La economía chilena presenta irregularidades que deben ser corregidas con tiempo y reformas
Esta pasada semana hablábamos sobre las fortalezas de la economía chilena.
Como señalé en una columna previa, la economía de Chile, atendiendo a numerosos indicadores económicos, destaca entre las economías que conforman la región latinoamericana.
En cuestión de años, la economía chilena ha logrado hacerse un hueco entre las que lideran esta región emergente, y pese a lo ocurrido en los últimos años y la actuación del Gobierno, así como todo eso que dicen aquellos que desconocen el análisis objetivo, los indicadores, centrados en ese análisis con el que no cuentan algunos “analistas”, siguen situando a Chile como una de las economías más prometedoras del continente.
Repasando algunos indicadores, recordemos que, en términos de producto interior bruto (PIB), hablamos de la quinta mayor economía de América Latina, por detrás de Brasil, México, Argentina y Colombia. No obstante, analizando el PIB per cápita, es preciso señalar que Chile posee la renta per cápita más elevada de toda América Latina, siendo, a su vez, de las pocas economías del continente que pertenece a la categoría de países de ingresos altos en la clasificación que realiza el Banco Mundial.
Por otro lado, cuando hablamos de Chile, también hablamos de una de las economías que menor desempleo presenta de entre las economías que conforman esta región. Y hay que decir que esto es posible gracias a que la economía chilena presenta índices muy destacables en materia de competitividad, libertad económica, desarrollo financiero, entre otros aspectos.
Por último, resulta conveniente señalar que hablamos, también, de la economía que mejor calificación crediticia posee del continente en lo relativo a su deuda externa, de la misma manera que resulta preciso finalizar diciendo que hablamos de la tercera economía más desarrollada del continente americano, por detrás de Canadá y los Estados Unidos.
A la luz de los datos y, especialmente, de los indicadores consultados, no podemos decir que la economía chilena es una economía que se encuentra rezagada; máxime cuando esta creció el año pasado a un ritmo del 11,7%. Sin embargo, ello no quita que hablamos de una economía imperfecta y que, como todas las economías en el mundo, precisa reformas que podrían hacer más sostenible el bienestar, de la misma manera que garantizarían un mayor, y mejor, desarrollo.
Pues sí es cierto que hablamos de la economía con más renta per cápita de Latinoamérica, pero también de una economía en la que nueve personas concentran el 16% del PIB nacional.
En otras palabras, la economía chilena también presenta irregularidades que deben ser corregidas con el paso del tiempo y con reformas que garanticen un desarrollo real y pleno.
Pero como resalta el informe World Inequality Report 2022, publicado por el World Inequiality Lab, esta misma desigualdad, medida de otra manera, también nos indica que hablamos de un país en el que un 1% de la población –los más ricos– puede llegar a concentrar el 49,6% de la riqueza total del país. Para que nos hagamos una idea, muy por delante de Brasil, donde este concentra el 48,9%, y de México, donde concentra el 46,9%.
Pese a que no es de las economías que más informalidad presentan, otro escollo que presenta la economía chilena y que debe corregir con reformas y medidas es la informalidad económica y, en esencia, la debilidad de las instituciones para controlar esta situación y la obtención de recursos procedentes de los impuestos, entre otras cosas.
En este sentido, los últimos datos disponibles, publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), señalan que la informalidad económica en el país es un problema, de la misma manera que nos dicen que la informalidad laboral en Chile, siendo este dato bastante representativo, superó el 27% en el primer trimestre del año, creciendo un punto porcentual en los últimos 12 meses.
En resumen, pese a que hablamos de una economía con numerosas fortalezas, existen debilidades que deben corregirse para lograr ese desarrollo que tanto precisa esta economía con gran potencial. Pues, como señalamos, es cierto que existen motivos para confiar, que existe riqueza, que existe bienestar, entre otros aspectos que quedan recogidos en los indicadores consultados, pero, de igual manera, debemos ser conscientes de que hablamos de una economía emergente con gran potencial, pero que debe continuar desarrollándose y no dejarse llevar por una autocomplacencia que, como digo, puede estar justificada, pero no sería nada beneficiosa.
Pues, en conclusión, debemos reconocer todo el trabajo y el esfuerzo que nos ha permitido llegar hasta donde estamos hoy, pero el final del camino aún no ha llegado.
Seguimos precisando esfuerzos para alcanzar ese desarrollo pleno, y aunque la situación para Chile pinte muy bien, se vienen grandes retos en el horizonte, así como aires de cambio que podrían poner en riesgo lo cosechado hasta la fecha.
El autor es economista, responsable de educación económica y financiera en Rankia
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