Forbes habló en exclusiva con los cuatro integrantes de esta banda venezolana que quiere llenar en 2024 el Movistar Arena.
Es jueves 14 de diciembre, faltan pocos minutos para las 9:00 de la noche y se ilumina el Teatro Caupolicán en Santiago, que según datos de su web, tiene una capacidad para 7.000 espectadores. No hay un espacio vacío, ni en el sector cancha, platea o en ninguno de los palcos. La bandera de Venezuela es alzada una y otra vez por varios de los presentes y de repente se apaga todo. Una palabra se lee en la pantalla del escenario e indica que ha empezado el concierto: la banda venezolana Rawayana está a punto de cerrar su gira mundial en Chile.
Su nuevo disco “¿Quién trae las cornetas?” -cornetas es como llaman en Venezuela a los parlantes- ha sido elegido por la revista Rolling Stones como el número 22 de “Los Discos que marcaron el 2023”. Y precisamente Chile ocupa el tercer lugar en cuanto al top 3 de los países donde la banda es más escuchada.
Rawayana, cuyo nombre viene de una isla de fantasía que la banda considera como el lugar soñado; está conformada Alberto “Beto“ Montenegro, Antonio “Tony” Casas, Andrés “Fofo” Story y Alejandro “Abeja” Abeijón y fue fundada hace 14 años. Y su viaje a esta isla la conforman ya cinco discos en los que han tocado de todo. Primero fueron encasillados como una banda de reggae, no obstante, fueron demostrando, con cada trabajo, que su género es simple y sencillamente la música, en general. Como a muchos, también les tocó emigrar de Venezuela hace siete años y buscar oportunidades fuera de su país. Actualmente la mayoría de sus integrantes residen en México.
-Chile es uno de los países donde más se escuchan fuera de Venezuela, y no sólo por los venezolanos que están acá, sino también por los chilenos y esa mezcla que ha traído la migración. ¿Cómo ven la migración desde esta perspectiva en la industria musical venezolana regada por el mundo?
Tony: El tema de la migración ha sido clave porque nos ha ayudado y ha sido muy importante para nosotros en todas las etapas, desde que salimos del país hasta el día de hoy que hacemos este concierto. Siento que toda la comunidad que está acá ha sido fundamental, tanto en ir expandiendo nuestra música, hasta apoyarnos yendo a los conciertos.
Beto: Hemos sido un proyecto que ha acompañado esos grandes momentos de migración (para los venezolanos). De hecho, si algún día se hace un documental de nosotros, eso va a ser un capítulo entero. Siento que tenemos una complicidad con toda esa gente que se tuvo que ir, como nosotros.
-Ustedes siempre ponen en sus canciones palabras, simbolismos, sitios venezolanos. Son muy fieles a sus raíces pero también las unen con culturas distintas de otros países a través de este lenguaje ¿es el propósito?
Beto: Los artistas que me gustan hablan con su acento y nosotros hablamos con el nuestro. Entendemos la complicidad que existe con los venezolanos porque se generan conversaciones. Lo interesante del arte es que puedes ver un cuadro y quizás por ser de algún sitio puede no entender algún elemento. Sin embargo, alguien de ese sitio te lo explica. Eso se mantiene en nuestras canciones.
-Estuvieron hace poco en Tiny Desk Concerts ¿Qué tal fue la experiencia?
Fofo: Tú como equipo en realidad sólo puedes presentarte, ponerte a la orden. Queríamos ir desde hace un montón de años pero ellos eligen quién, cuándo y cómo.
La experiencia es literalmente estar en la oficina donde la gente trabaja y tienen sus escritorios, sus computadoras, y se acercan para disfrutar de cada concierto. No hemos sido los únicos venezolanos invitados, hay muchos instrumentistas que han ido a acompañar otros proyectos.
-¿Cómo ha sido todo este viaje que lleva cinco discos y que ha incluído desde crítica política, social, fiesta, disfrute, amor, nostalgia?
Fofo: Cada disco para nosotros ha sido como un reto nuevo. Siempre tenemos estas aventuras de lo que nos imaginamos que queremos hacer. En el proceso descubres tus limitaciones o reajustas tus metas, pero te vas encontrando con cosas en el camino y esos procesos te obligan a aprender y a estudiar y a sacarte de la zona de confort. Cada disco han sido los momentos clímax que marcaron cada etapa de la banda. Estás ese año y medio trabajando en el disco, sumergido completamente en la búsqueda, en fallar y en darte cuenta de qué cosas funcionan mejor que otras. Es como un laboratorio, experimento, escuela. Todo junto.
Tony: Ha sido un viaje en el que hemos vivido de todo, y es tratar de ir creciendo disco a disco. Creo que siempre es tratar de ir mejorando.
Abeja: Es como un viaje en el que yo me he fijado mucho cómo ha crecido cada uno de los que forman parte del proyecto a nivel personal, cómo se va cambiando y mutando. Las experiencias van reajustando y tallando más a esa persona y ha sido muy bonito para mi. Lo he gozado desde ese punto de vista.
Beto: Son como ciclos y es intenso. Cada ciclo tiene su historia detrás, su búsqueda. Creo que el esfuerzo de todos los que trabajan ahí también tiene mucho que ver. Todos los músicos que participan, los diseñadores, las campañas de videoclips, los productores, los ingenieros. Son procesos complejos llenos de energía y de mucho trabajo. Cada vez tomas en cuenta cosas nuevas y aprendes de lo que no te gustó del anterior y así.
-Ustedes se han abierto a muchos géneros, incluso la salsa, sintiendo que la música es música al final ¿Cómo lo quisieron expresar con “Quién trae las cornetas”?

Beto: Siento que fue primero la música y una mezcla entre cuestiones personales, reuniones creativas entre muchos colaboradores y nosotros. Respecto al nombre del disco, fue una construcción basada en recordar esos tiempos en los que las cosas eran mas sencillas. Antes cuando estabas yendo de viaje la pregunta era “¿quién trae las cornetas?”. Luego, simbólicamente, está el peso de lo que significa prestarle mucha atención a la música. Ahí estamos construyendo una historia audiovisual. Fue muy de regresar a intentar divertirnos y no caer en lo que hicimos en el trabajo anterior, que tenía una densidad y una temática un poco más fuerte.
Fofo: Cada etapa y cada disco tiene su personalidad y un sonido, pero lo variado es lo único constante, la exploración de géneros y ritmos distintos. Eso siempre ha estado en los discos de Rawayana.
