La IA está transformando la forma en la que las personas se comunican con la tecnología. ¿Cuál es la futuro de la programación? Juan Pablo Sáez da su visión sobre el tema.
Un gran revuelo se originó hace unos días cuando a Jensen Huang, CEO de Nvidia, empresa de software y unidades de procesamiento de gráficos, se le preguntó en la Cumbre Mundial de Gobiernos sobre qué deberían aprender los niños en la actualidad para subirse al carro de la revolución digital. Su respuesta fue que ya no hace falta que estudien sobre programación, ya que “hoy se está creando tecnología informática para que nadie necesite programar”.
El planteamiento de Huang revivió el debate en torno al impacto de la inteligencia artificial (IA) en el campo laboral y cómo su llegada ha transformado la demanda de determinados puestos de trabajo. Además, al ser uno de los representantes de la industria dedicada a generar el hardware requerido para que la IA llegue a las personas y funcione de manera correcta, su opinión era esperada dentro del rubro.
Pero, ¿es realmente tan así? Es cierto que, como se ha señalado en varias ocasiones, la IA está cambiando el mundo en la manera en que lo conocemos y también recalibrando la forma en que cumplimos con nuestras tareas. Se trata de una herramienta poderosísima para gestionar grandes cantidades de información, analizar datos, automatizar procesos y aumentar la eficiencia, pero una cosa muy distinta es afirmar que reemplazará por completo el desempeño de funciones como las que cumplen los programadores y que ya no es indispensable dedicar esfuerzos al estudio de esta carrera.
Más que eliminar profesiones, lo que está haciendo la IA es reenfocar la demanda. Aquellas tareas repetitivas, monótonas y que siguen patrones específicos, pueden ser mejor realizadas por los algoritmos de la inteligencia artificial, pero en ningún caso vamos a prescindir de los expertos. Es más, la misma IA nos entrega nuevas oportunidades laborales y para alcanzar su máximo potencial, necesita de personas con habilidades especializadas, que sean capaces de manejarla, entenderla y solicitar los prompts o requerimientos más precisos para obtener los mejores resultados.
Además, ahora más que nunca es importante contar con programadores que posean la capacidad de análisis suficiente para discernir no sólo el contenido en sí, también sus implicancias éticas y el eventual peligro que podrían significar estos datos si atentan con el derecho a la privacidad de los usuarios. La Inteligencia Artificial nos puede entregar todo tipo de información, pero depende de nosotros canalizar esa herramienta para bien.
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No deberíamos sentirnos amenazados por la tecnología, pero sí debemos destinar tiempo a adaptarnos a este entorno laboral que está en constante transformación y alfabetizarnos en este lenguaje.
En el caso específico de los programadores, quizás sí van a cambiar algunos métodos y las universidades deban reorientar las mallas curriculares, pero el corazón de esta labor, más que codear o programar en sí, es el pensamiento lógico humano aplicado a la resolución de problemas, y eso es algo que jamás se verá amenazado. Cualquier respuesta que nos entregue la IA requiere de profesionales que sepan comprender el pensamiento lógico que existe detrás de la respuesta automatizada para saber cómo llevar a la práctica esa solución tecnológica de manera ética, customizada y aplicable a cada negocio en particular.
La IA no hará que desaparezcan empleos como el de los programadores de la noche a la mañana, pero sí causará que éstos evolucionen en el tiempo, demanden otras habilidades y así surjan oportunidades de desarrollo y empleo que hoy apenas vislumbramos. Por eso, estudiar y aprender tecnología sigue siendo una excelente opción para las nuevas generaciones. No importa si se trata de carreras matemáticas o humanistas, el factor tecnológico es y será parte del futuro.
*El autor es Chief Technology en Grupo Avanza
