Bill Gates quiere salir de la Lista Forbes de los más ricos del mundo donando su fortuna en vida

Por Randall Lane

La pandemia de COVID-19, según Bill Gates, sigue siendo “peor de lo que la gente cree”. Lo mismo ocurre con la Guerra de Ucrania, sin mencionar la recesión económica y “el contexto político en el que la voluntad de pensar globalmente y hacer cosas complejas, al menos, se siente como si estuvieran en un período bastante bajo”.

Gates dice todo esto un día antes de anunciar uno de los donativos más significativos en la historia de la filantropía: US$ 20.000 millones que transfirió en julio pasado a la fundación homónima que codirige, por ahora, con su exesposa Melinda French Gates.

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Con esa donación, los Gates se han convertido en los filántropos más generosos de todos los tiempos, habiendo donado más de US$ 55.000 millones a distintas causas. Su amigo, Warren Buffett, es el segundo filántropo más generoso de todos los tiempos, con donativos ascendentes a más de US$ 48.000 millones, la mayor parte de ellos hechos también a la Fundación Gates.

El impacto de este regalo en el mundo real es enorme: significa que la Fundación Gates, la más grande del mundo, ahora aumentará sus aportes anuales en un 50%, a US$ 9.000 millones a 2026. Según los cálculos de Gates, sólo unos cinco países en el mundo donan más dinero anualmente que su fundación.

“Esto va a potenciar o a acelerar, a cargar, a ‘turboalimentar’ básicamente todo el trabajo que hacemos”, dice el cofundador de Microsoft en una entrevista exclusiva con FORBES.

“Salir de la Lista (Forbes) por completo, eso me va a tomar un tiempo, pero mi rumbo está claro”

Aquí hay algo significativo que va más allá de otros US$ 3.000 millones al año destinados a la equidad de género, la erradicación de enfermedades o de la mortalidad infantil, entre otras causas que la Fundación Gates apoya expresamente. Es una declaración inmensa sobre la necesidad de que los súper ricos desplieguen su filantropía de manera más agresiva, en lugar de dejar que sus fortunas se acumulen para que generaciones de administradores puedan repartirlas en su nombre durante siglos. “Es como si estuvieran tratando de maximizar la existencia de sus fundaciones”, dice Gates, “en lugar de plantearse ¿hay cosas de alto impacto que se puedan hacer ahora?”

El aumento en los aportes de la fundación refuerza el principio de “dar en vida” ejemplificado por Chuck Feeney, de 91 años de edad, fundador de Duty Free Shoppers Group, quien a lo largo de su vida ha donado más de US$ 8.000 millones y conserva menos de US$ 2 millones de su fortuna, tras haber pertenecido a la Lista Forbes 400 de las personas más ricas de EE.UU.

En lugar de esperar su muerte, Gates dice que tiene toda la intención de salir en vida de la Lista Forbes de las personas más ricas del mundo y, de hecho, gracias a este monumental donativo bajó dos escalafones en la tabla, de la cuarta a la sexta posición, con una fortuna calculada en US$ 102.900 millones al 3 de enero de 2023.

Me saldré de la parte más visible de la lista con sólo, digamos, dos donativos más de esta magnitud”, dice Gates. “Salir de la lista por completo, eso me va a tomar un tiempo, pero mi rumbo está claro”.

Este donativo de US$ 20.000 millones también podría ser la instantánea más reveladora sobre la situación actual entre Gates y su exesposa. Lo que está en juego aquí va mucho más allá de lo que estuvo en juego durante la separación de Jeff Bezos y MacKenzie Scott, una clara ruptura fi-nanciera que llevó a Scott a convertirse en, posiblemente, la filántropa más influyente de esta década.

Debido a que los Gates coadministran la fundación más grande del mundo, con peso sobre importantes entidades como The Global Fund o la alianza de vacunas GAVI, y que financia esfuerzos contra la polio, la malaria y otras enfermedades, el estatus de su relación tiene relevancia internacional, sobre todo porque la pareja se encuentra en medio de una ventana de dos años que se dio para decidir su futuro colaborativo. Si uno de los dos se negara a continuar colaborando con el otro, Bill Gates financiará sus actividades filantrópicas por separado.

