La industria creativa nunca ha estado mejor posicionada para liderar la transición de nuestras economías, sostiene Ramón Molina

Siempre es bueno una breve definición de lo que entendemos por industrias creativas que nos permita enfocarnos y comprender el tamaño del desafío: las industrias creativas utilizan la creatividad del ser humano, su talento o habilidades, por tanto, el capital intelectual es su input principal (Thorsby 2001). Entendido lo anterior, es interesante revisar el estado en que se encuentra esta industria.

La industria creativa nunca ha estado en una mejor posición para liderar la transición de nuestras economías en Latinoamérica hacia el desarrollo. Este liderazgo de las industrias creativas se ve apoyado en tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, el desarrollo del blockchain y, por supuesto, su capacidad de aportar valor a otras industrias que se encuentren en transición tecnológica-digital.

Las economías, a medida que se complejizan, transitan de la economía de la extracción a la economía de las ideas, pasando por economías de estaciones intermedias como fabricación, ingeniería y diseño.

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Y como la industria creativa es por definición desarrollada con base en ideas y creación, tiene mucho que aportar en este desafío de los países.

Para dimensionar el tamaño del desafío, en el Reino Unido, país que podría considerarse el campeón mundial en generación de valor a partir de la creatividad, las industrias creativas aportaron cerca de US$ 155 millones en 2019 (cayeron por efecto del COVID-19 a US$ 139 millones en 2020). Igualmente, representan cerca de un 6% de la economía del Reino Unido, muy cerca del 8,6% de la industria financiera, que es la tercera más grande dentro de los países OCDE.

En Chile, el aporte a la economía de las industrias creativas en su conjunto es menos del 2%. Por su parte, las tecnologías emergentes permiten poner en valor el aporte de la industria creativa y, especialmente, valora el rol de los artistas y creativos.

Para dimensionar este aporte, tan sólo el blockchain permitirá, entre otras cosas, lo siguiente: los contratos serán cada vez más inteligentes, se establecerán relaciones transparentes persona a persona, la definición de precios será más eficiente y dinámica, y existirá una monetización de las obras creativas.

Por otra parte, la inteligencia artificial no se presenta como un competidor de los artistas, si no más bien como un colaborador para expandir su creación a niveles superiores, más aún cuando la inteligencia artificial se vaya haciendo cada vez mas criteriosa y sensible. Es decir, la propia transición de máquina a creatividad será un tremendo aporte en sub-industrias como la de los videojuegos, reconocimiento facial en la industria de películas, curatoría, entre otras.

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Y por último, el tremendo aporte que la industria creativa puede hacer a distintas industrias tradicionales, como lo es la incorporación de realidad virtual o aumentada en faenas mineras, producción industrial, medicina y diseño de experiencias para la revolución que traerá el Metaverso, con su co-existencia entre lo virtual y lo físico.

Para lograr desarrollar la industria creativa como se merece, un camino a potenciar es tratar a las empresas creativas como startups, al igual que si fueran de base científica tecnológica, donde mientras buscan su sueño, se conectan con empresas tradicionales y realizan pruebas de concepto, usando partes de su propuesta de valor.

Lo anterior traerá un nuevo aire a las empresas creativas, asegurando su subsistencia y por otro lado, aportando toda su creatividad y valor a industrias que están lejos de poder contar con ese talento. Y así lograremos consolidar esta industria como líder en la economía de las ideas.

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El autor es director ejecutivo del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini

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