La cuarta revolución industrial y la crisis climática demandan talento con nuevas habilidades técnicas y humanas. Aprender esas skills implica también pasar por un proceso de desaprendizaje, señala Rodney Irwin, director de educación y secretario corporativo del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD).

Desaprender. Ese es uno de los retos más urgentes que enfrentan los líderes y sus equipos en un mundo cambiante, asegura Rodney Irwin, director de educación y secretario corporativo del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD).

“Lo más importante es la capacidad de desaprender. Hay prácticas que ya están vencidas, anticuadas”, dijo el ejecutivo, quien visitó Lima para participar de la Cumbre Perú Sostenible el pasado 3 de octubre.

Justamente, durante su presentación, Irvin habló de la importancia de que las organizaciones adopten una nueva forma de liderazgo, tema en el que es experto.

“¿Quién ha aprendido algo esta semana?”, preguntaba a la audiencia para luego retarla: “¿Quién ha aprendió algo que tenemos que desaprender?”.

Lee también: CEO Global de Scotiabank: “La sucursal será un componente importante de nuestra estrategia minorista en el futuro”

Para Irvin, desaprender es necesario en plena cuarta revolución industrial, una coyuntura que demanda una fuerza laboral diferente, como talento con habilidades técnicas y humanas (ver imagen abajo) o que esté listo para asumir trabajos verdes (el 70% de los empleadores está actualmente o activamente buscando estos perfiles, dijo el ejecutivo, citando el informe The Greening World of Work). También se requiere talento capaz de desempeñarse en posiciones nuevas, en un contexto en el que la automatización desplaza los puestos actuales. Irvin puntualizó que, para el año que viene, el Foro Económico Mundial espera que 85 millones de puestos de trabajo sean desplazados por la automatización y 97 millones sean creados.

“La transición de un rol antiguo a uno nuevo requerirá inversión”, dijo Irvin a la par que llamó a los líderes de las organizaciones a asegurarse que los empleados “continúen aprendiendo” y a medir en el tiempo el impacto de esa inversión en los resultados financieros. “Midan el impacto que tiene esta intervención. No solo la satisfacción y el entrenamiento”, aconsejó y comentó el caso de SAP que logró un 55% de incremento de la productividad tras promover transparencia en el lugar de trabajo. También se refirió al caso de Siemens, que generó insights y datos sobre roles y habilidades a partir del uso de su plataforma y así visibilizó brechas en habilidades.

“Tenemos que alejarnos de ciertos comportamientos y asunciones que no nos van a servir en un mundo que está rápidamente cambiando”, dijo Rodney Irwin, director de educación y secretario corporativo del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD).

El arte de desaprender

Es en ese contexto que potenciar el desaprendizaje en las organizaciones se vuelve valioso. “Tenemos que entrar en este mundo del desaprendizaje. Hay que reconocer que algunas cosas que ya sabemos ya no son válidas, no son útiles”, acotó.

“A menudo, hablamos de aprendizaje como un proceso para obtener nuevos conocimientos, pero el desaprender es igual de importante a medida que va avanzando la tecnología y hay nuevas maneras de aprender.

Ese desaprender conlleva varios cambios de mindset, según Irvin. Es un proceso que implica pasar de un estilo para la toma de decisiones top-down a otro horizontal, comunicar y, sobre todo, escuchar y adoptar un “grado de humildad y apertura para poder cambiar”. Pero, según el experto, también implica crear una cultura de seguridad psicológica inhouse. Este último concepto lo trajo a escena citando a la investigadora de la Universidad de Harvard, Amy Edmenson. La académica investigó por qué los profesionales se quedaban en silencio cuando algo estaba yendo mal. Lo hizo en el campo de la salud, observando el silencio de las enfermeras ante los doctores, contó Irvin. “Hay que crear un espacio en donde las personas con las mejores intenciones del mundo puedan decir ‘tal vez hay una mejor manera de hacer esto’”, dijo. “Tenemos que tratar de llegar a un espacio donde los empleados se sienten seguros para experimentar”, completó.

En ese permitirse experimentar y permitir fallar yace lo que Irvin denomina el trabajo colaborativo. “Es dejar el ego en la puerta cuando uno entra a un espacio colaborativo. Requiere que uno entre sin agenda y vea qué puede crear en conjunto”.

Irvin no hablaba en abstracto. Se refería a las metas de cada organización en asuntos de sostenibilidad, pero también a objetivos globales, como el Pacto de París, que establece un compromiso mundial para evitar que la temperatura del planeta aumente mas de 1,5 grados centígrados, respecto a niveles preindustriales. “No solo es enseñar nuevas habilidades, sino también crear un ecosistema para aprender y desaprender”, dijo. “Los negocios que realmente van a estar bien en el futuro son aquellos que van a dejar ir los paradigmas antiguos y estar abiertos a invertir en el desarrollo continuo de la gente y su cadena de suministro”, remató.

https://news.google.com/publications/CAAqBwgKMOLPsQsw7-rIAw?hl=en-US&gl=US&ceid=US%3Aen