Sin embargo, según Gates, hasta ahora todo va bien. “Creo que toda la evidencia que veo indica que podremos administrar la fundación juntos para siempre”, dice. Gates sostiene que primero le consultó a Melinda y al CEO de la fundación, Mark Suzman, sobre el donativo de US$ 20.000 millones, y luego a Buffett y la junta directiva de la fundación. El complicado panorama económico actual no lo detuvo, sin embargo, fue alentado por su exesposa.

Melinda French Gates

“La buena noticia es que incluso durante los tiempos difíciles del divorcio, que afortunadamente dejamos atrás hace más de un año, pudimos trabajar constructivamente en la fundación. Siempre me ha sorprendido lo mucho que Melinda y yo estamos de acuerdo con las cosas de la fundación. Y hay algunas cosas de las que ella sabe más que yo y simplemente nos apoyamos mutuamente”, dice Bill Gates.

“Ella puede hablar por sí misma, pero todo lo que veo indica: ‘Oye, somos la gran alianza que dirige la fundación, siempre lo hemos sido’”. Gates dio como ejemplo un reciente viaje que su exesposa hizo a África. “Fue a Ruanda, donde se reunieron los jefes de Estado de la Commonwealth. Fue a Senegal y me escribía todos los días. ‘Vi esto, pienso en aquello’”, añade.

Entonces, dado la abundancia de problemas por resolver, ¿por qué la Fundación Gates limita sus donativos a US$ 9.000 millones al año? Gates reconoce que US$ 10.000 millones es un número redondo, pero, sin embargo, dice que esperará hasta 2026 para ver cómo la fundación maneja el aumento de presupuesto. “No estoy fijando los US$ 9.000 millones como tope. De aquí a allá sabré mucho más sobre los activos y cómo se comportan”.

La fundación también cuenta con Warren Buffett, quien ha dado instrucciones para que los fondos que otorga a la entidad (ha donado o asignado US$ 56.000 millones hasta ahora) se desembolsen por completo dentro de los 10 años posteriores a su fallecimiento. (“‘Dejemos que los ricos del futuro aborden los problemas del futuro’, me ha dicho Buffett en numerosas ocasiones”, señala Gates). Un torrente de fondos filantrópicos llueve sobre la fundación, conformando un desafío altruista para los responsables de planificar qué hacer con ellos.

Sin embargo, un informe reciente de The Wall Street Journal sugiere que Buffett podría dirigir decenas de miles de millones de dólares a la Fundación Susan Thompson Buffett, fundada por su difunta esposa, con un gran enfoque en el derecho al aborto. Pero Gates, quien dice que nunca dará por sentado “la generosidad de Warren”, cree que su fundación seguirá recibiendo la mayor parte de las donaciones de Buffett. “No tengo motivos para pensar en que eso cambiará. Sé que le envié este anuncio (sobre el donativo) y está muy entusiasmado”.

Independientemente de a dónde asigne sus donaciones, Buffett ha tenido un impacto sobre Gates. “Estoy tan influenciado por Warren que, siendo justo, difícilmente puedo reclamar un pensamiento original cuando se trata de entender la inversión o el enfoque general de la filantropía”. Si bien Gates no se ha comprometido a cerrar su fundación con la misma urgencia que Buffett, dice que el proceso para cerrarla podría tomar cerca de un cuarto de siglo, para dar tiempo y proyección a los proyectos de más largo plazo.

Aunque Gates habla de los peligros que enfrenta la humanidad, como las tóxicas disputas políticas internacionales y dentro de EE.UU., a lo largo de esta entrevista intenta proyectar positividad en un momento en que el mundo lo necesita. Es especialmente optimista sobre los avances digitales individualizados en la educación, un área en la que la fundación se ha enfo- cado con fuerza a lo largo de los años. “Tengo más esperanzas en eso que nunca. Realmente estamos, con algunos de estos nuevos cursos de matemáticas, comenzando a ver el impacto que podemos tener”.

Lo mismo ocurre con las campañas de saneamiento e higiene, inclusión financiera digital y otras áreas en las que trabaja la fundación. “Hay muchas cosas sobre las que soy optimista”, dice Gates. Ahora queda ver si mayores aportaciones pueden inclinar significativamente la balanza en favor del bienestar mundial.