Factores como la irrupción de la inteligencia artificial, los conflictos geopolíticos y la transición energética son aspectos que cada nación debe tener presentes, pero que pueden beneficiar a unas más que otras. El director de BlackRock para América Latina, Aitor Jauregui, habló en exclusiva con Forbes sobre cómo estas tendencias globales pueden traer cosas positivas a la región.
Luego de la pandemia, la economía tomó un lugar mucho más preponderante en la forma como es percibido un gobierno, sobre todo ahora con una desaceleración global que cada nación ha enfrentado a su manera. De ahí que economistas como el alemán Ranier Zitelmann hayan dividido a los líderes mundiales en dos grupos: aquellos a favor o en contra del libre mercado. Sin embargo, hay otras visiones que no catalogan en blanco o negro el posicionamiento de un país a nivel político o económico, y son aquellas ligadas a la inversión.
“Creo que, a lo largo de una legislatura, independientemente de los gobiernos, hay medidas que son más liberales y otras, pues menos. Hay una tendencia hacia la polarización en general, no solo en América Latina sino a nivel global, pero más allá de legislaturas de cuatro, cinco o seis años, nuestra responsabilidad fiduciaria es velar por el largo plazo, y no debemos poner tanto el punto de mira en las medidas más oportunistas”, dijo el director de BlackRock para América Latina, Aitor Jauregui, en entrevista exclusiva con Forbes Colombia.
Más allá de las valoraciones políticas de los gobiernos que en un momento u otro puedan estar liderando una región, lo que las multinacionales de inversiones pretenden siempre es velar por el interés de los partícipes en los fondos. Para ello, suelen identificar las principales ‘megatendencias’ que tienen un impacto positivo y una oportunidad específica para los inversionistas. Jauregui mencionó cinco para América Latina específicamente: divergencia demográfica, disrupción tecnológica, fragmentación geopolítica, la transición hacia una economía baja en emisiones de carbono y el futuro de las finanzas.
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¿EN QUÉ CONSISTEN?
La primera apunta a que los países emergentes o en desarrollo ya cuentan con una población en edad media que se está incorporando al mercado laboral, lo que puede traer oportunidades muy interesantes en la región para que algunas de esas economías se vean beneficiadas por esa mega fuerza. No obstante, aseguró que no es aplicable a todas las economías, pues aquellas más desarrolladas y con un envejecimiento de la población más marcado probablemente van a tener unos retos distintos.
En cuanto a la segunda, Jauregui mencionó que desde hace varios años BlackRock ya venía apreciando el uso de la inteligencia artificial generativa en diferentes sectores que “tiene un impacto importante” y hace más eficientes los procesos y permite ahorrar tiempo y recursos en traducciones a la hora de analizar los riesgos en los portafolios.
“Lo vemos como un factor muy importante para ayudar a los gestores de inversión a tomar mejores decisiones en el nombre de nuestros clientes, nunca como un sustitutivo de talento, sino como un complemento acompañado en la tecnología. Esto es aplicable a cualquier sector de actividad y creo que aquellas economías, sectores y compañías que estén a la vanguardia en la adopción de la inteligencia artificial y de esta disrupción tecnológica, serán las ganadoras en sus sectores de actividad”, dijo Jauregui.
La tercera llega justo en medio de la polarización que se vive en los procesos electorales que tienen lugar en potencias como Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, por mencionar algunos. Para el directivo, esto “provoca y produce oportunidades” aterrizadas a América Latina, y es que factores en las cadenas de suministro y los repuntes en inflación han llevado a que la producción se acerque mucho más a aquellos países que van a consumirla. Esto trajo como resultado el boom del nearshoring y el interés de países como Colombia y México de evolucionar en este aspecto, sobre todo por su localización geográfica, recursos, capacidades de suministrar producción a Estados Unidos y Canadá pero también a la región en particular.
Sin embargo, no son los únicos países, pues Vietnam o India también tienen vientos de cola para beneficiarse de esta “mega fuerza” que va a impulsar el crecimiento económico. Son justo ellos quienes suenan como grandes competidores de Colombia en medio de una oportunidad que surge entre la segunda y tercera tendencia…
LA GUERRA DE LOS CHIPS
Unido a la invasión de Rusia a Ucrania y a la guerra entre Israel y Palestina, se asoma un tercer enfrentamiento geopolítico que viene sonando desde hace años y que, de acuerdo con analistas, puede estallar en 2024: la invasión de China en Taiwán. Esto teniendo en cuenta que el nuevo presidente de la isla, Lai Ching-te, se ha mostrado abiertamente en contra de la hegemonía china, por lo que el gobierno de Xi Jinping lo ha calificado de alborotador.
Si se tiene en cuenta que Taiwán es el mayor productor mundial de chips con la multinacional TSMC, y que las tensiones con China pueden provocar que la participación de la isla en la industria de fabricación de semiconductores caiga a 47% en 2027, según reportes de International Data Corporation (IDC), el mundo estará en busca de un nuevo lugar donde se obtenga el mismo producto, con calidad similar y costos bajos.
