Simón Borrero, el CEO de Rappi, la compañía tecnológica que desde su superapp intermedia entregas y servicios financieros, se dedicó por mucho tiempo a intentar demostrar que el modelo de la empresa funciona. Por estos días, Borrero prefiere hablar de otra métrica: impacto. “Ya llegamos a una fase de escala, en la que está demostrado […]
Simón Borrero, el CEO de Rappi, la compañía tecnológica que desde su superapp intermedia entregas y servicios financieros, se dedicó por mucho tiempo a intentar demostrar que el modelo de la empresa funciona. Por estos días, Borrero prefiere hablar de otra métrica: impacto.
“Ya llegamos a una fase de escala, en la que está demostrado que el modelo funciona”, dice Borrero, en una entrevista con Forbes. “Funciona muchísimo para la sociedad, creo que es un plus en todo sentido por lo que hacemos por los rappitenderos, por los comercios, y por los usuarios, a quienes les liberamos un mundo de tiempo para que disfruten con la familia. Pero también es un modelo que funciona financieramente. Si vemos los Ubers y Doordashes del mundo, ya están generando un flujo de caja muy importante”.
En su concepto, el mayor impacto que está generando la compañía, es poder generar ingresos a quienes se conectan a la aplicación.
“Si tomamos los últimos 12 meses, más de 950.000 personas, casi un millón de personas, lograron ingresos importantes. Se conectaron para pagar una deuda, para la salud de alguien de la familia, para unas vacaciones soñadas, para pagarse los estudios o para lo que sea, nosotros como emprendedores tenemos que crear impacto por medio de generar valor real en millones de personas”, sostiene. “Eso es lo que nos mueve en Rappi, cómo ayudamos en cada ciudad donde llegamos, cómo hacemos que todos los comercios y restaurantes vendan mucho más y por ende contraten mucho más gente y se muevan las economías, que es lo que se necesita de verdad”.
Esa ambición está ligada a una hoja de ruta concreta. Borrero fue uno de los firmantes de la Mega 2030, una declaración de principios lanzada por Endeavor para que las compañías de alto impacto se comprometan a contribuir al crecimiento del PIB colombiano.

La apuesta busca que las empresas Endeavor aporten directamente al 8% del crecimiento nacional hacia 2030 con ciertas metas: crecer 2,7 veces más rápido que el PIB, generar empleos, expandirse regionalmente y demostrar que el emprendimiento no es una moda, sino una palanca económica.
“Lo más importante es que los emprendedores puedan tener una causa más grande que ellos: ayudar al desarrollo económico y poner a Colombia y Latinoamérica a crecer a doble dígito”, anota el CEO de Rappi.
Borrero, que cofundó Rappi en 2016 junto a Sebastián Mejía y Felipe Villamarín, insiste en que el principal obstáculo para lograrlo está en la mente.
“La única respuesta honesta es: las condiciones están en la mente de cada uno, en el mindset y en quitarnos las limitaciones mentales”, dice. “Aunque nos quejemos que las cosas están duras, no ha habido un momento en la historia de la humanidad donde sea más fácil emprender”.

Con lo que se refiere a la compañía, Rappi quiere dejar atrás los años de quema de capital y convertirse en una compañía que lidera una nueva generación empresarial.
La estrategia se llama Turbo, y es la vertical que está absorbiendo casi toda la energía del CEO.
“Estoy enfocado en Turbo y la turborización de todo”, resume. Es decir, entregas ultrarrápidas no solo de productos de supermercado, sino de regalos empacados, farmacias, restaurantes y tecnología. “Vamos a comenzar a entregar por medio de Turbo también regalos que van a venir empacados, juguetes, iPhones, AirPods, de todo”.
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La apuesta está respaldada por tecnología de predicción en tiempo real. Rappi adquirió recientemente Fountain9, una startup india fundada por ingenieros ex-Google. Su modelo de inteligencia artificial ya está integrado en la operación para anticipar compras incluso antes de que el usuario finalice el pedido.
“Tú estás entrando a Turbo y ni siquiera has hecho el checkout, estás apenas agregando cosas al carrito, y ya sabemos la probabilidad de checkout de esa orden y ya estamos mandando un rappitendero a hacer fila”, explica Borrero.
