Los cargos y las condiciones pueden sonar muy sexy, incluso el perfil de algunos fundadores pero, realmente, ¿cómo son las experiencias? Acá algunas de ellas.
Constanza estaba haciendo scroll en Instagram y, como suele pasar con el algoritmo adivino, le salió un meme viral que hizo que le temblaran las manos de nuevo. Un perro angustiado mira para todos lados, queriendo escapar, ante la pregunta de su jefe que aparece escrita: “¿Dónde has estado durante los últimos 45 minutos?”. Las opciones son: “Postulando a otros trabajos, hablando con mi mejor amigo, llorando en el baño o escondiéndome de ti”.
No puede ser. Ahora también lo tengo que vivir en Instagram”, pensó Constanza. Llevaba tres meses en un cargo dentro de una startup que representaba un reto a su escala profesional; entendía que había salido de su zona de confort luego de estar en grandes corporaciones tradicionales, pero a lo que realmente no se adaptaba era a la falta de empatía en la comunicación de los fundadores y al ambiente de presión constante que se vivía, a pesar de estar trabajando 100% remoto.
“Números, todo era números, todo se tenía que medir”. Luego se dio cuenta de que su jefe inmediato le decía que iba bien en lo que hacía, mientras que a los fundadores les decía lo contrario sobre su trabajo. No se sentía respetada, pero lo que la llevó más allá de sus límites fue cuando empezó a tener pesadillas y sentía apatía, incluso para comer.
Renunció a los pocos días. Para su sorpresa, su jefe inmediato le notificó que tenía todas las reuniones con ella grabadas sin su consentimiento. “Ahí dije: tomé la mejor decisiónal irme”.
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Algo similar vivió Leticia, que empezó a trabajar en el mundo startup poco antes de la pandemia, en el área de Branding. Pero, además, lo hizo en una empresa que ya se había convertido en un unicornio de Latinoamérica.
“Esa startup tuvo su auge en tiempos de pandemia, lo cual implicó que estuviéramos trabajando 24/7 para poder manejar la demanda. Y, como trabajamos con equipos de distintas partes del mundo, tenía reuniones que partían a las 7 a.m. y terminaban a las 10 p.m. Mi agenda empezó a llenarse de reuniones y el trabajo lo tenía que hacer entre 10 y 12 de lanoche. Los jefes se volvieron tóxicos porque al final era tanta la presión interna por lograr la demanda que estábamos teniendo, que ya no existía tiempo de almuerzo y eso para ellos era algo normal. No existía el tiempo de dormir, no había tiempo libre. ‘Igual estamos en pandemia y no se puede hacer nada’, decían”, recuerda Leticia.
Bajo ese ritmo de trabajo, inevitablemente llegó el llamado burnout. “Un día colapsé. No había dormido bien, trabajé hasta las 3 a.m., dormí cuatro horas y, en la mañana, me dio un colapso nervioso. Me encerré en el baño, no podía dejar de llorar, era un ataque de pánico y me llegaban mensajes y llamadas de gente del trabajo solicitándome cosas. Tuve que apagar el teléfono”, cuenta.
La joven resalta que esto tiene mucho que ver con la empresa y con la época de pandemia. En el caso de este unicornio, cultivaban mucho la competencia interna entre sus empleados —la mayoría muy jóvenes y en sus primeras experiencias laborales—, lo que hacía que entre ellos mismos se normalizara el trabajar 17 horas diarias y se cuestionara a las personas que tenían hijos o intereses que no fueran trabajar o crear cosas para la empresa. “Una compañera pedía salir a las 5 p.m. porque la persona que le cuidaba a la hija se iba a esa hora y otros compañeros decían: ‘¿Por qué ella se va tan temprano? No trabaja nada’”, agrega Leticia.
En el caso de Fernando, un joven peruano que llegó a Chile en 2015, ha pasado casi ocho años dentro de varias startups, hasta estos últimos meses en los que sigue en el área de ventas pero dentro de una multinacional con amplia trayectoria. Describe su experiencia como “ambientes laborales tóxicos, malos tratos, competencia interna, mucha presión y falta de pago justo, sobre todo porque soy extranjero y he representado mano de obra barata”.
