La chilena Rosario Hevia se preguntó qué hacer con la ropa que no se puede donar y fundó Ecocitex, pero ha sido un camino difícil

Ecocitex fue el segundo emprendimiento de la chilena Rosario Hevia. Nació en la búsqueda de una solución para reciclar ropa usada en mal estado y evitar que terminara convirtiéndose en enormes pilas de desecho textil en el desierto de Chile, transformándola en ovillos de hilo.

Pero este modelo de negocios circular —que actualmente mitiga 5,8 toneladas de carbono equivalente por cada tonelada de ropa que recicla— aún no logra ser rentable a dos años de creado.

Mensualmente venden 2,5 toneladas de hilado y para ser sostenibles deben duplicar esa cifra. Al mes, la fábrica de hilandería (con una capacidad instalada de 20 toneladas) recicla entre cuatro a cinco toneladas de las casi ocho que reciben.

Esta historia comienza con la maternidad. Rosario había tenido una dura experiencia con el postparto de su primera hija, período en el que pasó cinco meses de permiso en la empresa en la que se desempeñaba como subgerente de Planificación Financiera.

Se sentía sola y abrumada entre trasnochos y pañales. Cuando regresó a la oficina no fue lo que esperaba. “Me faltaban horas para ser la mamá que quería ser y me faltaba concentración y horas para ser la profesional que quería ser”, cuenta en entrevista con Forbes.

Cuando se enteró de que venía su segundo hijo, dos años después, supo que tendría que enfocar ese tiempo en uno de sus hobbies centrado en algo que había aprendido desde pequeña: intercambiar ropa. Y así se crea Travieso, su primer emprendimiento, en 2018.

“En mi familia siempre se ha intercambiado ropa. Cualquier mujer de mi familia hace una limpieza de clóset, agarra las cosas en una bolsa, la lleva a otra casa y empiezan todas a verla. Entonces, para mí, intercambiar ropa y vestirme de ropa usada era muy típico, tengo ropa de mi mamá, mi hermana”, relata la emprendedora de 38 años.

La ropa de niña no le serviría a su segundo hijo y ya sabía lo poco que duraba, el buen estado en el que se dejaría de usar y el cariño que envolvía.

Así decidió comprar cajas, seleccionar la ropa que quería intercambiar y recibir la que se quería donar. “En un principio este trueque y done empezó por redes sociales y venían a mi casa. Después empecé a hacer ferias en distintos cafés que eran para niños, con salita de juegos y me instalaba ahí con la ropa, y esto empezó a crecer y crecer, hasta que llegamos a la tienda que tenemos en Providencia (Santiago) y sólo tenemos una porque vino el estallido social y la pandemia; teníamos proyectadas cuatro tiendas a lo largo de Santiago”.

-De Travieso A Ecocitex ¿cómo fue que se te ocurrió esa idea de fundar posteriormente otra empresa?

Empezamos a recibir mucha ropa y la mayoría de ella estaba en mal estado. Estábamos recibiendo, aproximadamente, 400 kilos de ropa en mal estado al mes y ahí empezamos a tocar puertas y a preguntar qué hacer. Fuimos a las municipalidades y la respuesta era que la ropa se dona y les decía que yo me refería a la ropa que no se puede donar. Me respondían: ‘no, se dona igual a las fundaciones’ y esas fundaciones no la recibían. Y nadie nos terminaba de decir que la ropa en mal estado en Chile se bota.

Entonces, nos pusimos a investigar. Queríamos hacer algo. No dimensionábamos el problema gigante que era esto en el mundo. Nosotros teníamos sólo 400 kilos en ese entonces. Y en esta búsqueda dimos con esta hilandería y, con los socios (son cuatro en total), decidimos comprarla.

En la hilandería tenían conocimiento de cómo, dentro de la lana, abultarla con ropa que eran descartes de otras empresas de confección, tenían expertise con textil. Y les pregunté si podría usar los 400 kilos de ropa en mal estado en estas máquinas y me dijeron que sí. Lo convertimos en hilado y lo comercializamos.

-¿Cuánto ha crecido la cantidad de ropa reciclada que reciben y cómo es el proceso para seleccionar la que se convertirá en hilado?

La cantidad de ropa que recibimos es entre 10 – 12 toneladas al mes y sólo veíamos la capacidad de procesar, en un principio, de dos a tres toneladas al mes, entonces no era sustentable en el tiempo. Los costos de reciclaje son altos, era mucho más caro que los modelos que habíamos hecho de proyección de costos y no se alcanzaban a cubrir con la venta del hilado.

Para que el hilado cubra los costos de reciclaje tendría que ser más caro y, si es así, la gente no lo quiere comprar y no será competitivo. Entonces, empezamos a cobrar por el servicio de reciclaje. Si traes ropa en buen estado, la recibimos como donación y, a su vez, nosotros la donamos y, si es que está muy nueva o en muy buenas condiciones, la vendemos. Si está en mal estado y le sacaste cierres, cordones, etiquetas; se te cobra 990 pesos el kilo y si quieres que hagamos nosotros ese trabajo manual, se te cobra adicionalmente 1.190 el kilo.

Sin embargo, no hemos logrado números verdes. Hoy día estamos vendiendo 2,5 toneladas mensuales del hilado, reciclamos entre cuatro a cinco toneladas y actualmente recibimos entre seis y ocho. Para tener números verdes necesitamos vender 4,5 toneladas. Llevamos la mitad de lo que tenemos que vender para que este negocio sea rentable.

