El crecimiento previsto para el 2022 muestra un crecimiento del 1,8%

La economía chilena presenta diversos riesgos reales, y entre esos riesgos, incluso, podríamos encontrar una estanflación.

La inflación no da tregua al Banco Central de Chile, y la actuación que está llevando a cabo la autoridad monetaria, subiendo la tasa de interés, está erosionando el crecimiento de una economía que prometía mucho a principio de año, pero que, como dije la semana pasada, se está apagando. Y basta con atender a las previsiones que ofrece el Fondo Monetario Internacional (FMI) para darnos cuenta de esa desaceleración que vive la economía chilena, la cual se recoge en unas previsiones ajustadas a la baja.

Las previsiones con las que cuenta el Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran un incierto futuro para la economía chilena. Pese a que hablamos de una economía con grandes fortalezas, las previsiones de crecimiento que publica el organismo se han ajustado a la baja, hasta el punto de situar a la economía chilena en un escenario de estanflación si esa desaceleración mencionada se prolongara. Pues debemos saber que el crecimiento previsto para el 2022, atendiendo a los ajustes realizados por el FMI, muestran un crecimiento del 1,8%, pero lo estimado para 2023 muestra un crecimiento del 0%, es decir, un crecimiento nulo.

Teniendo en cuenta que la inflación no remitirá, atendiendo a las previsiones que ofrece el mismo FMI, un crecimiento nulo o una contracción prolongada durante dos trimestres daría lugar a una recesión técnica, y de prolongarse aún más esta situación en el tiempo, la estanflación sería el fenómeno en el que se vería inmersa la economía chilena si esta situación llegara a producirse. Una delicada situación, atendiendo a que no contamos con herramientas para combatir dos fenómenos que, como la inflación y el estancamiento económico, se están produciendo de manera simultánea.

Como vemos, la economía que hace un año se reactivaba muy rápidamente, alcanzando crecimientos superiores al 11,7% por la respuesta adoptada, hoy se encuentra ante un serio problema. Los Bancos Centrales cuentan con herramientas, como los tipos de interés, para combatir la inflación, pero esas mismas herramientas, cuando se utilizan para combatir la inflación, confrontan con un crecimiento económico que debe frenarse para frenar el crecimiento de los precios. En otras palabras, se produce una dicotomía en la que debemos frenar en seco el crecimiento económico si queremos frenar el ascenso de los precios.

Pues sólo es posible frenar la inflación si relajamos la demanda, y relajar la demanda conlleva frenar la actividad económica, por lo que se produce una situación de estancamiento. No obstante, también es preciso señalar que las previsiones de inflación, que tienen en cuenta todos los problemas que vive la cadena de suministro por la pandemia y los conflictos armados, muestran una inflación que podría extenderse a lo largo del presente año y del siguiente. Por tanto, ni subiendo los tipos de interés podríamos frenar la inflación, pues la oferta se encuentra muy condicionada por otros fenómenos que siguen muy presentes en la economía.

Este escenario, en el que no tenemos crecimiento económico y la inflación sigue presente, es el peor escenario posible. Pues como explico anteriormente, si aplicamos políticas para combatir la inflación, frenamos el crecimiento económico, y a la inversa ocurre lo mismo. Si aplicamos políticas para fomentar el crecimiento económico, fomentamos la demanda en tanto en cuanto fomentamos el crecimiento de los precios. En una situación de estanflación precisamos fomentar el crecimiento económico y, de la misma manera, la relajación de los precios; dos situaciones incompatibles atendiendo a las políticas convencionales aplicadas anteriormente por el Banco Central.

Por ello es importante tener en cuenta esta situación, pues no hablamos de una situación cualquiera. Teniendo en cuenta la situación que vive el planeta, un estancamiento económico tiene sentido, pero el problema que nos encontramos se encuentra en que estos precios se encuentran condicionados por otros fenómenos, como la guerra de Rusia y Ucrania o el shock de oferta que vive el planeta, los cuales podrían dar lugar a que la inflación siga presente más de lo estimado. Y en este escenario, teniendo en cuenta la desaceleración, la estanflación es inevitable.

En resumen, y como dije hace dos semanas, la economía chilena cuenta con muchas fortalezas que la convierten en una garantía entre las economías emergentes de la región. Además, su PIB per cápita, entre otros indicadores, sitúan a Chile como una de las economías que más bienestar ofrece a su población. Sin embargo, las previsiones con las que contamos para el futuro del país nos dicen que el país no se encuentra exento de riesgos, contando con riesgos reales de verse inmerso en una estanflación.

Salir de una situación así es complicado y tiene consecuencias. 

Pues, como también dije hace una semana, Chile es una economía que precisa aplicar reformas para combatir la desigualdad, para combatir la pobreza, entre otros desequilibrios que presenta el país. Escenarios como el presente ponen en riesgo las reformas, pues siguen apagando el potencial de una economía que precisa desarrollo y recursos para salir de semejante atolladero.

El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia

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