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Ministro de Salud sueña con volver a fabricar vacunas en Chile y ayudar a la región
En Chile se fabricaron vacunas entre 1887 y 2005, y el ministro Enrique Paris quisiera resucitar a la industria para el beneficio nacional y de Latinoamérica.

Es un “gran sueño propio”, dice el ministro de Salud, Enrique Paris, cuando se le pregunta si Chile, uno de los países del mundo con mayor proporción de su población completamente vacunada contra el COVID-19, está en posición de volver a investigar, desarrollar y fabricar vacunas como hizo desde el siglo XIX y hasta la primera década del siglo XXI.
Pero para retomar el trabajo, dice, primero hay que comenzar con lo básico: envasar, dosificar y luego fabricar, y no solo para consumo interno, sino para ayudar a que otros países latinoamericanos no dependan de vacunas que les sobren a países más ricos, con los medios para acaparar los últimos avances de la ciencia, dice Paris en entrevista con Forbes en Español. Un gran sueño propio es que podamos volver a fabricar vacunas en Chile
El ministro habla en momentos en que el país vive una disminución sostenida de los contagios de COVID-19 durante las últimas dos semanas y de los internados en unidades de cuidados intensivos por la enfermedad, y a días de las elecciones a constituyentes, cuando pronostica que se registrarán entre 3.500 a 4.000 casos diarios.
Después de las elecciones del 15 y 16 de mayo, dice, y cuando la mayoría de los ciudadanos estén vacunados, entonces se puede comenzar a discutir la posibilidad de elaborar un “carnet verde” que facilite la normalización de la vida social en el país -iniciativa que apoya personalmente- y de requerir uno para entrar al país, aunque esa posibilidad corresponde a organismos internacionales.
Esto fue lo que dijo Paris a Forbes en Español, al conversar sobre el estado de la pandemia en Chile. La entrevista fue editada por razones de concisión y claridad.
A raíz de la imagen que ha dejado Chile a nivel internacional en torno a la rapidez de la vacunación ¿Chile ya está listo para volver a investigar, desarrollar y fabricar vacunas?
“Nosotros fabricamos vacunas en Chile a partir de 1867, aunque parezca increíble, y se dejó de fabricar vacunas en 2002 o 2004. Erradicamos la polio, la viruela, el sarampión, muchas enfermedades inmunoprevenibles, y obviamente un gran sueño propio es que podamos volver a fabricar vacunas en Chile. No es la primera parte, yo creo que lo primero que tenemos que hacer a lo mejor es envasar vacunas, dosificar vacunas y después comenzar a fabricar. Por el momento eso es un proyecto que no está totalmente dilucidado ni afinado, pero sí hay varias universidades que están entusiasmadas con ese tipo de proyecto, no solo la Católica y la Universidad de Antofagasta, sino también la Universidad de Chile, la Universidad de la Frontera, muchas otras más. Y personalmente, porque tengo que conversarlo con el Presidente en detalle, a mi me gustaría que en algún momento se volvieran a producir vacunas, no sólo para Chile”.


“Me he reunido con otras autoridades de salud latinoamericanas y claramente estamos en deuda, hay muchos países que han tenido dificultades enormes para recibir vacunas. ¿Por qué? porque no producimos vacunas, dependemos de otras latitudes y otros Estados más poderosos del punto de vista económico, que han podido comprar y reservar vacunas. Por eso la iniciativa de Covax es tan importante. Ahí tenemos que contribuir todos los países. Los que puedan menos, menos. Los que puedan pagar más, más, para que toda Latinoamérica tenga acceso a vacunas. Si no, tendremos que seguir con las fronteras cerradas porque obviamente si un país va más adelantado y otro muy atrasado, va a seguir llegando gente con virus”.
Chile, de hecho tiene una larga tradición de producción de vacunas que comenzó en 1887 con la fabricación local de vacunas contra la rabia y la viruela, hasta algún momento de 2005 cuando dejaron de producirse, según resumen Cecilia Ibarra y Mirtha Parada en el artículo Producción de sueros y vacunas en Chile, la importancia del abastecimiento local.
¿Se han iniciado conversaciones con otros laboratorios, además de Sinovac, para fabricar vacunas en Chile?
