La mayoría de las futbolistas no ganará más que el salario mínimo en Chile
El fútbol femenino ya es profesional en Chile. Un hito histórico que sigue la estela de EE.UU, España y Noruega. Pero el sueldo mínimo es de 380.000 pesos, lo que supone poco más de 12.000 pesos diarios.
Más allá del evidente avance que supone la entrada en vigor de una ley que obliga a profesionalizar el fútbol femenino en Chile, firmada semanas atrás por el presidente Gabriel Boric, las cifras esconden una dura realidad que hace de la igualdad un concepto todavía muy distante para las jugadoras chilenas: la mayoría no recibirá más que el salario mínimo mensual por dedicarse a su pasión, entrenar y jugar.
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El Congreso aprobó en marzo una iniciativa que obliga a contratar a todas las futbolistas profesionales, una política que fue recibida entre los aplausos de quienes lo ven como un paso hacia la igualdad y las críticas de los que aseguran que solo engrosa los gastos y no trae beneficios.
Un futuro prometedor
Con esta ley, Chile sigue la estela de otros países como EE.UU., que este año llegó a un acuerdo con las jugadoras para compensarlas con U$ 24 millones por la diferencia salarial, o Noruega, que desde 2017 ha incrementado el sueldo de las futbolistas en un 93%.
Según la FIFA, los países que tomaron la vía de la profesionalización han visto crecer la actividad y vislumbran un futuro auspicioso: Francia y España tuvieron unas ganancias de US$ 619.000 y US$ 628.000 por club en promedio, respectivamente.
En la región, Brasil embolsó US$ 309.000 por club, muy lejos de Colombia US$ 65.000 o Argentina US$ 32.000, según la organización internacional.
La nueva ley, promulgada este mes de abril, apunta a formalizar al 100% de las jugadoras femeninas de forma progresiva en un plazo de tres años.
Mientras que algunos clubes como Colo Colo o Palestino llevan años contratando a parte de los planteles femeninos, algunos todavía se muestran reticentes y dudan de la viabilidad económica.
“El costo total será de 15 millones de pesos mensuales por club en promedio, ya que la gran mayoría va a optar por pagar el sueldo mínimo oficial, que son 380.000 pesos al mes”, explicó Claudio Quintiliani, director técnico del Palestino femenino.
Este salario mensual supone para cada jugadora chilena un ingreso de poco más de 12.000 pesos al día por jugar al fútbol, lo que no termina por cumplir con el objetivo de la profesionalización, que más allá de la dignidad busca que puedan dedicarse en exclusiva a su pasión, sin tener que buscar otros trabajos o ingresos.
Quintiliani defendió la ley pero aclaró que podría desembocar en el cierre de algunos planteles femeninos y, por consiguiente, la pérdida de la licencia de la Conmebol que permite a los clubes competir internacionalmente.
“Solo quieren meternos miedo”
“Al principio puede traer más costos que beneficios, pero si se profesionaliza, el día de mañana, las buenas jugadoras van a valer mucha plata”, sostuvo el entrenador, impulsor del fútbol femenino.
Para Javiera Moreno, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino en Chile (Anjuff), el hecho de que van a disminuir el número de clubes con categoría femenina es “una realidad”, pero no es necesariamente malo.
Esto permitiría mejorar los planteles, incrementar el desarrollo de la liga actual, lograr mejores auspiciadores y fortalecer las selecciones nacionales, detalló.
“No va a haber ningún retroceso. La ley es un gran paso. Solo quieren meternos miedo”, esgrimió.
El fútbol en Chile mueve más de US$ 150 millones al año, sin embargo, y según Carla Rojas, economista e investigadora de la Universidad de Chile, “no está claro cuánto proviene del fútbol femenino”.
El crecimiento de esta industria ha sido lento pero constante y, aunque sigue representando ingresos minoritarios en comparación al masculino, señaló, supone “una gran oportunidad de negocio”.
“Muchas empresas, marcas, universidades ya han demostrado que quieren ser parte de este cambio. Oponerse es políticamente incorrecto, pero además, supone una pérdida de capital”, dijo a Rojas.
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Para la experta, la igualdad de género “es un buen negocio para todas las partes”, especialmente con la llegada de la “cuarta ola feminista” a la región, que mueve a millones de mujeres a las calles que también representan “un nicho de mercado”.
Las primeras en notar la entrada en vigor de la nueva ley serán las cientos de jugadoras que hasta no ahora no tenían garantías laborales básicas y vivían sumidas en la precariedad.
Un pionero estudio de la Universidad de Chile y la Anjuff, que desgranó los entresijos de esta opaca industria, señaló que más del 95% de las profesionales no tiene contrato de trabajo y el 49% no recibe ninguna remuneración.
La nueva ley apunta a que las mujeres se dediquen en exclusiva al fútbol y, por tanto, mejoren su desempeño y hagan crecer todavía más la industria, expresó a Carolina Cabello, socióloga e investigadora del deporte de la Universidad de Valparaíso.
En paralelo, también se evita la fuga de talentos, señaló, la huida de decenas de grandes jugadoras, un gran capital, a países con clubes profesionales que les ofrecen buenas oportunidades.
“Ningún negocio empieza con ganancias, pero hay que apostar por nosotras igual que por ellos”, concluyó.
EFE