Con disciplina y perseverancia, la actriz argentina, Andrea Rincón, logró dar el salto del mundo del entretenimiento a la ficción y, en 2015, obtuvo el premio Martín Fierro como Revelación en actuación. De visita en México, dialogó en exclusiva con Forbes.
Hay historias que trascienden el entretenimiento y se convierten en mensajes de lucha y resiliencia. La de Andrea Rincón es una de ellas. Actriz, conductora, productora y activista, su camino en la industria ha estado marcado por la determinación de convertirse en lo que siempre soñó ser. Sin embargo, su historia también es la de una mujer que encontró en el arte una manera de sanar y, con ello, ayudar a sanar a otros. Desde sus primeros días en la televisión hasta su impacto en la concientización sobre el bullying, Andrea ha demostrado que el talento no sólo se mide en premios, sino en la capacidad de transformar el dolor en acción.
Andrea inició su carrera en la televisión en 2007, cuando participó en Big Brother en su versión argentina.
Su presencia en el reality la catapultó a la fama, generando gran interés en el público y abriéndole puertas en la industria del entretenimiento en varios países. Pero su verdadero sueño siempre fue la actuación, algo que no dejó de repetir en cada entrevista. Con disciplina y perseverancia, logró dar el salto del mundo del entretenimiento a la ficción y, en 2015, obtuvo el premio Martín Fierro a Revelación en actuación. Desde entonces, ha trabajado en cine, teatro y televisión, consolidando una carrera que la ha llenado de logros y que también le ha permitido contar historias que importan.
En los últimos años, Andrea ha explorado nuevas facetas de su carrera, demostrando su versatilidad en la industria. Ha participado en producciones que han sido reconocidas en festivales internacionales, destacándose por su capacidad para interpretar roles complejos y emocionalmente intensos. Además, su trabajo en teatro ha sido elogiado por la crítica, consolidándola como una de las actrices más destacadas de su generación.

Recientemente, dio un paso importante en su trayectoria al debutar como conductora en Televisión Registrada, un programa que lleva más de dos décadas al aire. Este nuevo desafío ha representado una oportunidad para mostrar una faceta distinta de su personalidad, combinando su carisma con su compromiso por abordar temas relevantes. “Ser conductora es un reto emocionante. Me permite conectar con el público desde otro lugar y seguir aprendiendo”, comenta con entusiasmo.
Hashtag Bullying: un grito que necesitaba salir
En 2019, Andrea protagonizó, escribió, dirigió y produjo Hashtag Bullying. La Historia puede cambiar, un cortometraje que expone la crueldad del acoso escolar y sus consecuencias. La iniciativa, que contó con la participación de reconocidos actores y el respaldo del INADI, se convirtió en un punto de inflexión en su vida. “Tenía dos opciones: internarme en un centro psiquiátrico o volcar todo ese dolor en arte”, confiesa.
El proyecto no sólo buscaba generar conciencia, sino que también se convirtió en una catarsis personal. Durante años, Andrea enfrentó bullying en su infancia y juventud, un dolor que la acompañó hasta bien entrada la adultez. “Nos volvemos personas frágiles hasta que logramos romper ese círculo. Yo rompí el círculo con arte, con una historia que necesitaba contar”.
El impacto de Hashtag Bullying no se detuvo en la pantalla. Andrea encontró en la labor social una manera de seguir su lucha contra la violencia y la desigualdad. Desde hace años colabora con CIPAD, una organización que trabaja con comunidades vulnerables en el Impenetrable Chaco Salteño, una de las áreas más vulnerables de Argentina. Junto a médicos y voluntarios, viaja para llevar ayuda humanitaria, medicamentos y alimentos a los pueblos originarios que allí residen. “Es un servicio que me apasiona y que hago con amor”, asegura.

El bullying es un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyas consecuencias pueden ser devastadoras. En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 44.7% de los estudiantes ha sido víctima de acoso escolar. De estos, el 25.3% ha sufrido agresiones físicas, mientras que el 34.6% ha sido objeto de burlas y exclusión social. En Argentina, los datos no son menos alarmantes: según UNICEF, el 30% de los estudiantes en el país ha experimentado bullying en algún momento de su vida escolar, con un incremento en los últimos años debido al ciberacoso. El impacto emocional de estas agresiones puede extenderse hasta la adultez, afectando la autoestima y la salud mental de quienes lo sufren.
Como figura pública, Andrea ha tenido que aprender a manejar la exposición y las críticas. En un mundo donde las redes sociales magnifican cada error y cada opinión, su postura ha evolucionado. “Antes me creía todo lo que decían de mí, ahora ya no”, afirma. “Si la crítica es sobre mi trabajo, la tomo como aprendizaje. Si es un ataque personal, simplemente no me lo creo”.
Su presencia en redes, lejos de ser un reflejo de su vida privada, es una herramienta de trabajo y concientización. “Las uso para visibilizar causas, para ayudar a quienes lo necesitan. Servir me hace feliz”, comparte.
Un mensaje de esperanza
Para Rincón, el bullying no nada más un tema del pasado, es una conversación en constante evolución. Su mensaje para quienes lo atraviesan es claro: “Pidan ayuda. No están solos. Y recuerden que nadie que esté bien consigo mismo se dedica a lastimar a otros”. En sus palabras hay una mezcla de dolor y sanación, de cicatrices que se han convertido en aprendizajes.
Su historia es un testimonio de fortaleza, una demostración de que es posible romper los círculos de violencia y autodestrucción. En un mundo que constantemente minimiza el impacto del acoso y la crueldad, Andrea Rincón se ha convertido en una voz que resiste, que transforma y que inspira. Porque, como bien lo dice su cortometraje, la historia puede cambiar.