“Respecto a las fabricaciones en Chile, que yo sepa no. Pero CanSino (laboratorio chino) nombró a un laboratorio chileno, Saval, para distribuir vacunas en todo Latinoamérica. Ese es un avance importante”.
En vista de que el COVID va a estar con nosotros por mucho tiempo, ¿las autoridades ya trabajan en el desarrollo de una nueva generación de vacunas más dirigidas a atacar distintas variantes, como la vacuna de la influenza?
“La mayoría de nuestros ciudadanos fueron vacunados con Sinovac. Es una vacuna que usa virus atenuados, por lo que tiene la característica obviamente de que, como utiliza todo el virus, crea anticuerpos contra todas las proteínas, por lo que hay menos posibilidades en nuestra opinión de que aparezcan cepas resistentes a ese tipo de vacunas.
Una de las teorías es que vamos a tener que colocar una tercera dosis, o que a lo mejor esta podría ser con otro tipo de vacuna. Lo que se trata es generar la mayor cantidad de anticuerpo posibles.
Creo también que China está fabricando vacunas con ARN mensajero. El virus se va a transformar en endémico, evidentemente, sobre todo si comienza a tener mutaciones más resistentes a las vacunas. Y tal como ocurre con la influenza, vamos a tener que ir vacunando todos los años.
Yo creo que más que la combinación, lo que se está discutiendo más es la aplicación de una tercera dosis, porque ha pasado muy poco tiempo, no sabemos con seguridad cuánto tiempo duran los anticuerpo neutralizantes”.
Paris precisa que la cantidad de hospitalizados por COVID-19 sigue bajando de acuerdo al rango etario y que se debe a que la vacuna está funcionando como se creía.
“Los mayores de 70, que normalmente eran casi 600 los que ingresaban por semana, bajaron a 337, por ejemplo. Los mayores de 60, que también llegaron en un momento a ser casi 800, ahora van en 670. Esto es efecto de la vacuna, se ha demostrado que disminuye hasta un 80% la letalidad y disminuye con dos dosis en un 84% la entrada de los pacientes a UCI. Lo que no hace la vacuna es evitar los casos leves, ni el contagio. La gente tiene que tenerlo claro, por eso seguimos ocupando mascarilla y distanciamiento físico”, agrega el ministro.
¿Cuánto nos faltaría para llegar a un escenario como el que se está viendo en Israel?
-A mediados del pasado mes de abril Israel, con más de la mitad de su población vacunada y una caída en los contagios por COVID-19, suspendió el requerimiento de usar mascarillas al aire libre y abrió sus escuelas-
“En este momento en Chile tenemos vacunados con una dosis al 55% de la población, y con dos dosis, al 45%. Israel ya tiene vacunado con primera dosis a más del 75% de la población. En segunda dosis, nosotros vamos segundos a nivel mundial, por lo tanto nos falta bastante para llegar a igualar a Israel, pero afortunadamente estamos viendo la disminución en la cantidad de pacientes que están ingresando a UCI, que también fue pasando en Israel. En un momento se nos criticó mucho diciendo que pecamos de “exitistas”, pero lo que pasó en Israel, Inglaterra, Estados Unidos, es que cuando se comenzó a vacunar pasó lo mismo, hubo un aumento de casos bien importante. De hecho, lo conversé con la embajadora de Israel en Chile y con un especialista de la Cruz Roja israelita. ¿Por qué? No estamos seguros. Aquí se dice que como nosotros comunicamos eso, la gente se relajó. A los mayores de 70 años tenemos un 92% de ellos vacunados”. La tradición chilena en relación a la vacunación es muy fuerte y está muy bien organizada, por eso hemos obtenido estas cifras tan altas
Según la encuesta Cadem, hay un 17% de personas que no se van a vacunar. En Chile, si bien tampoco hay movimientos masivos antivacunas organizados ¿cree que los chilenos han estado a la altura y han enfrentado la pandemia con responsabilidad y solidaridad, en comparación con otros países en donde ha habido disturbios y protestas por las medidas de restricción?
