El costo de la discriminación en el ámbito laboral asciende hasta los US$ 550.000 millones en EE.UU
Por María Jose Martabit*
La discriminación ocurre cuando damos un trato desigual y de carácter negativo hacia una
persona o grupo determinado, ya sea por motivos de raza, sexo, ideas políticas, clase social, religión, entre otros. A lo largo de la historia, este comportamiento ha estado presente de diversas maneras y recién en los últimos años la sociedad se ha vuelto más consciente de los daños que genera en los individuos, organizaciones y empresas.
Pero aún con todos los avances y concientización de las personas y organizaciones, las acciones discriminatorias siguen presentes. Lo anterior ocurre porque que la discriminación
tiene como base los llamados unconscious bias o sesgos inconscientes que están presentes en todas las personas y que nos hacen tener comportamientos discriminatorios sin darnos cuenta.
Los sesgos se extienden hacia todos los aspectos de nuestras vidas y se expresan cada vez que nos comunicamos, ya sea a través de conversaciones, chats, correos electrónicos, y
también en gran parte de los productos que consumimos: películas, artículos de revistas,
guiones de marketing, e incluso en políticas empresariales.
La existencia de estos sesgos inconscientes derivan en una sociedad menos justa y menos inclusiva. Compañías de todo el mundo están al tanto de este problema y en constante
búsqueda de nuevas soluciones. Además de la intención de crear mejores espacios de
trabajo para sus equipos, corren el riesgo cada vez mayor de que estos sesgos inconscientes afecten negativamente su reputación, lo que puede repercutir directamente en el valor de su marca y en sus ingresos.
Cifras mundiales estiman que hasta un 41% de las empresas que sufren un acontecimiento
negativo para su reputación registran pérdidas económicas como consecuencia. Asimismo,
recientes estudios estiman que el costo de la discriminación en el ámbito laboral fluctúa
entre los US$ 450.000 y US$ 550.000 millones anuales en Estados Unidos. Para evitar estos
costos, las organizaciones están cada vez más dispuestas a aplicar soluciones preventivas para mitigar estos riesgos, siendo la más frecuente el establecimiento de oficinas de diversidad e inclusión.
La composición de equipos de trabajo más diversos en cuanto a sexo, raza, edad, entre otros, es algo que hemos visto con fuerza en los últimos años tanto a nivel internacional como local,
pero hay que tener claro que esta no es la única solución. Pese a las millonarias inversiones
en programas de diversidad e inclusión, la discriminación sigue aumentando en el sector
privado. Iris Bonhet, profesora de Business and Government y codirectora del programa Women and Public Policy Program en la Universidad de Harvard, ha concluido tras varios estudios que no hay pruebas concretas de avance en materia de inclusión y diversidad dentro de las compañías.
La razón de fondo radica en que la base de la discriminación se encuentra en sesgos que forman parte del inconsciente de los seres humanos y que nos hacen tomar la mayoría de
nuestras decisiones del día a día. La discriminación ha encontrado formas de infiltrarse
incluso a través de la tecnología y ocurre por ejemplo, cuando los algoritmos de aprendizaje
automático de Inteligencia Artificial están creados por sesgos humanos que —si no son
mitigados—, pueden perpetuar la discriminación al contar con datos sesgados desde su
origen.
Por esta razón, una empresa que quiera marcar la diferencia deberá impulsar políticas que
abarquen distintas áreas dentro de la organización interna y no sólo las más evidentes. Ya
existen soluciones innovadoras creadas con Inteligencia Artificial para detectar y mitigar
sesgos, es decir, aprovechar las herramientas para transformar positivamente la vida de las
personas.
La discriminación es un desafío universal que debe resolverse si queremos construir una
sociedad más justa e inclusiva. Los casos de sesgos y discriminación son inevitables, pero
la pregunta a plantearnos es: ¿Qué tan eficientes podemos ser al intentar prevenirlos? Si nos
hacemos cargo de los sesgos, tendremos menor discriminación, equipos más inclusivos y
diversos, y en consecuencia, ganancias económicas y sociales para nuestra sociedad en su
conjunto.
*La autora es abogada, fundadora y CEO de la startup Theodora
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