Hace dos décadas rechazaron una oferta de US$ 120 millones y ahora aceptaron US$ 2.900 millones

Hace 22 años Gary Erickson y su entonces socia comercial, Lisa Thomas, enfrentaron una elección difícil: Quaker Oats les había propuesto US$ 120 millones por su empresa de barras energéticas Clif Bar & Co., que registraba impresionantes ventas anuales de US$40 millones que se venían casi duplicando cada año desde su lanzamiento en 1992.

Aceptar el trato significaba que cada uno se marchara con US$60 millones antes de impuestos en sus bolsillos y se librara de administrar un negocio. Thomas quería irse, pero algo le dijo a Erickson que rechazara la oferta. No era el momento adecuado.

“Estaba a punto de convertirme en un hombre muy rico, pero en lugar de sentirme emocionado, sentí náuseas”,  escribió Erickson en 2004 en su libro Raising the Bar: Integrity and Passion in Life and Business: The Story of Clif Bar Inc.

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Cuando Erickson y Thomas estaban a punto de firmar los papeles el 17 de abril de 2000, él tomó una decisión en una fracción de segundo: “sentí en mis entrañas, ‘no he terminado'”, se dijo a sí mismo.

clif-bar-by-Gary Friedman_Los Angeles Times_Getty Images
Clif Bar vende docenas de sabores, que van desde “Chocolate Chip” hasta “Vanilla Almond Latte”.

Así que Erickson compró la participación de Thomas en Clif Bar por US$ 62 millones y conservó la empresa. Sabio movimiento. Hace poco más de una semana, el gigante de los snacks Mondelez International, propietario de Cadbury, Oreo, Ritz, Sour Patch Kids y más, anunció la compra de Clif Bar y sus marcas Luna y Clif Kids por unos US$ 2.900 millones.

Los vendedores, por su parte, tendrán una “estructura de ingresos basada en el desempeño”, lo que significa que podrían recibir más por la empresa dependiendo del desempeño financiero de Clif Bar en 2025 y 2026, según Tracey Noe, vicepresidenta de comunicaciones de Mondelez.

El trato, que se espera que se cierre en el tercer trimestre de este año, significa que Erickson, de 64 años, y su esposa Kit Crawford, de 63, quienes juntos poseen el 80% de la compañía (los aproximadamente 1.200 empleados de Clif Bar son dueños del resto), se marcharán con aproximadamente US$ 1.530 millones en efectivo, según las estimaciones de Forbes, lo que elevará su patrimonio neto combinado, incluidos los bienes raíces y otros activos, a por lo menos US$ 1.600 millones.

Clif Bar & Company COVID-19 Response: Sustaining Our People, Our Bakeries,  and Communities | Clif Bar

Crawford, quien fue una de las primeros empleadas de Erickson antes de su matrimonio en 1994, reemplazó a Thomas como socia comercial después del fracasado acuerdo con Quaker Oats. Dirigió la empresa con él como codirectora ejecutiva de forma intermitente hasta que ambos se retiraron definitivamente de la parte administrativa en 2020.

Según el anuncio, Clif Bar continuará operando desde su sede en Emeryville, California, y los productos seguirán siendo fabricados en sus instalaciones de Twin Falls (Idaho) e Indianápolis (Indiana), EE.UU.

“Mondelez International es el socio adecuado en el momento adecuado para apoyar a Clif en nuestro próximo capítulo de crecimiento”, dijo en un comunicado Sally Grimes, quien reemplazó a Erickson y a Crawford como directora ejecutiva de Clif en 2020. “Nuestros propósitos y nuestra cultura están alineados”. Los representantes de Clif Bar y sus propietarios no respondieron a las solicitudes de comentarios adicionales de Forbes.

Incluso antes del acuerdo, el sólido desempeño de Clif Bar (la compañía tuvo ingresos de US$ 843 millones en 2019) había hecho súper ricos a los copropietarios de la compañía: Crawford ocupó el puesto 36 en la Lista Forbes de 2022 de las mujeres con fortunas propias más ricas de EE.UU., con una fortuna estimada en US$ 680 millones, antes de la venta de Clif a Mondelez.