Si bien China y Estados Unidos ya están en la puja por llenar el eventual hueco que deje Taiwán, el hecho de que actualmente estén librando una guerra por ver quién tendría el control de esta industria puede abrir una ventana de oportunidad para que naciones ajenas a dicho conflicto abran plantas de producción costo-eficientes. Ahí es donde entra América Latina.
“Yo creo que la oportunidad es clara. Probablemente en el corto o medio plazo esto provoque repuntes en la inflación, pues el hecho de deslocalizar la producción o localizarla geográficamente a un punto más cercano puede tener implicaciones en los precios”, comentó Jauregui.
Con una estrategia bien definida, América Latina tiene oportunidades espectaculares, y no solo hablando de los microchips o semiconductores. Aquí es donde entra la cuarta tendencia, principalmente por las enormes posibilidades que tienen países como Chile y Brasil, grandes productores de litio y cobre respectivamente. Estas naciones también cuentan con un plan “muy sólido” de finanzas sustentables donde no hay duda de que se invertirá en grande. Bajo esa perspectiva, Jaureguí no dudó en afirmar que, a lo largo de la región hay casos de éxito en lo que respecta a la digitalización, no tanto enfocada en la producción de chips sino en la tecnología como facilitador para acceder a mercados financieros y soluciones de inversión.
Todo esto va enmarcado en unos objetivos muy marcados a 2050 en lo que respecta a las emisiones de carbono. No obstante, el director de Blackrock para América Latina señaló que esta es una transición que va a durar décadas “en la cual no podemos dejar a nadie atrás”. Sin embargo, recalcó que la multinacional viene diciendo desde hace tiempo que el cambio climático es un riesgo de inversión, por lo que llamó la atención sobre “oportunidades espectaculares” en todo lo que tiene que ver con la producción de energías limpias, la electrificación, el almacenamiento y la inversión en baterías.
Ahora, todo esto también depende de la velocidad con que los gobiernos hagan que las cosas pasen. Jauregui reconoció que la transición energética es algo que “evoluciona a diferentes velocidades a nivel geográfico”. Mientras que en Europa ha habido un mayor consenso, principalmente motivado por el Reglamento sobre Divulgación de Información Financiera Sostenible (SFDR por sus siglas en inglés), que ha dado como resultado una taxonomía más clara y reglas concretas en lo referente a criterios ESG.
“Creo que no hemos llegado a ese punto de homogeneidad en América Latina. Sin embargo, es cierto que hay países que apuestan firmemente por la oportunidad que representa y, por tanto, están movilizando capital e impulsando la colaboración pública/privada para invertir en proyectos que estén a la vanguardia en el ámbito de la Transición Energética”, comentó.
A pesar de ello, el ejecutivo destacó que América Latina tiene un panorama promisorio por delante gracias a su abundancia de recursos y la solidez de sus relaciones internacionales. “Creo que lo que se trata es de, con esos vientos de cola, tratar de no solo producir más, sino tener vínculos más fuertes en el ámbito global. Es por eso por lo que creemos que América Latina puede ser uno de los grandes beneficiados de este contexto tan volátil”.
EL FUTURO DE LAS FINANZAS
La última tendencia hace referencia a los cambios que se ven en los modelos de financiación de muchos países, que a la par de un nivel elevado en su déficit fiscal, siguen necesitando invertir en infraestructura, por ejemplo. De ahí que, desde BlackRock, el sector privado sea quien debe acudir a financiar gran parte de esas operaciones que, tradicionalmente, estaban financiadas por parte de sectores bancarios tradicionales y los mercados públicos.
“Quienes sean capaces de estructurar esas operaciones en los mercados privados podrán verse realmente beneficiados de todo lo que hay que hacer en el ámbito de la infraestructura, de la transición energética y de los activos reales en general”, sostuvo Jauregui.
Ahora, para lograr todo esto hay que tener en cuenta aspectos como la inflación. “Si bien es cierto que hemos empezado a ver cómo los bancos centrales han sido los primeros en empezar a reducir sus tasas de política monetaria, tampoco se puede negar que no se han alcanzado los objetivos marcados. No obstante, hay que tener en cuenta que cada uno se traza metas distintas”, explicó.
Con excepciones como Argentina y Venezuela, cuyas tasas de inflación todavía son muy elevadas al alcanzar 211,4% y 189,8% a finales de 2023, respectivamente, la región está en una buena situación para seguir en esa senda de menor inflación y menores tasas con políticas monetarias un poco más laxas a la hora de fomentar el crecimiento económico.
De ahí que las expectativas de Blackrock para la región entre 2024 y 2025 sean positivas sin importar los gobiernos que estén al frente de cada nación.
En América Latina, la multinacional cuenta con equipos locales en Bogotá, Santiago de Chile, Sao Paulo y Ciudad de México, pero a su vez presta servicios a clientes tanto institucionales como del ecosistema de wealth management en diferentes países.