También estuvo trabajando en un unicornio de la región que describe como “una escuela para tiburones”. “Había mucha competencia, no se preocupan por tu salud mental o bienestar. No me daban los tiempos para almorzar. No le desearía a nadie este ritmo de trabajo, es casi imposible llevar una relación vida trabajo en ese lugar”, relata.
APRENDIZAJE
Fernando resalta que creció mucho profesionalmente, incluso, forzando sus límites, “pero falta mucha asistencia y contención emocional y mental. Las empresas son los valores de los fundadores: si tiene valores, si respeta, si sabe comunicarse o, si por el contrario, no tiene nada de esto”.
Y en este punto coincide Leticia, quien ahora está trabajando en otra startup cuyo propósito se alinea con el suyo y ha encontrado una cultura mucho mejor. “Las startups no son para todo el mundo y es mucho más fácil cuando encuentras una donde culturalmente tienes un fit. Hay startups que priorizan la competencia negativa, el máximo esfuerzo hacia la falta de descanso; pero hay otras que promueven compañerismo, conclusión de metas, cosas buenas y, además, puedes proponer ideas, innovar, tener libertad, flexibilidad e, incluso, que te pueden servir para emprender por tu lado”.
Otra historia es la de Manuel Puelma, un emprendedor chileno que decidió crear su propia empresa digital de revalorización de residuos y productos industriales bajo la lógica de economía circular. Tras unos años, tuvo que dejarla y terminó entrando a trabajar en una startup que se convertiría en un unicornio chileno.
“Fui el empleado 60 y cuando me fui ya había 600 y estaban en siete mercados. Dentro de las mejores experiencias fue conocer a las personas con las que logré trabajar, el ambiente era genial, ir al cerro todos los viernes, causas sociales colaborativas, planes de entretenimiento… Me quedo con eso, con el sentido de urgencia que tienen las startups, el proponer cosas, el sentido del ownership es un aspecto diferenciador con el lado corporativo, que es más burocrático y regulado”, relata.
Ahora trabaja en un unicornio uruguayo donde la dinámica ha cambiado porque es 100% remoto. “Agradezco que no me haya tocado a mí el tema del burnout, pero está muy latente en las startups. He logrado tener varias herramientas: uso el deporte y la meditación para poder dispersar ciertas energías y agotamiento. Usar la presión para demostrar resultados depende mucho de cada persona y también de si la empresa te entrega ciertos espacios, ciertas herramientas de contención para poder trabajarla y 100% que va a depender del tipo de persona que es el fundador, el tipo de empresa y el tipo de lifestyle”.
UNA ‘COACH’ PARA FORMAR LÍDERES DE STARTUPS
Angélica Escobar estudió Marketing e Internet Business y se metió de lleno en la digitalización y, por ende, en startups. Trabajó en una gran compañía como gerente de Mercadeo y Operaciones y la falta de límites, diciendo sí a todo, y la autoexigencia le pasaron cuentas afectando su salud.
“Uno de los síntomas que más recuerdo del burnout era un cansancio extremo. Me sentía agotada, abrumada, sin ganas y super desmotivada. Claramente, todo esto terminó por afectar mi salud, me daban constantes dolores de cabeza. Para mí hay unos no negociables, y en esa lista están mi ética y valores. Cuando sentí que esa línea se cruzó, supe que ese no era el lugar para mí, porque no me daba tranquilidad ni la seguridad necesaria para desempeñar mi cargo, ni para continuar creciendo como profesional y como persona. Esto pasó en uno de los mayores logros de mi carrera, cuando estaba como CMO, y aquí es cuando digo que desde entonces priorizo mi tranquilidad a cualquier otra cosa, por más ‘sexy’ que sea el cargo”, cuenta.
Luego de eso, decidió independizarse como coach y asesora para ayudar a formar líderes y fundadores de empresas para lograr resultados establecidos y mejorar el ambiente laboral, uno de los puntos más débiles e importantes dentro de las compañías.
