Es momento de centrarnos en “dónde” se hace el trabajo y en cuidar la salud de los colaboradores

Cuando las organizaciones se enfrentaron por primera vez a los cambios que dejó la pandemia en la forma de trabajar, se centraron en gran medida en las expectativas de las personas sobre el nuevo modelo híbrido. Sin embargo, ahora debemos ver mucho más allá. Es momento de centrarnos no sólo en “dónde” se realiza el trabajo, sino que también en cuidar la salud de nuestros colaboradores y en darles las habilidades adecuadas para realizar sus funciones. Este último punto es sobre todo crucial.

Las personas necesitan las habilidades adecuadas para operar en este nuevo entorno digital y más aún para enfrentar el mundo del trabajo, que estará compuesto por máquinas y humanos. De acuerdo con un estudio reciente de Accenture y País Digital, 38% del trabajo en Chile, tal cual lo conocemos, se automatizará hacia el año 2030.

Pero así también podemos potenciar el 51% de las funciones a través de las nuevas tecnologías. Entonces, las organizaciones que crean relaciones sólidas entre la tecnología y las personas (habilitadas por las nuevas habilidades y formas de trabajar) estarán mejor posicionadas para el crecimiento futuro. 

Para avanzar, hay que tener en cuenta consideraciones a corto y largo plazo. 

En primer lugar, es necesario establecer una cultura de aprendizaje continuo. Las empresas están sometidas hoy a una inmensa presión para hacer frente a la escasez de talento. Y este fenómeno sólo crecerá: de acuerdo con el estudio de Accenture, Technology Vision 2021, 91% de los ejecutivos chilenos afirma que la competencia por adquirir y retener al mejor talento aumentará los próximos tres años.

Una manera de que los empleadores se diferencien es ofrecer una cultura de formación continua. La adquisición de nuevas habilidades no sólo ayuda a los trabajadores en sus funciones, sino que también los equipa para mantener el ritmo, a medida que evoluciona el mundo laboral.

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Segundo, mejorar las competencias de forma equitativa. A medida que la cultura del aprendizaje continuo va tomando forma, las empresas deben cultivar las habilidades de igual forma para todos. Por ejemplo, en lo que respecta a las tecnologías emergentes, un estudio reciente de Accenture reveló que la brecha de competencias entre las minorías étnicas (52%) y el resto (40%) es mayor en lo que respecta a blockchain, inteligencia aplicada, internet de las cosas y computación en la nube.

Las mujeres son las que tienen el camino más largo hacia una experiencia laboral equitativa. También son las que más pueden ganar -desbloqueando 4,7 veces su potencial- si se les entregan las habilidades digitales necesarias.

Finalmente, las organizaciones deben impulsar la personalización para lograr un mayor impacto. Es necesario crear una especie de motor de personalización que pueda reconocer las habilidades que cada persona posee y potenciarlas. Mirando hacia el futuro, veremos la aparición de un “pasaporte de habilidades”, habilitado por blockchain que captura los talentos en un registro transferible que puede viajar con las personas a lo largo de su carrera. No hay razón para reinventar la rueda en cada paso de la experiencia laboral de una persona.

Para capacitar a los trabajadores para el futuro, hay que mirar a los próximos tres o cinco años y determinar cuáles serán las habilidades necesarias en el mercado. Pero no podemos esperar más. Si es que las empresas y el sector público comenzamos hoy a impulsar una cultura de aprendizaje continuo en habilidades digitales, podríamos agregar US$ 13.000 millones al PIB de Chile hacia el año 2030. No hay tiempo que perder. El momento de avanzar es ahora.

*El autor es el Presidente Ejecutivo de Accenture Chile

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