La cultura del cine nacional se construye a través de la colaboración multidisciplinaria de la industria y, fundamentalmente, con la participación activa de la comunidad local, más allá del público especializado. El Festival de Cine Chileno es testimonio de esta premisa.
El cine chileno se ha posicionado con éxito en la escena internacional de la mano de sus realizadores. Los públicos locales, en tanto, son copartícipes en la construcción de una cultura alrededor de producciones que reflejan con genialidad las realidades del vasto territorio nacional. Ello, a través de los espacios de conversación y reflexión que ha abierto el Festival de Cine Chileno (FECICH) a lo largo de 15 ediciones.
“Desde un inicio creímos que había potencial para una programación 100% nacional. Comenzaron a reabrir las escuelas de cine, surgieron nuevos medios y formatos de grabación que posibilitan la creación de películas.
Por otro lado, el nuevo cine chileno comenzaba a tener una gran repercusión en el extranjero con títulos como Tony Manero, de Pablo Larraín”, comenta Sebastián Cartajena, quien apoyó la moción de su colega Alexis Sánchez Baeza de que era un buen momento para impulsar un festival de características únicas en la ciudad que los vio nacer.
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El Centro Cultural Quilpué Audiovisual impulsó el proyecto y en 2008 organizó la primera edición del encuentro. Desde entonces comenzó a forjarse una comunicación cercana con los públicos locales, que se vigorizó con la iniciativa de remodelación del Teatro Velarde, espacio patrimonial de comuna y cuna de la proyección de cine en la región de Valparaíso.
El vínculo con las diversas organizaciones municipales y el enlace con organizaciones comunitarias de Quilpué y Villa Alemana permitió al festival establecer una conexión todavía más directa con la población en general y no solo con los públicos especializados.
Así, con la experiencia adquirida, en el marco de la 10.ª edición surgió la Escuela de Espectadores de Cine Chileno, un programa de formación de públicos inédito en el país. “El objetivo no es instruir a los ciudadanos en términos cinematográficos”, apunta Sebastián, director creativo del festival. El propósito –explica– es crear un diálogo sobre los procesos que ha desarrollado el cine chileno, desde las películas clásicas hasta la actualidad, así como el porqué de cierta estética narrativa y temática.

Si bien la pandemia impulsó desafíos, también propició una nueva dinámica con la versión online del festival, en donde se proyectó El Agente Topo, nominada al premio Óscar al mejor documental largo en 2021. Luego, ante aforos limitados, los espacios al aire libre y una programación de corte familiar alentaron la reconexión con la audiencia.
La programación es resultado de un trabajo mancomunado. Por ejemplo, a lo largo del 2022 hubo un taller curatorial que permitió a los públicos elegir las películas que fueron exhibidas durante el 15.° Festival, además de un taller de moderadores ciudadanos
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PASOS ADELANTE
En este camino hacia la democratización del cine chileno, FECICH se expande bajo un formato itinerante que nació a partir de la necesidad de trasladar la experiencia del festival a otras ciudades de Valparaíso. En Villa Alemana, Quillota, Quintero, Cabildo, Llay-Llay y Casablanca ha dado pasos importantes en busca ampliar las oportunidades para los realizadores y propiciar nuevas conversaciones. “La misión es asegurar ese trabajo hormiga de estar en los lugares que han sido postergados y generar espacios de reflexión para construir una mejor sociedad”, acentúa con certeza Alexis.
El también director ejecutivo del festival considera fundamental impulsar la presencia de países invitados a nivel de coproducción, como México, esto en respuesta al gran espíritu colaborativo que permea en la industria del cine.
Sebastián pone en relieve el establecimiento de un programa formativo con exponentes de la animación chilena, pues esta categoría ha sido un parteaguas para el cine chileno. En este sentido, cabe recordar al ganador del Premio Óscar al Mejor Cortometraje Animado en 2014: HISTORIA DE UN OSO.
Es así como el Festival de Cine Chileno se mantiene firme en la búsqueda de diálogos que inspiren a espectadores y realizadores a seguir explorando las posibilidades de una industria creativa alentada por los públicos del país, audiencias de casa.
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