El resultado, según el CEO de Rappi, es un tiempo promedio de entrega de 10.6 minutos en los nueves países de Latinoamérica donde operan.
Borrero está convencido de que ese impacto se multiplica si más compañías se unen. Por eso, también dedica parte de su tiempo a apoyar a otros emprendedores.
“Es ayudarlos a ahorrarse un mundo de años de vida en términos de errores que van a cometer y que yo los he cometido todos”, dice, anotando que se inclina a apoyar a quienes están dedicando su vida a crear impacto en Colombia.
Para ilustrar esa colaboración, Borrero menciona dos casos que considera ejemplares. El primero es Simetrik, una startup que ayudó a Rappi a resolver uno de sus problemas más complejos: las conciliaciones de pagos entre cientos de miles de comercios y millones de pedidos mensuales.
“Era una locura y trabajando con el sistema financiero antiguo, esas conciliaciones eran un dolor enorme. Simetrik logró craquear esto, nos ayudó y mientras hacía eso, construyó un software replicable que ahora usan MercadoLibre y todas las grandes compañías”, apunta.
El segundo es Yuno, una solución creada por extrabajadores de Rappi, para optimizar la conversión en el proceso de checkout.
“La tarjeta de crédito la bloquean por fraude, por cupo, por mil cosas y esa fricción te hace perder millones. Yuno resolvió ese problema y ahora también está creciendo mucho”, recalca Borrero.
Para él, estos casos demuestran que una nueva generación de startups debe enfocarse en problemas reales y colaborar con compañías grandes desde el inicio.
“Pídanles que les digan cuáles son los mayores problemas que tienen y ofrezcan resolver esos problemas, así sea el primer cliente gratis”, enfatiza.
Cuando habla del futuro, Borrero no se centra en Silicon Valley, sino en Latinoamérica. Aunque muchos de los talentos que ha contratado vienen de compañías como DoorDash o Amazon y están basados en Estados Unidos, la prioridad sigue siendo regional. Están evaluando ingresar a tres nuevos países en América Latina y aunque no revelan cuáles, previamente habían dicho que el siguiente paso de la compañía estaría en Centroamérica.
Esa prudencia también se extiende al mercado de capitales. La salida a bolsa en Wall Street sigue en los planes, pero sin prisa. La compañía dice estar monitoreando los mercados, para evaluar cuál será el momento para hacerlo, contemplando hacerlo a finales de 2026.
“Digamos que la fase de inversión ya no es necesaria. De pronto antes del IPO se hará alguna un pre-IPO round como para ir, digamos que un poco marcando el el apetito del mercado”, asegura Borrero. “Ya acabamos de cumplir el cuarto trimestre rentables. Ya estamos pudiendo no solo dar EBITDA positivo, sino reinvertir cada trimestre más y más en crecimiento”.
Frente a la salida del cofundador Sebastián Mejía de su cargo de presidente, recalca que es algo que estaba previsto meses y no afecta las operaciones.
“Sebas simplemente dejó su cargo operativo, pero sigue siendo parte de Rappi, sigue siendo socio y miembro de la junta directiva. Lo más importante es que sigue siendo mi gran amigo del alma, entonces no cambia mucho”, expresa Borrero. “Él es super curioso, super emprendedor, pues ya está haciendo otros siete proyectos increíbles en Escandinavia y en un mundo de lados. Es un emprendedor que no se puede quedar quieto y eso es lo normal”.
El CEO parece haber recuperado el impulso de los primeros días de Rappi, mostrando una visión de construir un ecosistema que acelere el desarrollo económico de los lugares donde operan.
“Hay que dejar de ver los problemas como problemas y comenzarlos a ver como oportunidades”, concreta Borrero. “Todo lo que uno puede pensar que es como una barrera para poder ser exitoso, es al mismo tiempo una oportunidad y es algo que, posiblemente ha sido prevenido a que alguien más ya lo ya lo hubiera hecho antes. Todo está en nuestra cabeza y y entre más rápido entendamos eso, más exitosos vamos a ser”.