La venta aumentará su patrimonio neto individual a por lo menos US$ 800 millones, estima Forbes. Además de ocupar un asiento en la junta directiva de Clif Bar, la pareja dirige la viña Clif Family Winery en el valle de Napa y la firma de capital de riesgo White Road Investments. También poseen una gran cantidad de propiedades residenciales en California y Oregón por un valor estimado de US$ 32 millones.

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Un ávido aventurero, a Erickson se le ocurrió la idea de Clif Bar en 1990 mientras realizaba un paseo en bicicleta que él llama The Epiphany Ride. Recordó en su libro que solo podía encontrar un tipo de barra energética en las tiendas en ese momento: las fabricadas por PowerBar, que fue adquirida por Nestlé en 2000 y luego vendida a Post Holdings en 2014. Él y un amigo empacaron algunas barras cada uno para el largo viaje y a medida que avanzaban soportaban cada vez menos el sabor monótono del snack.

“Necesitaba comer mi último PowerBar, pero de repente me di cuenta de que no podía tragarlo. Simplemente no podía ponerlo en mi boca”, escribió Erickson en su libro. Fue entonces cuando se le ocurrió: “puedo hacer algo mejor que esto. Algo que si necesitaras comer seis de ellos, no tendrías que ahogarte con el último”.

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Inspirado, Erickson, quien trabajaba para un fabricante de asientos de bicicleta con sede en California, comenzó a preparar recetas de barras energéticas en la cocina con su madre. En seis meses había “perfeccionado” la Clif Bar —llamada así por su padre, Clifford— y comenzó a repartirla en carreras de bicicletas y eventos de carrera.

La compañía llegó a generar US$ 700.000 en ventas en su primer año en el negocio, una cifra que siguió creciendo rápidamente hasta el año 2000, cuando Erickson pensó en venderla. “Estábamos montados en una ola increíble”, reflexionó en su libro unos años después.

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Los empresarios decidieron, sin embargo, que no querían ser engullidos por una empresa más grande y perder su visión sobre Clif Bar. En años posteriores, el equipo formado por marido y mujer siguió ampliando Clif Bar con un enfoque en la sostenibilidad. En 2003, la empresa anunció que haría la transición al uso de ingredientes orgánicos. Ahora dice que sus barras son 70% orgánicas.

“Estaba claro que la transición a ingredientes orgánicos era lo correcto para las personas, las comunidades agrícolas y el planeta, incluso si afectaba el resultado final tradicional”, dijo Erickson a Forbes en una entrevista en mayo de 2020.

Este pivote, junto con la expansión de Clif Bar en nuevos mercados y categorías globales (Luna Bar y Clif Kids, lanzados en 1999 y 2004, se comercializan específicamente para mujeres y niños), ayudó a la empresa a mantenerse competitiva en el ahora muy reñido mercado de barras energéticas. 

En pocas palabras, Erickson no tendría problemas con la falta de opciones hoy en día: ahora hay pasillos completos en las tiendas de comestibles dedicados a barras energéticas, incluidas RXBAR, Larabar y GoMacro.

En febrero del año pasado, la CEO de Clif Bar, Sally Grimes, reveló planes para duplicar las ventas de la compañía a US$2.000 millones y aumentar su impacto global positivo, calificándolo como un próximo “reinicio” en todo el negocio.

Gary con su padre Clifford, la inspiración para el nombre de su compañía de barras energéticas.

Si eso sucede o no bajo la propiedad de Mondelez, la sorpresa es que Erickson y Crawford no estén presentes en la empresa para verlo. Desde que se cayera el negocio con Quaker hace más de dos décadas, la pareja insistió mucho tiempo en que no renunciarían al control de la empresa. En una entrevista con la revista de negocios Inc. en 2018, Erickson y Crawford bromearon diciendo que sus asistentes y el director financiero ni siquiera los alertaron cuando otras empresas ofrecieron adquirir Clif Bar.

Gary y yo siempre hemos estado muy seguros de nuestros sentimientos, nuestra pasión y nuestro amor por la empresa”, dijo Crawford a Inc. “Queríamos ser los principales tomadores de decisiones en todo momento”.

Pero esta vez, al parecer, el momento y el precio son los correctos.