Por qué una primera línea inolvidable puede definir el éxito de un libro.
Una gran historia necesita una gran entrada. La primera frase de una novela puede ser determinante: si logra captar la atención, plantea un enigma o establece el tono correcto, el lector querrá seguir adelante. Por eso, algunas de las mejores obras de la literatura han sido recordadas, también, por cómo empiezan.
Desde clásicos románticos hasta ficciones distópicas, estas 15 frases iniciales no solo capturan la esencia de sus libros, sino que han quedado grabadas en la memoria de los lectores. Repasamos algunas de las más poderosas, por su estilo, simbolismo o audacia narrativa.
15. “Es una verdad universalmente aceptada que un hombre soltero, con una gran fortuna, necesita una esposa.”
– Orgullo y prejuicio, Jane Austen (1813)
Con esta frase irónica, Jane Austen introduce la crítica social que atraviesa toda la novela. Aludiendo a los códigos del matrimonio en la Inglaterra georgiana, Austen no solo presenta el conflicto de fondo —las presiones sociales y económicas en torno al matrimonio —, sino que lo hace con un guiño que revela su aguda inteligencia narrativa.
14. “Escribo esto sentada en el fregadero de la cocina.”
– El castillo soñado, Dodie Smith (1948)
La protagonista, Cassandra, rompe cualquier formalidad desde el primer momento. Esta frase —cándida, excéntrica y encantadora— anuncia una voz narrativa única que guiará una historia de crecimiento personal, creatividad y resistencia en medio de una familia al borde del colapso económico y emocional.
13. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía recordaría aquella tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”
– Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (1967)
Una frase monumental que encapsula toda la estructura de la novela: el vaivén entre el pasado y el futuro, lo extraordinario y lo cotidiano. Esta imagen, cargada de simbolismo, marca el tono de la obra cumbre del realismo mágico, donde el tiempo es circular y los recuerdos, tan vívidos como la muerte.
12. “Disparan primero a la chica blanca.”
– Paraíso, Toni Morrison (1997)
En apenas siete palabras, Morrison plantea un escenario cargado de tensión racial y violencia estructural. La frase obliga al lector a preguntarse: ¿quiénes disparan?, ¿por qué ella?, ¿qué otras historias están por contarse? Una apertura tan provocadora como poderosa.
11. “Todas las familias felices se parecen; las infelices lo son cada una a su manera.”
– Ana Karenina, León Tolstói (1878)
Este axioma abre una novela sobre las pasiones humanas, los límites sociales y la tragedia personal. Tolstói usa esta línea para establecer su tesis sobre las complejidades del afecto y el conflicto emocional, marcando una diferencia radical entre lo superficialmente armonioso y lo íntimamente desbordado.
10. “Todo esto ocurrió, más o menos.”
–Matadero cinco, Kurt Vonnegut (1969)
Con una mezcla de cinismo y ambigüedad, Vonnegut lanza al lector a una historia que es al mismo tiempo autobiográfica, fantástica y profundamente antibélica. La frase sugiere desde el inicio que lo narrado oscila entre la memoria, la ficción y el trauma.
9. “Al despertar una mañana después de sueños intranquilos, Gregor Samsa se encontró en su cama transformado en un insecto gigante.”
– La metamorfosis, Franz Kafka (1915)
Este es un inicio que no requiere calentamiento. Kafka sitúa de inmediato al lector en el absurdo, en lo grotesco, en lo ineludible. La transformación de Gregor Samsa no solo es física: anuncia el desarraigo, la exclusión y la deshumanización.
8. “Era un día frío y luminoso de abril, y los relojes daban las trece.”
– 1984, George Orwell (1949)
Orwell construye en una frase un mundo torcido. La referencia a una hora inexistente sugiere que estamos ante una realidad alterada, donde las reglas ya no se rigen por la lógica sino por el poder. Así comienza la distopía más influyente del siglo XX.
7. “Los barcos a lo lejos llevan los deseos de todos los hombres.”
– Sus ojos miraban a Dios, Zora Neale Hurston (1937)
Esta línea abre con una metáfora que remite al anhelo, la esperanza y la frustración. La novela sigue a Janie, una mujer negra del sur estadounidense, en su búsqueda de amor, autonomía y dignidad. Desde la primera línea, se siente que esta es una historia que va más allá de lo individual.
6. “Estábamos cerca de Barstow, al borde del desierto, cuando las drogas comenzaron a hacer efecto.”
– Miedo y asco en Las Vegas, Hunter S. Thompson (1971)
Una entrada sin filtros que anuncia el caos, el vértigo y la disolución de la realidad. Thompson sella con esta frase el espíritu gonzo del periodismo: lo personal es inseparable de la narración, y lo narrado se funde con el delirio.

5. “Llámenme Ismael.”
– Moby Dick, Herman Melville (1851)
Breve, enigmática y eficaz, esta frase introduce a un narrador que se posiciona desde la distancia, pero que será testigo de una obsesión devastadora. En la sencillez de esta línea está el germen de una epopeya oceánica y existencial.
4. “Fue un verano raro, bochornoso, el verano en que ejecutaron a los Rosenberg, y yo no sabía qué hacía en Nueva York.”
– La campana de cristal, Sylvia Plath (1963)
Plath establece de inmediato una atmósfera opresiva, con una referencia histórica cargada de peso simbólico. La protagonista, una joven en crisis, narra con sensibilidad y desencanto su desorientación en medio de una sociedad que no la comprende.
3. “Era una noche oscura y tormentosa.”
– Una arruga en el tiempo, Madeleine L’Engle (1962)
Aunque hoy parece un cliché, esta frase fue pionera en su uso del dramatismo para introducir lo fantástico. La historia que sigue mezcla ciencia, amor familiar y aventura, en una travesía cósmica contada desde la mirada de una adolescente.
2. “Soy un hombre invisible.”
– El hombre invisible, Ralph Ellison (1952)
No se trata de ciencia ficción, sino de una poderosa metáfora. Desde la primera línea, el narrador —anónimo— revela cómo la sociedad lo ha borrado, cómo ser negro en América es vivir sin ser visto. Una apertura que interpela, incomoda y conmueve.
1. “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.”
– Historia de dos ciudades, Charles Dickens (1859)
Una frase que resume la contradicción de una época —la Revolución Francesa— y también de la condición humana. Dickens abre así una novela épica que transita entre Londres y París, entre la esperanza y el horror, la justicia y la violencia.