El líder de la ultraderecha chilena nunca antes había llegado tan lejos en las preferencias del electorado
Con voz calmada y un tono que parece conciliador, el candidato ultraconservador chileno José Antonio Kast, quien se disputará la presidencia de Chile el 19 de diciembre con el izquierdista Gabriel Boric, ha tratado de zafarse en la recta final de la campaña de la sombra pinochetista que le rodea, mostrando su cara más amable con vistas al balotaje del domingo.
Pese a haberse visto obligado a matizar algunas de sus ideas más polémicas y haber modificado su programa de gobierno tras ganar la primera vuelta del 21 de noviembre con el 27,9 % de los votos, Kast sigue siendo el candidato presidencial más derechista desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y el fondo de su plan apenas ha cambiado.
Promete mano dura contra la delincuencia, orden, zanjas para frenar la migración, crecimiento económico y un Estado eficiente, defensa del libre mercado y minimalismo tributario, pero también reivindica la dictadura de Pinochet.
Muchas de sus propuestas son controvertidas y las promueve con la sonrisa amable del conservadurismo compasivo de George W. Bush.
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Pese a que le gusta venderse como un outsider, Kast, de 55 años de edad, es un veterano de la política: fue diputado 16 años, militante durante dos décadas en la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) y candidato independiente en las pasadas elecciones presidenciales, donde apenas alcanzó el 8% de los votos y quedó en el cuarto lugar.
CAMPAÑA POR PINOCHET
Antes de esas elecciones dijo que, de estar vivo, Pinochet votaría por él.
Clásico es el video de 1988 en el que un veinteañero Kast, en una publicidad del plebiscito que debía determinar si Pinochet seguía en el poder, pide un voto a favor del militar “en mi calidad de estudiante universitario y convencido de que la obra del gobierno va en directo beneficio de todos nosotros los jóvenes”.
Pero ayer, cuando la viuda del dictador, Lucía Hiriart, falleció a los 99 años de edad, y tanto sectores ultraconservadores como de izquierda esperaban su reacción, Kast tomó distancia de la familia y aseguró que no conocía a la “dama de hierro” de la dictadura, que no era cercano a los Pinochet y que tampoco iría al funeral de ésta, que se llevará cabo en privado.
Derecha “sin complejos”
Kast, abogado profundamente católico y con nueve hijos, hijo de inmigrantes alemanes y cuyo padre perteneció al Partido Nazi y peleó en la Segunda Guerra Mundial, enarbola la bandera de una derecha “sin complejos” tras haber abandonado la UDI en 2016, afirmando entonces que “tiene que iniciarse un nuevo ciclo en la política, donde se deje de lado lo políticamente correcto”.
En 2019 fundó el Partido Republicano, con el que concurre a estos comicios.
Pese a su larga trayectoria política, Kast nunca antes había llegado tan lejos en las preferencias del electorado.
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En este ciclo electoral partió como un candidato residual, pero a medida que pasaron las semanas fue tomando fuerza y hasta que ganó la primera vuelta de las elecciones.
Admiración por Trump y Bolsonaro
No quiere que le pongan la etiqueta de ultraderecha —dice ser “el candidato del sentido común”—, pero en más de una ocasión ha mostrado su admiración por Donald Trump o Jair Bolsonaro, aunque es menos estridente que ellos y se esfuerza por parecer amable y educado.
Sus lazos con la dictadura le han costado más de un dolor de cabeza, sobre todo días antes de la primera vuelta, cuando en un encuentro con corresponsales extranjeros quiso diferenciar el régimen Pinochet de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Según afirmó, la transición en Chile se dio tras unas “elecciones democráticas”, en las que “no se encerró a los opositores”: “Dígame si las dictaduras entregan el poder a la democracia y si hacen una transición a la democracia y se respeta. Eso es lo que no hacen otros países y en Chile se hizo”, insistió entonces.
Sin embargo, poco después fue desmentido por el director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Francisco Estévez, quien en una entrevista radial dijo que las declaraciones ratificaban “su posición negacionista respecto de lo que ocurrió durante los años de dictadura, porque se trató de un régimen del terror, donde se impuso una dictadura sobre una democracia política y donde los opositores fueron vulnerados gravemente”.
Algunas de sus frases de campaña, como “Atrévete a hacer de Chile un gran país”, recuerdan inevitablemente al Make America Great Again de Trump.
También es muy cercano al partido español VOX y celebró la irrupción en el Parlamento argentino del ultraderechista Javier Milei.
Marcha atrás en algunas posturas
Kast también defiende el legado económico de la dictadura y tiene posturas liberales que pasan por la desregulación de los mercados, la reducción del Estado o la baja de impuestos
Pero tras ganar la primera vuelta dio marcha atrás en algunas posturas, por ejemplo, la privatización de la estatal Codelco (la mayor productora de cobre del mundo), la concesión de beneficios especiales a las parejas casadas o la fusión del Ministerio de la Mujer con otra cartera.
“Cuando uno comete un error tiene que disculparse y yo le pido perdón a cada una de las mujeres a cuales les pudo haber afectado nuestro programa”, afirmó a principios de diciembre.
También ha tenido que reconocer que su plan para recortar de un 27 % a un 17 % los impuestos a las empresas es inviable actualmente, aunque dijo que la medida estará “supeditada al crecimiento del país”.
La baza que más le ha servido hasta ahora es el orden y la seguridad, hasta el punto de que buena parte del país le ve como el único capaz de devolver a Chile la “paz” que tenía antes del estallido social de 2019, que dejó una treintena de muertos, miles de heridos, saqueos e incendios.
Llama “violentistas” a los manifestantes que se enfrentan a los cuerpos de seguridad y asegura que en La Araucanía, donde existe desde hace décadas un conflicto territorial entre indígenas mapuche y forestales, hay “terrorismo”.
Precisamente el sur es uno de sus bastiones, junto con el norte, donde promete solucionar la profunda crisis migratoria con la construcción de una zanja de cientos de kilómetros al más puro estilo Trump.
Choque a la vista con la Constituyente
Entre sus promesas estrella en materia de seguridad pública está un nuevo Estado de Emergencia donde se pueda arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que no sean cárceles.
“Carabineros (cuerpo policial) debe cumplir con la ley. No vamos a hacer nada que esté fuera del marco legal”, se defendió el lunes en el cara a cara con Boric, a quien los sondeos sitúan levemente por encima.
Kast también se opuso al cambio de Constitución en el histórico plebiscito de 2020 y muchos analistas han alertado de que, de llegar a la Presidencia, podría boicotear el trabajo de la convención encargada de redactar el nuevo texto.
FORBES STAFF / AGENCIAS