“Creo que en las startups es más probable que se den estas situaciones por el ritmo acelerado de un emprendimiento y porque tienes que desempeñar un rol de hands on; es decir, haces de todo, no solo lo que le corresponde estrictamente a tu rol. Estás en modo ‘emprendedor’, pero esto no quiere decir que en otras compañías tradicionales no se de. Creo que los malos tratos y los malos jefes están en todos lados, y se vuelve un reto para las compañías asegurar una cultura y un liderazgo sanos”, indica.
Para Angélica Escobar, de hecho, son más las ventajas de trabajar en una startup que las desventajas. “Todo dependerá de la etapa en la que estés, tus prioridades y lo que quieras para tu vida profesional. En una startup vivirás a un ritmo acelerado y constante, necesitarás un espíritu resiliente. Te formarás y aprenderás, podrás testear y probar cuantas ideas se te ocurran, construirás un mindset ganador, de que todo se puede y es posible. Te volverás un excelente ejecutor y medidor de iniciativas, y tu crecimiento como profesional será exponencial”, explica la ejecutiva.
Para ella el mayor reto seguirá siendo la retención y motivación del personal en las compañías, pues asegura que cada día será más difícil para una empresa ser atractiva para un empleado y tendrá que esforzarse cada vez más. Además, hay más opciones y herramientas, que se traducen en oportunidades como profesionales y van más allá de ser empleado.
BIENESTAR EMOCIONAL: LA REMUNERACIÓN QUE TIENE CADA VEZ MÁS PESO
En 2023, Buk realizó la tercera versión de Building Happiness, en la que participaron 501 organizaciones, con un total de 111.113 colaboradores. De estos, se recopilaron las respuestas de 57.644 colaboradores de todo tipo de industria y tamaño.
A raíz de dichas respuestas se generó el estudio “Felicidad organizacional: claves para crear lugares de trabajo más felices”, en el que se observó que, más allá del tamaño o tipo de empresas, existe una fuerte valoración de las iniciativas que contribuyen al bienestar físico y mental.
“En nuestro ranking de Building Happiness del año pasado, el 90% de los colaboradores de las 10 empresas mejor valoradas señaló que existen iniciativas para el bienestar físico y mental en su organización. En las 10 empresas menos valoradas, solo el 28% de los empleados consideró esto”, detalla Teresita Morán, cofundadora de Buk y country manager en Chile.
Además de la remuneración, otros factores clave para la felicidad laboral, según este reporte, son el sentido de pertenencia a la empresa y la percepción de que el trabajo tiene un propósito significativo. Por lo tanto, para crear lugares de trabajo felices, es crucial analizar los diferentes tipos de motivadores que influyen en el bienestar de las personas.
“Trabajar en startups tiene varios beneficios, entre los que destacan un ambiente colaborativo, un fuerte sentido de pertenencia, autonomía y flexibilidad, y oportunidades de crecimiento”, dice Morán.
Según datos de Buk, en la industria tecnológica, donde se concentra la mayor cantidad de startups, por ejemplo, la colaboración entre equipos y el sentido de pertenencia son altamente valoradas. En el sector de logística y transporte, industrias más tradicionales, los colaboradores perciben que su rol es importante para la organización y reconocen el sentido y propósito de su labor.
“Sin embargo, también hay algunos contras. La remuneración es una de las dimensiones peor evaluadas, lo que indica que los empleados pueden percibir salarios más bajos en comparación con empresas más establecidas. Además, las startups pueden ser menos estables financieramente, lo que puede llevar a incertidumbre y riesgo de despidos”, señala Morán.
Por otro lado, en el estudio “Reporte de burnout: ¿cómo prevenir un incendio en las organizaciones?”, que realizó Buk en 2023, un 67% de las personas declaró que se sentía emocionalmente agotada en el trabajo, un 45% dijo sentir pérdida del control por todo lo que tiene que hacer en el trabajo y 28% dijo sentir que le tirita el ojo y no lo puede controlar, que es una señal física de estrés.