“En Chile existen grupos antivacunas, existen grupos antimascarillas, grupos que no creen en el virus, que creen que te iban a insertar un chip, y de hecho, han venido a las puertas del ministerio a gritar y protestar… pero la encuesta Cadem muestra cómo ha ido bajando el porcentaje de gente que está en contra de la vacuna, y ha ido aumentando la gente que quiere vacunarse y que cada día confía más en la vacuna. Eso creo que tiene que ver con que Chile tiene una tradición, desde que se formó el Programa Nacional de Inmunizaciones, muy fuerte en vacunar. En Chile siempre los planes de vacunación han estado sobre el 80%. La tradición chilena en relación a la vacunación es muy fuerte y está muy bien organizada, por eso hemos obtenido estas cifras tan altas”.
¿Siente preocupación por las personas que aún no se vacunan y que aquello influya en la esperada inmunidad de rebaño?
“Por supuesto que sí. En este momento comenzamos la vacunación en el grupo de 40 años. Entre los que tienen 49 y 40 años, sólo tenemos un 56% con primera dosis, y con segunda sólo un 33%. Obviamente es un grupo que está ingresando a las unidades de cuidados intensivos. Aquí viene la otra cara de la medalla. ¿Por qué no avanzamos el calendario más rápido? Porque no es práctico desde el punto de vista logístico que se acumule toda la gente en un consultorio y además, porque las vacunas no llegan de golpe, o sea, tenemos que aceptar lo que pasa con la importación de vacunas. No es como la (vacuna de la) influenza, donde llegan todas las dosis de una vez. Aquí tenemos que ir haciendo un estudio muy claro para que no nos falten vacunas. No ha habido quiebre de stock pero tampoco podemos decir ‘vacúnense todos los que quieran’, porque sería un caos y un desorden”.
¿Cree usted que Chile debiera exigir un carné de vacunación?
“Estamos estudiando eso. Hay dos conceptos: primero un carné verde para circular dentro del país, y un pasaporte verde, que ahí creo que tenemos que conversar en forma continental. O incluso la OMS (Organización Mundial de la Salud) debiera dar las directrices”.
La aceptación de las vacunas tiene que ser más universal. Europa no puede decir ‘no, la vacuna china no sirve’
¿Cuál es su opinión personal, sobre el carné o el pasaporte?
“Sobre el carnet verde dentro del país, yo creo que sí, en algún momento, no ahora. Incluso, pensamos que hay que esperar las elecciones que vienen la próxima semana, pero de ahí en adelante nosotros queremos, el Presidente nos ha pedido que preparemos un protocolo para ir estudiando esa posibilidad, porque creo que favorece dos cosas: primero, imagina un café, que el dueño tenga el carnet, que los mozos tengan el carnet y que acepte gente que tenga el carnet, entonces ya eso facilita la vida social”.
¿Podría incidir que en un futuro eso se extendiera para participar en conciertos, eventos masivos?
“Por supuesto, nosotros estamos viendo lo que pasa en Alemania, lo que pasa en otros países que están adoptando esas políticas, y tiene un aspecto social, de convivencia para las familias también, y tiene un aspecto también positivo porque estimula la vacunación, porque me imagino que la persona va a querer tener el carnet para poder hacer sus actividades…no hay un protocolo todavía definitivo”.
Y a nivel internacional, ¿está a favor que se pida un carné verde a alguien que quiera entrar a Chile?
“De todas maneras. Pero ahí eso tiene que ser discutido a nivel de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), o de la OMS, ponerse de acuerdo todos. La aceptación de las vacunas tiene que ser más universal. Europa no puede decir ‘no, la vacuna china no sirve’. Los chinos no pueden decir ‘no, la vacuna Pfizer no sirve’. Entonces ahí tiene que entrar la OMS a dar una directriz más universal, en sentido que las vacunas que estén certificadas por los entes certificadores adecuados, ya sea FDA (regulador estadounidense), EMA (regulador europeo), ISP (regulador chileno), ANVISA (regulador brasileño) sean los que digan ‘sí, esta vacuna es segura, efectiva’. Por lo tanto, todos los que se vacunen con esos tipos de vacunas deberían tener acceso a ese pasaporte, pero eso no nos corresponde a nosotros como país, debería ser un trabajo de la OMS, OCDE o de las entidades supragubernamentales”.
¿Cree que por fin estamos aterrizando a una estabilización en la pandemia?
