Tercerización, moda casual y aceleración del canal online son las claves de su receta.

Aunque nunca ejerció como psicóloga, Marina Bustamante, creadora de la marca de accesorios, ropa y calzado de cuero Renzo Costa, está sacando provecho de los conocimientos que adquirió en las aulas de su alma máter, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En pocas palabras, según comenta la actual gerente general de la firma (una posición que planea delegar en unos tres años), la psicología le ha ayudado a ser más empática con su equipo y a fortalecerlo. 

En tiempos de crisis, como la actual por pandemia, que resultó en una contracción del 55% de sus ventas respecto al 2019, 3 locales cerrados en malls (hoy tienen 65 en 13 ciudades) y la paralización de su fábrica al 80%, esa capacidad le está permitiendo a ella y a su staff medir el mercado. 

En efecto, la firma reanudó la actividad -como casi la mayoría de las empresas en el Perú-, solo cuatro meses después del inicio de la cuarentena, el 16 de marzo del año pasado. “El 1 de julio (del 2020) empezamos a trabajar y reestructurar todo”, relata. 

Con los inventarios completos (la firma se abastece con seis meses de anticipación) y locales inoperativos, tuvieron que tomar decisiones de guerra. Empezaron por tercerizar el 50% de la producción (no el diseño) en el Perú y el otro 50%, en el extranjero (en Italia, Hong Kong, India, España y Vietnam). “Procuramos no pasar esa valla, porque nuestro producto está categorizado como industria nacional”, repara Bustamante. 

En el 2022, las ventas vía comercio electrónico de Renzo Costa representarán el 30% del total de ingresos, proyecta su gerente general, Marina Bustamante. (Foto: Renzo Costa)

La ejecutiva también cuenta que, en el caso de la línea de zapatos el diseño, se confecciona localmente. Esta solución los obligó a reubicar y reducir personal, el cual ha comenzado a incorporarse en los talleres externos con los que operan. “Otro grupo ha empezado su propio emprendimiento y los hemos apoyado con algunas máquinas especiales en producción de artículos de cuero”, comenta la empresaria peruana. Bustamente también explica que mantuvieron la producción en cárceles (donde operan bajo un programa de responsabilidad social) y preservaron 26 puestos de personas con discapacidad auditiva, recolocándolos en posiciones de supervisión. 

Al mismo tiempo, diversificaron la categoría de chocolates (con la que arrancaron en el 2018) y lanzaron una colección “casual” de jean y cuero, para responder a la demanda de una moda “más light”. Al respecto, Bustamante apunta que desde que la lanzaron el año pasado, su empresa ha logrado posicionarse con el 22% de las ventas actuales de la categoría de carteras. 

Los buenos resultados de la mencionada colección los hizo tomar la decisión de “entrar con morrales y mochilas” del mismo material este año. Según explica, el reto al inicio fue testear la aceptación del público, pues el aforo en centros comerciales era –y aún es– menor al real. La estrategia fue “no hacer cantidades” y distribuir eficientemente los productos, anota. 

Pero la apuesta de plomo de Renzo Costa este año es su plataforma online. Es un canal que comenzaron a explorar en el 2016 y hoy representa el 10% de sus ventas totales, incluyendo las transacciones a través de su propia web y los marketplace de mayor peso en el país. 

“Pensamos que debe ir al 30% en el 2022”, prevé Bustamante sobre el crecimiento proyectado del comercio electrónico para la firma. Es la única meta sobre la cual se atreve a hablar a futuro con cifras sobre la mesa y agrega que este año invertirán US$450.000 en esta unidad de negocio. De hecho, la pandemia les mostró la oportunidad y la necesidad de robustecer tanto como la logística que conlleva.

“Tuvimos un reto bastante difícil, porque los clientes compraban el producto en su casa mientras estaban descansando y querían el producto al siguiente día. Los productos los teníamos. Muchos estaban en los locales y de los locales no los podíamos sacar”, cuenta. Al respecto, anota que actualmente planean la construcción de una segunda planta para almacenes.  

“Este año queremos estabilizarnos”, sostiene, con confianza, Bustamante.  No es un reto menor para la firma ni el sector curtiembre en el Perú: según datos oficiales, la producción de cueros y productos conexos se contrajo 45,6 % en febrero último, respecto al mismo mes del año pasado. “Estamos luchándola”, dice la gerente, que vale la pena recordar comenzó a moldear el negocio hace casi medio siglo en Barrios Altos, un distrito céntrico de Lima, diseñando y fabricando talabartes.