Tienda_Ecocitex
Foto: Rodolfo Jara/ Forbes Chile

“El propósito de nosotros es eliminar el desecho textil de Chile mediante un modelo de economía circular. Generamos un gran aporte social. Es un propósito súper altruista y súper difícil de alcanzar”

Rosario hevia, fundadora de ecocitex.

-¿Cuál es el precio del hilado y lo comercializan sólo en Chile?

El precio del hilado más económico, los 100 gramos, tiene un valor de 1.290 pesos (chilenos). Y, de la línea “Rústica”, 1.990 pesos el ovillo de 100 gramos. Son muy buenos precios y es producción nacional.

Es un hilado suave, no decolora por estar hecho de ropa reciclada. No se motea. Tiene una muy buena vida, es de fácil lavado. Lo comercializamos dentro de Chile. El objetivo es comercializarlo aquí para hacernos cargo del desecho textil del país. Hagámoslo aquí sin generar huella de carbono, sin generar traslados grandes. Vender este hilado en Suiza, Noruega, por ejemplo, tiene menos sentido porque se estarían haciendo cargo de los desechos textiles de Chile y le meteríamos costos de transporte, huella de carbono, todo.

Tenemos tienda física en la fábrica, página web, vendemos por Mercado Libre, estamos en un piloto en 18 tiendas de Tricot y estamos en un piloto en 20 tiendas de Jumbo.

Rosario se emociona cuando habla del camino que ha tomado como emprendedora con Ecocitex. Hace una pausa y trata de que la voz no se le quiebre cuando insiste en que es un proyecto “altruista, muy bacán, pero a veces siento que me quedó el zapato muy grande, sobre todo cuando llega el fin de mes y es el momento de pagar los sueldos y vemos que en caja no hay dinero suficiente. Estamos endeudados”, dice, mientras hace un esfuerzo por no llorar.

Tienda Ecositex
Foto: Rodolfo Jara/ Forbes Chile

-¿Qué hace falta? ¿más conciencia de la gente? ¿más apoyo a este tipo de empresas?

Todavía no somos el hilado preferido de todos los chilenos y no sé por qué. Hacia allá apuntamos. Mientras más compren este hilado, más ropa voy a poder reciclar. El propósito de nosotros es eliminar el desecho textil de Chile mediante un modelo de economía circular.

Generamos un gran aporte social. Es un propósito súper altruista y súper difícil de alcanzar. Desde el punto de vista del Gobierno hay que mejorar la legislación de las importaciones de ropa usada. Deberíamos suprimirla o ponerle algún tipo de trazabilidad. Y si no es posible trazarla para que no se termine botando ropa en el desierto, se suprime. No podemos seguir con esto.

También promover la incorporación de los textiles dentro de la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor). No puede ser que esté dentro uno de los productos altamente contaminantes y no esté incluido en esta Ley.

Ecocitex
Foto: Rodolfo Jara/ Forbes Chile

“Son pocas las empresas que están dispuestas a hacer las cosas que aportan al medio ambiente y la sociedad, si eso va en desmedro de un bienestar económico”.

Rosario hevia, fundadora de ecocitex.

Por el punto de vista de las empresas, hacerse cargo de sus desechos textiles. Muchas empresas emplean uniforme a sus empleados y tienen que renovarlo cada cierto tiempo, pero no se encargan de recolectarlo y disponerlo de forma sustentable. Son pocas las empresas que están dispuestas a hacer las cosas que aportan al medio ambiente y la sociedad si eso va en desmedro de un bienestar económico.

Por otra parte, mientras el consumidor no esté dispuesto a pagar un poco más por producción nacional para soportar una industria que sus costos son un poco más altos, seguimos en un círculo vicioso.

El consumidor debe tomar conciencia de que primero, cuando estés comprando algo, estás siendo responsable de ese producto, de cuando termine su vida útil, disponerlo de forma sustentable si no se puede donar, reparar, costear el precio de reciclaje; tú optaste por consumirlo y eso la gente no lo entiende. Les da lo mismo si termina en el mar o en un vertedero, en un desierto.

Lo otro es que, al comprar, tú estás avalando la producción de lo que estás comprando. Si hay detrás explotación a trabajadores, explotación infantil, mientras lo sigas haciendo, esas condiciones de explotación van a seguir existiendo.

-Leí que tienes colaboración un organismo para que privadas de libertad trabajen en Ecocitex ¿cómo ha sido ese proceso?

Tenemos a 24 personas contratadas, de las cuales seis son mujeres exprivadas de libertad, reinsertadas socialmente. Nosotros trabajamos con la corporación Abriendo Puertas, que reubica a mujeres que ya salieron de la cárcel y les da apoyo laboral. Nosotros le damos contrato indefinido, sueldo justo y la corporación hace el resto con apoyo psicológico, por ejemplo.

Entre los dos podemos darle un muy buen ambiente para tener un proceso de reinserción adecuado.

La fábrica

Foto: Rodolfo Jara / Forbes Chile

En medio de la fábrica, la emprendedora, graduada en ingeniería civil industrial en la Universidad Católica detalla el proceso de la empresa.

Luego de recibir la ropa, separan la ropa en buen estado de la que está en malas condiciones. Esa que van a reciclar se clasifica por color, se corta en la guillotina industrial, se pasa por una máquina llamada garnett que la desmenuza.

Después se hace un proceso de sanitizado y de sacarle la estática para pasarla a otra máquina que unifica la mezcla (el color se obtiene por este método, sin tintura) y luego se pasa a canelos de vellón textil para, finalmente, darle la torsión y tener el ovillo. Todo esto en un día y sin contaminar.

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