Pese a los hitos alcanzados en temas como la deforestación, emisiones de gas metano y el freno a los proyectos de combustibles fósiles, la juventud aún se muestra escéptica frente al cumplimiento de estos objetivos. Los latinoamericanos son los más preocupados.
En 2018, Greta Thunberg llamó la atención del mundo al sentarse frente al Parlamento de Estocolmo cada viernes para protestar contra la inacción ante la crisis climática, lo que dio origen al movimiento de activistas ambientales ‘Fridays for Future‘. Tres años después, sus miembros se extienden por 7.500 ciudades de todos los continentes, agrupando más de 14 millones de personas.
Con esta cantidad de afiliados a nivel mundial, no es de extrañar que la organización fuera una de las protagonistas de la COP26 en su jornada dedicada a los jóvenes. Al respecto, es necesario recordar que su rol no se limitó a las protestas que los activistas han protagonizado en la cumbre que se desarrolla en Glasgow, sino que se extienden a dar sus perspectivas frente a los acuerdos alcanzados hasta ahora.
Para no irnos muy lejos, vale la pena resaltar la acción de los afiliados latinoamericanos, que se agruparon a primera hora de la mañana con pancartas que prepararon desde sus trayectos hasta el punto de encuentro. Con frases como “los estamos observando” o “no más excusas”, alzaron su voz sobre las consecuencias que se verán obligados a enfrentar.
Lo curioso es que, según datos de Statista, ningún país de la región está dentro del top 10 de mayores emisores en el planeta. El listado fue liderado por China, con 30,7% traducidos en 9.899 millones de toneladas de CO2 liberadas al medio ambiente en 2020, seguido de EE.UU. con 13,8% y la Unión Europea con 7,9% del total, que llegó a 32.284 millones de toneladas en todo el mundo durante el año pasado.
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Dichos porcentajes contrastan con casos como el de Uruguay, que apenas agrupa 0,04% de las emisiones globales de C02. “Uruguay está bajo el Tratado de París, cumplimos las normas y las NDC planteadas hace un tiempo, e incluso hicimos más de lo que nos habíamos comprometido. Entre 95% y 97% de nuestra matriz eléctrica y energética es renovable, yla meta es que el país sea carbono neutral para 2040”, comentó a Forbes la activista uruguaya de Fridays for Future, Carolina Cuesta.
Si bien las cifras sobre la acción climática son alentadoras, la preocupación radica en que Montevideo sería la capital de Latinoamérica más afectada por el cambio climático. Felicia Paglioni, otra de las activistas, destacó que esto se debe a que la economía del país se basa principalmente en la agricultura y el turismo, cuyas principales fortalezas se ven afectadas por los daños al medio ambiente.
“Por más de que estemos haciendo las cosas bien, lo que no hacen los otros nos afecta un montón, y no solo a nosotros, sino a todo Sudamérica. Es por eso que necesitamos que la juventud comience a formar parte de las mesas de negociaciones, pues entendemos que el cambio climático no es compatible con las burocracias políticas”, agregó.
Es esa misma burocracia la que les ha llevado a dudar de casos como el de Colombia, pues el presidente Iván Duque no aprovechó la cumbre para ratificar el Acuerdo de Escazú, una de las peticiones más urgentes en el terreno climático, y debido a que el país posea el mayor número de activistas ambientales asesinados a nivel mundial, llegando a 65 en lo que va corrido del año, según cifras de Global Witness.
“Nosotros confrontamos al presidente Duque con preguntas al respecto, porque es indignante que venga a un espacio a la COP a mostrar a Colombia como un espacio líder en ecosistemas, sin decir que también está a la cabeza de asesinatos de líderes ambientales”, dijo a Forbes la activista colombiana de ‘Fridays for Future’ y ‘Latinas for Climate’, Emiliana Rickenmann.
La joven también destacó que “no puede haber justicia climática sin la protección de derechos humanos”, y aseguró que la principal demanda de los colombianos y latinoamericanos es que estos temas se debatan en espacios como la COP26.
Algo similar sucede en Chile, donde el gobierno se centra en “palabras vacías” de justicia climática sin anunciar avances o medidas concretas frente a los objetivos de lucha contra el calentamiento global, según comentó a Forbes la activista de ‘Latinas for Climate’, Catalina Santalices.
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Entre las actividades del grupo, destacó una reunión que sostuvieron con el gobierno de Chile sobre temas de género, teniendo en cuenta que las mujeres y las niñas son las más afectadas por el cambio climático en dicha nación, lo que no solo se limita a los efectos físicos, sino que también se ve reflejado en su liderazgo de movimientos territoriales, lo que las lleva a ser más propensas a atentados contra su vida.
“Al preguntarle a nuestro gobierno, fue la única cuestión que decidieron ignorar, deliberadamente. Ahí nos preguntamos por qué, si Chile fue uno de los primeros países en impulsar el acuerdo de Escazú, se echó para atrás al momento de tener que firmarlo. Ahí cabe recordar que hay conflictos de interés de nuestro gobierno con la protección del medio ambiente”, aseveró Santalices.
Esto tiene que ver con casos como el de la minera Dominga, proyecto centrado en la extracción de hierro que desde hace más de una década ha dividido a la comuna de La Higuera, en la región de Coquimbo (norte), porque busca instalarse en una zona ecológicamente sensible que alberga el 80% de la población mundial de Pingüinos de Humboldt. Dicho negocio estuvo involucrado en el caso de los ‘Pandora Papers’ que salpicó al presidente Sebastián Piñera.
Todo esto ha provocado que pronunciamientos como el veto a la financiación de proyectos de combustibles fósiles, la reducción de emisiones de gas metano o la lucha contra la deforestación, no hicieran hecho eco en los jóvenes aún al considerarse inéditos dentro de estas reuniones.
“Para mí, hasta que no haya acción real traducida en políticas públicas que se estén implementando, no podemos cantar victoria”, concluyó Santalices.
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