Digitalización y reforma educacional son dos de los puntos clave en los que el país debe avanzar si quiere liderar a nivel global en estos dos ámbitos, según Carlos Manríquez.
Hay países pequeños que suelen destacar en distintas áreas, lo que genera curiosidad en el resto. Uruguay, con apenas 3,5 millones de habitantes, históricamente han destacado en el fútbol; Singapur destaca por contar con uno de los centros financieros más importantes del mundo; Suiza es conocida por sus relojes; Suecia ha destacado por ser una cantera de talento musical y que probablemente influyó en la creación de Spotify.
¿En qué destacamos en Chile? En un mundo tan hiperconectado, nuestro país debe ser capaz de adaptarse a las nuevas realidades para ser competitivo a nivel global. En otras palabras, “si no nos adaptamos o no nos destacamos en hacer algo bien, la pasaremos mal”. Así lo ratificó el informe sobre el Futuro de los Empleos 2023, realizado por el Foro Económico Mundial.
Las empresas encuestadas por este reporte indican que las barreras para la transformación incluyen la falta de habilidades necesarias en la fuerza laboral actual y dificultades en la retención del talento. En respuesta, muchos están priorizando la resiliencia y la adaptabilidad, fomentando políticas de upskilling (mejora de habilidades) y reskilling (reciclaje de habilidades) en los trabajadores.
Si lo aterrizamos a nuestro contexto, esto lo veo como una oportunidad de oro para abordar estas mismas brechas digitales y educativas y así posicionarnos como un país líder en la región… y por qué no del mundo.
Sin embargo, esto requiere un enfoque crítico y multifacético que involucre a todos los sectores de la sociedad y que en general lo podríamos abordar desde 4 esferas: digitalización, reforma educacional, innovación empresarial y un marco regulatorio acorde a lo que se viene.
Necesitamos más digitalización. Chile ha progresado muchísimo en infraestructura digital, pero aún enfrentamos el desafío de la desigualdad en el acceso a tecnologías. Según el último estudio de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, aproximadamente el 10% de la población chilena aún no tiene acceso regular a internet, con cifras que ascienden considerablemente en áreas rurales y comunidades indígenas. Este es un obstáculo crítico para la inclusión y la productividad.
Es clave que intensifiquemos esfuerzos para garantizar acceso a internet de alta velocidad. Esto no solo ayudaría a cerrar la brecha digital, sino que también abriría un sinfín de oportunidades para que individuos y empresas participen en la economía digital. Las políticas públicas deberían centrarse en asociaciones público-privadas para expandir la infraestructura de fibra óptica y mejorar la accesibilidad de los servicios digitales.
Reforma educacional para el siglo XXI. El informe del Foro Económico Mundial estima que el 44% de las habilidades laborales existentes se verán modificadas en los próximos cinco años debido a la automatización y la digitalización. Para enfrentar este desafío, Chile necesita una transformación radical en su sistema educativo desde la escuela básica y que priorice las habilidades del futuro: STEM, análisis crítico, creatividad y competencias digitales
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La educación no podemos limitarla a las aulas tradicionales. Debemos expandirlas a plataformas digitales que permitan el aprendizaje remoto y flexible, preparando a los estudiantes (hombres y mujeres) para un mercado laboral que será cada vez más virtual. Otro punto significativo aquí, es que podamos materializar programas que integren tecnología en el currículo desde la educación básica hasta la superior, y promover la capacitación docente en estas nuevas metodologías, para quienes ya están activos en este mercado laboral y para que el 60% de las empresas no tenga dificultad en acortar la brechas de habilidades en sus trabajadores. Además, eso debiese tender a que más mujeres estudien carreras matemáticas y/o tecnológicas.
¿Y si incentivamos la innovación empresarial? Debemos crear un entorno empresarial que incentive la innovación y la adopción de nuevas tecnologías. Hay muchas barreras para transformar empresas. Para incentivarlo, debemos proporcionar incentivos fiscales y subvenciones para las empresas que inviertan en modernización tecnológica y capacitación de empleados. Si bien hay algunos programas, estos no bastan. Es crucial que estas políticas se extiendan especialmente a las pequeñas y medianas empresas, que son el corazón económico del país y que más necesitan apoyo para escalar y competir en un entorno globalizado. Talento tenemos de sobra.
Apostar por un marco regulatorio proactivo. La legislación chilena necesita adaptarse rápidamente a las innovaciones tecnológicas para fomentar un ambiente de negocios dinámico y competitivo. Esto incluye leyes que regulen la inteligencia artificial (IA), la robótica y la privacidad digital, asegurando que Chile no solo siga el ritmo de estas revoluciones, sino que establezca estándares que podrían servir de modelo para toda la región. Si fuimos líderes regionales en tecnología, ¿por qué no en esta materia?
La oportunidad de Chile para liderar en la era digital y educativa es clara, pero requiere una acción enérgica y colaborativa de todos los sectores de la sociedad: gobierno, empresas, academia y comunidades. Con políticas a largo plazo, bien dirigidas y una estrategia nacional coherente. Perfectamente podemos acortar brechas digitales y educativas para avanzar hacia un futuro de mayor productividad e inclusión social. La clave será implementar estas reformas (y otras, evidentemente) de manera que realmente lleguen a todos los chilenos, creando un tejido social y económico más resiliente y dinámico para las generaciones futuras. La pregunta es: ¿Estamos dispuestos a hacerlo sin peleas ideológicas de por medio?
*El autor es cofundador y CPO de Codify
