Amante de la arquitectura y la historia, Cecilia Puga consigue combinar ambas disciplinas mientras recorre las galerías del Museo Chileno de Arte Precolombino.
Cuando Cecilia Puga habla de los proyectos que tiene para este año el Museo Chileno de Arte Precolombino, lo hace con entusiasmo: “Estamos muy optimistas con lo que viene”, dice. Esto, después de casi tres años de mantener cerrada la mayoría de sus galerías debido a la contingencia mundial de salud.
Puga asumió la dirección de la prestigiada institución cultural a finales del 2020, en medio de, quizá, la situación más álgida que haya vivido la humanidad en las últimas décadas. “Nosotros generábamos el 40% de nuestros recursos financieros para operar de la venta de entradas a turistas extranjeros. Y de un día para otro esa dinámica se acabó”, recuerda la arquitecta de profesión y nieta del connotado Sergio Larraín García-Moreno.
Pese a lo anterior, Cecilia asegura que la influencia de su abuelo no fue determinante para que ella se decidiera a estudiar Arquitectura. En sus palabras, esa disciplina articula muchos de los planes distintos que la interesaban desde edad temprana: la historia, el arte, la ciencia y las matemáticas.
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Al final, sus dos pasiones: la historia y la arquitectura terminaron por conjugarse en su práctica diaria. Pues no solo se mantiene realizando distintos proyectos en el despacho que tiene junto con su socia Paula Velasco, con el que han desarrollado obras como la restauración del Palacio Pereira. También fue parte del equipo ganador del diseño de pabellón de Chile para la Expo Dubái 2020.
Ella afirma que su interés principal está en el mundo contemporáneo y en el lugar en el cual se sitúa: “Es ahí en donde [Paula y yo] pensamos la ciudad y la calidad de vida de las personas que la habitan”.
También confiesa que desde hace varios años la arquitectura chilena ha logrado un estándar muy bueno, a través de nombres como Teodoro Fernández, Fernando Pérez, Germán del Sol y un grupo de arquitectos más jóvenes quienes se dieron la oportunidad de experimentar y, al mismo tiempo: “Romper tradiciones ochenteras que fueron muy nefastas, desde mi perspectiva, no solo para la arquitectura en Chile, sino en muchos países del mundo”.
A la par de su labor en el despacho, Puga ocupa buena parte de su tiempo para atender el destino actual del Precolombino.

EL PALPITAR DE LA HISTORIA
Como arquitecta, ¿qué encuentra de fascinante al caminar por el museo? Su respuesta es una disertación entre las diferencias de la arquitectura decimonónica (que ideaba espacios que podían tener múltiples funciones) y la moderna, en donde la hiperespecialización de las áreas creó diseños que considera menos flexibles.
“Estamos alojados en un edificio de la Real Aduana, construido a inicios del siglo XIX, pero el proyecto es de finales del siglo XVIII. Es un espacio muy racionalista e inteligente en su sistema de proporciones y organización del espacio”, comenta.
Pero más allá de los espacios arquitectónicos de este antiguo edificio, es ahí en donde la institución cultural se plantea el camino que debe seguir para dialogar con la actual realidad social, económica y política del país.
Su directora se cuestiona cómo pueden seguir contando la historia e incorporar no solamente la mirada académica, el consenso sobre la lectura de la historia y el devenir de los pueblos originarios que habitaron toda América, sino también sumar a ello la cultura y las percepciones de los pueblos que han mantenido esta continuidad histórica y que aún siguen desarrollándose.

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Por ello, se muestra emocionada con los proyectos en los que está colaborando. Entre ellos menciona la exposición Chamanismo: visiones fuera del tiempo, que introduce y pone en el presente las prácticas chamánicas de los pueblos que habitaron y habitan América, a través de representaciones, objetos y experiencias visuales de calidad extraordinaria.
La exhibición curada por Constantino Manuel Torres (quien ha estudiado este tema durante cuatro décadas) y por Juan Ñanculef (investigador mapuche) recibió a más de 50 mil visitantes y concluyó su ciclo de exhibición a inicios de julio 2023.
Asimismo, el 21 de agosto inicia la 17ª Muestra Cine+Video Indígena en las salas del museo. Y, hacia finales del año, se montará una exposición temporal que presentará un centenar de piezas reparadas en sus contextos de uso, provenientes de diversos territorios de América, de múltiples tiempos y materialidades.
De igual forma, Puga destaca un proyecto que se encuentra en etapas preliminares de investigación. Será una muestra que abordará el momento en el cual dos culturas se cruzan en una geografía específica y se enfrentan a realidades distintas. “Cómo es ese encuentro que, por un lado, es violento y destructor; pero, por el otro, también genera nuevos mestizajes e interacciones que nos interesa revelar”, agrega.
Con todo ello, las paredes del Museo Chileno de Arte Precolombino se iluminan con el optimismo de Cecilia Puga y todos aquellos que entregan su vida para mantenerlas de pie; por el ánimo de, finalmente, dejar atrás estos años difíciles y volver a mostrarse al mundo con todo su esplendor.
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