El panorama para los negocios se vislumbra retador en el año que está por iniciar, será crucial que la iniciativa privada tenga capacidad amplia de gestión de riesgo y resiliencia ante escenarios de tensión geopolítica y riesgos cibernéticos exacerbados

1- Un año incierto para Estados Unidos

Se prevé que el nuevo gobierno de Donald Trump intensificará los riesgos de la política interna y exterior de Estados Unidos para los negocios internacionales en 2025. El mandatario podría “desestabilizar y reestructurar el orden mundial, posicionando a Estados Unidos para una confrontación más directa y agresiva con sus adversarios económicos y geopolíticos”. Y puede hacerlo retirando las fuerzas de Estados Unidos estacionadas en el extranjero o paralizando instituciones y tratados internacionales clave, y condicionando asociaciones y alianzas. “Aranceles, restricciones de inversión, sanciones y políticas industriales —muchas en nombre de la seguridad nacional— están inyectando riesgos geopolíticos y de cumplimiento en el comercio y la inversión”.

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2- Las líneas rojas de la geopolítica

Las empresas deben prepararse para los riesgos que acompañan a los rápidos cambios en la estabilidad regional y mundial. Alrededor de los puntos críticos en Medio Oriente, Europa y Asia Oriental, los líderes toman medidas de escalada calibradas para detenerse justo antes de esas líneas rojas, aunque estas son cada vez más inciertas y cambiantes, pues están más entrelazados a través de coaliciones geopolíticas. “Cruzar una línea roja en una arena corre el riesgo de desencadenar una reacción en otra”. La recomendación es proyectar escenarios extremos para “poner a prueba la resistencia de las operaciones y estrategias empresariales”.

3- Guerra comercial

La seguridad nacional se establecerá como el principio rector del comercio y la inversión internacionales en 2025, lo que también representa un riesgo para las empresas, pues aunque se prevé que “el comercio mundial crezca, la globalización sigue amenazada, ya que la competencia geopolítica impulsa la fragmentación de los sistemas financieros y las cadenas de suministro, complicando las decisiones tecnológicas. En el panorama, destacan los focos de tensión en el poder manufacturero de China, la política comercial de Estados Unidos y la política industrial mundial.

China parece estar preparada para una intensificación de la guerra comercial con Estados Unidos en 2025 y tiene múltiples herramientas para contrarrestar aranceles, controles de exportación y sanciones.

En este escenario, las empresas “deberán hacer que sus cadenas de suministro sean más resistentes a la geopolítica” y saber “cómo identificar escenarios emergentes que puedan amenazar relaciones clave con proveedores o clientes”.

4- Aumento de violencia política

La alerta es que el sector empresarial debe “prepararse para amenazas más diversas y menos predecibles” en el ámbito político. En especial en 2025 hay cuatro factores que atizarán este tema: La rivalidad geopolítica, que impedirá soluciones a los conflictos regionales y abrirá espacios como plataformas de lanzamiento para el terrorismo regional y mundial. La polarización, que normaliza la violencia contra “enemigos” políticos y sociales, e incluye a empresas percibidas como alineadas con determinadas facciones. La radicalización en línea, alimentada por la desinformación, las teorías de la conspiración y la incitación propagandística.

Y las tecnologías emergentes, que facilitarán ataques físicos; las plataformas de mensajería cifrada y la IA generativa facilitarían amenazas no violentas pero disruptivas. Todo esto “socava la estabilidad política, habilita el crimen organizado, desencadena disturbios sociales y afecta el apetito de los inversores”. Lo que para las empresas se traduce en riesgos regulatorios y de reputación.

5- La concentración digital

La proliferación de dispositivos conectados y autónomos en infraestructuras críticas y productos de consumo creará nuevas vulnerabilidades para ciberataques disruptivos, por esa razón es un riesgo “concentrar servicios y capacidades entre unos pocos proveedores importantes”, pues ello aumenta la amenaza de riesgos sistémicos y disrupciones globales. Además, la continua adopción de tecnologías emergentes, incluidas la IA y la robótica industrial, exacerbará los riesgos de concentración en 2025. Las empresas deberán prepararse para fallos globales del sistema, y la agilidad y la resiliencia definirán a quienes gestionen su impacto.

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