“En la pandemia no podemos pronosticar casi nada, diría yo, pero hay algunos índices que nos ayudan a predecir los cambios que pueden venir, y uno de esos es justamente la positividad de la reacción de polimerasa en cadena (PCR). La positividad de la PCR muchas veces nos permite adelantar en días que va venir un aumento importante de los casos. Y eso fue lo que pasó en abril. Lo primero que observamos no fue el aumento de los casos, sino que el de la positividad de la PCR. Uno nota que empieza a aumentar, en esa semana aumentó a 15,4% y a los tres o cuatro días, el número de casos más alto que hemos tenido, de 9.171, y de ahí en adelante comienzan a estabilizarse primero, y después notas que empieza a bajar la positividad. Y cuando empieza a bajar, comenzamos a notar que los casos también. Eso es un índice no perfecto de que se nota una baja, pero un plató, una línea de estabilidad”.
¿Cree que vamos a tener un tipo de descanso de la pandemia durante las próximas semanas?
“Esto se va a demorar mucho en bajar. Lo estamos haciendo más o menos de 10% a siete días, y 17% a 14 días. Por eso dije que para las elecciones probablemente vamos a tener entre 3.500 y 4.000 casos promedio. Lo otro que también nos ayuda es la ocupación de camas críticas. En el caso de los pacientes COVID ha ido disminuyendo lentamente, alrededor de 7 a 15 camas diarias, lo que es un cierto índice de que por algún motivo el virus está siendo menos agresivo o contagiando a menos gente”.
¿Por qué se está avanzando tan rápido en las aperturas de la ciudad? ¿Podría haber un rebrote como el que ocurrió después de las vacaciones de verano?
“Me llamó la atención una de las críticas que decía que estábamos avanzando a la velocidad de la luz, como si fuera Einstein. La verdad es que estamos avanzando con mucha prudencia. Los parámetros que tomamos en cuenta para sacar a una comuna de una etapa a otra (son) los casos que han aparecido en los últimos 7, 14 y 21 días. Tomamos en cuenta la variación en porcentaje de esos mismos días, la positividad semanal de la PCR, los casos por búsqueda activa y la de búsqueda no activa, y también la incidencia por 100.000 habitantes. Y además, el porcentaje de ocupación de camas UCI y capacidad de atención hospitalaria. Además, agregamos después un factor que es el número de semanas, porque nos hemos dado cuenta que después de cuatro semanas, la cuarentena no sirve porque la gente se agota. Afecta también el sistema nervioso central, la gente tiene más depresión”.
Una cosa es que las comunas salgan de cuarentena ¿pero que también se abra el comercio o los centros comerciales?
“Ahí nos pusimos mucho más estrictos con un aforo mucho menor en varios aspectos. No pueden abrir salvo que sea en terrazas y cerramos los gimnasios”.
¿Y lo que ocurrió en el Costanera Center hace unos días? (La aglomeración de personas el lunes pasado, sin distanciamiento social)
“Ahí ocurrió una aglomeración inusitada de gente, pero hay control de temperatura, alcohol gel, distanciamiento físico. Uno no puede llegar y entrar a las tiendas…Yo creo que los centros comerciales no son la fuente más importante de infecciones. Tenemos identificado que, desgraciadamente, la fuente más importante de contaminación es el comportamiento intradomiciliario, las fiestas donde se juntan más de cuatro, cinco o 10 personas en un departamento. Son brotes que llamamos familiares. También es una transmisión de que la gente está agotada y también es una traducción de otros hechos: de que tenemos pocos parques en Chile, pocos lugares donde la gente pueda salir al aire libre. En los parques el contagio es mínimo y tenemos todos esos departamentos de 40 metros cuadrados donde viven cuatro personas, entonces tenemos que cambiar la mentalidad. Esto va a afectar la arquitectura, el paisajismo, la educación, la atención médica, todo, y tenemos que hacer un cambio. Esa gente se infecta más en su casa que por ir a un mall. Yo lo he dicho muchas veces, pero si abrimos, nos critican. Si cerramos, nos critican. Es decir, es un equilibrio difícil de mantener para poder salir adelante”.
Por María José Blanco y Randy Nieves-Ruiz.