevo modelo de IA que crea videos y compite con Sora de OpenAI

Los algoritmos y plataformas sociales permiten diseñar campañas que explotan sesgos cognitivos, miedos y refuerzan creencias. ¿Hasta qué punto es ético utilizar la IA para moldear opiniones? La línea entre persuasión y manipulación es delgada, y su cruce puede minar la confianza en los líderes y en el sistema democrático. Los políticos que busquen liderar en esta era tecnológica deben ser transparentes sobre cómo se usan los datos y establecer límites claros en el uso de estas herramientas. El liderazgo político se define no solo por la capacidad de obtener votos, sino por la de inspirar y guiar con principios sólidos. 

La clave para integrar la IA en la política es utilizar los datos para personalizar mensajes que hablen directamente a las preocupaciones de las personas, sin perder la calidez humana. Los políticos pueden emplear la IA para identificar tendencias y emociones emergentes en el electorado, ajustando sus discursos para abordar estos temas de manera oportuna, convirtiendo la tecnología en un puente hacia el entendimiento.

En un entorno donde la información abunda y la veracidad se pone en duda, la narrativa vuelve a ser protagonista. Los políticos deben redescubrir el poder de contar historias que resuenen en el corazón de sus electores. La IA puede ser una gran aliada para identificar qué historias contar, pero la autenticidad del mensaje depende del político. La narrativa auténtica tiene el poder de reconciliar, inspirar y movilizar hacia una causa común.

El futuro de la política no radica en el uso más sofisticado de la tecnología, sino en la capacidad de los líderes de usarla para amplificar su mensaje sin perder de vista su responsabilidad con el entorno. Al final, la verdadera pregunta no es cómo la IA cambiará la comunicación política, sino cómo los políticos usarán la IA para cambiar la política.

*La autora es directora ejecutiva de Bee Partners

⁎ Las opiniones expresadas son solo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Chile

BOTÓN GOOGLE NEWS