¿Es el título profesional, la mejor forma de medir las habilidades y aptitudes de un candidato?

Probablemente el siguiente caso sea el que usted tenga en mente al pensar cómo un profesional llega a su primer trabajo en el mercado laboral: El estudiante “X” (llamémoslo “José”) se gradúa de enseñanza media y entra a una universidad a estudiar una carrera de alrededor de 5 años y, luego de graduarse, postula a varias empresas hasta quedar seleccionado en una de ellas.

¿Qué factores hicieron que José fuera seleccionado para su primer trabajo? El primer factor es su título universitario, el “cartón”, que con seguridad mostró al momento de postularse a ese trabajo. Si José es afortunado y cuenta con redes de contacto, pesará también su capital cultural, y las conexiones de las cuales disponga. Porque ciertamente para muchas empresas tradicionales ser graduado universitario sigue siendo un mínimo inamovible en el proceso de selección. Pero, ¿es el título la mejor forma de medir las habilidades y aptitudes de un candidato?

No lo piensan así empresas de la talla de Google, que han ido des-priorizando el título y están seleccionando por competencias a través de desafíos técnicos, pruebas de casos y entrevistas “ciegas”.

Un proceso como el descrito reduce el sesgo, ahorra tiempo y permite encontrar talentos más rápido. Aumentar la diversidad en las empresas al expandir los grupos de candidatos más allá de las escuelas tradicionales, no solo incrementa la competitividad, sino también genera mayor inclusión.

Volviendo al caso de José, supongamos que no es tan afortunado y no cuenta con capital cultural ni redes de contacto. Si a ello sumamos que su título dejó de ser relevante para empresas que comienzan a evaluar por competencias, José posiblemente no encuentre trabajo fácilmente. ¿Qué valor tendría entonces su título?

Frente a un mercado laboral en rápida evolución debido a la adopción de tecnologías, el sistema educativo actual parece dormido y no permite el cambio, con mallas inmodificables que castigan la innovación. Los incentivos tampoco están bien alineados. Las instituciones educativas reciben matrículas mensuales no vinculadas a la empleabilidad de sus graduados, por lo que apoyar a sus estudiantes con apresto laboral no es una prioridad.

Pero hay una luz de esperanza. Nuevas academias de educación online no tradicional y de formación acelerada son un avance hacia el aprendizaje basado en competencias, que entregan credenciales acumulables a una fracción del costo (y tiempo) de una carrera tradicional.

La educación es ejemplo de libro de una industria lista para la disrupción. El cambio sistémico lleva tiempo incubándose y tendrá un efecto renovador en la educación tradicional. Como toda disrupción, habrá afectados. Sin embargo, los procesos educativos deberán cambiar para entregarles a cientos de miles de “Josés” las competencias que les permitirán ser parte del mercado laboral del presente y del futuro.

*El autor es director ejecutivo de Coding Dojo en Latinoamérica.

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