Para el economista coreano, este es el mejor sistema que la humanidad haya inventado, pero se ha estado desarrollando de manera incorrecta.

De sus críticas al modelo neoliberal se conoce mucho por libros como 23 cosas que no te dicen sobre el capitalismo, con los cuales el coreano Ha-Joon Chang, académico de la Universidad de Cambridge, se ha posicionado como uno de los economistas más respetados del mundo.

Frecuentemente acentúa que las políticas del libre mercado conducen a un crecimiento más lento, un aumento de la desigualdad e inestabilidad en la mayoría de los países. Pero no se declara enemigo del capitalismo. “Es el peor sistema económico, con excepción de cualquier otro. Digo, no es correcto, pero es el mejor filete en el sistema que tenemos”, le dijo a Forbes.

Este economista enfatiza que hay diferentes formas de manejar el capitalismo, que lo que el ha criticado es el neoliberalismo de Estados Unidos. “Es el capitalismo neoliberal representado por la economía estadounidense en las últimas décadas, el cual es muy diferente al japonés, al sueco, al italiano, y eso no es lo mismo que criticar al capitalismo en todas sus formas o abogando por el socialismo”.

Para Chang, en comparación con otros sistemas, es el mejor que la humanidad ha inventado, pero se ha estado ejecutando de manera “incorrecta” porque se ha confiado mucho en las fuerzas del mercado y se le ha dado negativismo al poder de los gobiernos. “El capitalismo funciona en su mejor forma cuando se regula correctamente. Es como si tuvieras un carro sin frenos; no podrías andar a altas velocidades y correrías el riesgo de morir”, aclara.

En este contexto hace una pausa para hablar de Venezuela, que describe como una combinación de problemas únicos del país y otros en común con todo el continente. “El problema del socialismo del siglo XXI es que ni siquiera sé que es lo que significa. Tú escuchas comunismo y lo sabes, pero eso no tiene mucho contenido. Lo que ocurría con Chávez era un poco mejor que lo de ahora porque el precio del petróleo era alto, aunque llegaron y lo arruinaron”, señala.

Pero, según cree, hay algo que Venezuela comparte con la mayoría de las economías latinoamericanas. “Toda la región sufre esa dependencia de los recursos naturales, exceptuando posiblemente a Chile, que se ha diversificado muy bien con la industria del salmón y del vino”. Es así como plantea que, en lugar de condenar “las políticas locas de Venezuela”, muchos países vecinos podrían usarlas como espejo porque esa dependencia podría reflejarse en ellos mismos.

En su concepto, de ahí surge uno de los orígenes del descontento social: de la incapacidad de actualizar las economías. “En el caso de Chile, de qué sirve tener muchos administradores de empresas si terminan siendo agentes de viajes o en supermercados. ¿Cómo se puede ser feliz así?, eso es parte del problema”, explica.

Hace un llamado a la calma en lo referente a la Cuarta Revolución Industrial porque considera que en la historia del capitalismo se ha automatizado constantemente y se han estado destruyendo empleos en general. “Muchas personas pierden sus trabajos, pero necesitan volver a capacitarse en nuevas habilidades. Hay países muy buenos en esto. Suecia es famosa por hacer reentrenamiento en su sistema”, recalca.