En el actual contexto, es fundamental que las empresas lideren la búsqueda de soluciones concretas y efectivas para mitigar los impactos del cambio climático. Y para Ignacio Parada se trata de ir más allá de decir "yo soy verde".
El pasado mes de julio nos dejó altas temperaturas a nivel mundial, lo cual no dejó indiferente a nadie. Tanto es así, que ya fue considerado como el más caluroso jamás registrado en la historia, como aseguraron la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Copernicus de la Comisión Europea. Sus altas cifras fueron abordadas por la ONU para tomar una postura de urgencia, e incluso, para establecer una nueva manera para referirse a este tipo de peligros; la “ebullición global”.
Este nuevo término representa una escalada en la emergencia climática. Es un peldaño superior en este ascenso del calentamiento global que, hasta hace poco, parecía ser el único indicador de riesgo. Pero la ebullición global lleva esta situación a un punto crítico en el que la preservación de nuestro planeta está en juego. No por nada, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, subrayó la urgencia de la acción ambiental e instó a los países desarrollados a comprometerse con la neutralidad de carbono antes de 2040 y a las economías emergentes antes de 2050.
“El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es solo el principio. La era del calentamiento global ha terminado; ahora es el momento de la era de la ebullición global”, dijo Guterres el 27 de julio. “Las consecuencias son claras y trágicas: niños arrastrados por las lluvias monzónicas, familias que huyen de las llamas, trabajadores que se desmayan bajo el calor abrasador”, remarcó.
Pese a que este concepto inédito ha causado debate en la comunidad científica, al no estar consignado aún en la ciencia, la intención de tomarnos en serio esta cuenta regresiva es más importante que discutir el superlativo adecuado. Y en este contexto, es fundamental que las empresas lideremos la búsqueda de soluciones concretas y efectivas para mitigar los impactos del cambio climático.
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En esta lógica, es fundamental exigir una mayor responsabilidad política, social y empresarial a los países, ya que las soluciones dependen de cómo funcione esta mancomunión. Es claro que enfrentar el calentamiento —o ebullición— global es el gran compromiso humano de este ciclo, lo que obliga a las naciones a decidir. Tomar el desafío o dejarlo ir, pese a que las consecuencias de lo último sean irreversibles.
Sumado a lo anterior, la intersección entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y nuestras actividades empresariales se ha vuelto más crucial que nunca. Más allá de la mera búsqueda de ganancias, cada proyecto y negocio debe considerarlos como un pilar fundamental de sus operaciones. Esta integración impulsa la responsabilidad social corporativa, asegurando un futuro más equitativo y sostenible para las generaciones venideras. La integración de la importancia de los ODS, en cada empresa y proyecto, refleja una visión empresarial responsable y comprometida con un futuro mejor.
Las empresas tienen la oportunidad de convertirse en agentes de cambio positivo. Al adoptar una perspectiva sustentable, pueden trascender la búsqueda exclusiva de biobeneficios económicos y encauzar las acciones hacia prácticas que promuevan el bienestar social, la protección ambiental y la prosperidad a largo plazo.
Este enfoque no solo contribuye a la resolución de desafíos globales, sino que también genera una ventaja competitiva al atraer a consumidores y colaboradores que valoran la ética y la sostenibilidad. La incorporación de este último aspecto en nuestro quehacer implica una transformación profunda en la mentalidad y en la toma de decisiones. Es fundamental que el color verde deje de ser mero adorno y se convierta en el núcleo estratégico.
La importancia de la sustentabilidad radica en reconocer que la misma va más allá de acciones aisladas, pues si bien plantar árboles y otras prácticas similares siempre suman, no podemos subestimar la necesidad de una estrategia sólida que abarque presente y futuro. Las declaraciones “yo soy verde” son superficiales. Lo esencial es discernir entre las empresas comprometidas genuinamente y las que simplemente siguen tendencias.
*El autor es CEO de Bioelements
