El medio ambiente está enfrentando retos sin precedentes. ¿Dónde debería estar parte del foco para resolverlos? Andrea Ramos se adentra en los desafíos de la agricultura.
Restaurar las tierras, detener la desertificación y fortalecer la resiliencia para combatir la sequía es el principal llamado de las Naciones Unidas para este 5 de junio, cuando conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Y es que tal como lo plantea el organismo, el ecosistema está enfrentando un desafío sin precedentes.
Hoy, 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, afectando directamente a la mitad de la población mundial. Desde el año 2000 en adelante, el número y la duración de los períodos de sequía han aumentado en un 29%, según cifras de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. De seguir así, las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la humanidad en 2050.
Nos queda poco tiempo para actuar y por eso, más que encerrarnos en una actitud alarmista, es necesario pasar de la declaración a la acción enfocando nuestros recursos y energías en implementar soluciones efectivas que nos permitan preservar el agua y los suelos.
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Si tuviera que definir una industria clave para conseguir esta meta, la agricultura ocupa el primer lugar en la lista. Es una actividad fundamental para la existencia humana al proveernos de alimentos y a la vez una de las principales usuarias de agua dulce, con una cifra cercana al 70% a nivel mundial. Entonces ¿Cómo compatibilizar esa necesidad de producir alimentos para una población que sólo irá en aumento en los próximos años? ¿Cómo cumplir con la demanda hídrica que la agricultura y la sociedad en general requieren para funcionar, si la escasez de agua es ya una realidad?
La respuesta es con eficiencia. Tenemos identificadas las cuencas más críticas del país, por lo que el paso siguiente es aplicar soluciones basadas en tecnología que apunten a la seguridad hídrica para lograr un futuro con agua disponible para las comunidades, las empresas y los ecosistemas. El foco debe ponerse en las prácticas de riego, que pueden optimizarse para facilitar el desarrollo de la actividad agrícola utilizando el agua de manera eficiente y en concordancia con las metas de seguridad hídrica fijadas por los gobiernos y el sector corporativo a través de sus operaciones y lineamientos internos. Solo trabajando de forma colectiva podremos alcanzar una solución efectiva y sostenible a esta situación.
De esta manera, somos capaces de transformar el valor del agua en la producción de alimentos y se genera un trabajo coordinado entre todos los actores.
Revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos es el gran llamado de acción de las Naciones Unidas este año. Siendo la agricultura una de las actividades donde el agua es indispensable para garantizar la seguridad hídrica y alimentaria, tenemos en nuestras manos la oportunidad de promover la eficiencia hídrica y convertir a los agricultores en guardianes y aliados estratégicos en el cuidado del agua.
*La autora es vicepresidenta de Adaptación Climática de Kilimo
